Lagrimas y corazones rotos

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El lunes llegó y eran semanas de exámenes. Entré al edificio y mis amigas me esperaban como siempre e hicimos la misma rutina: besos y abrazos, subir la escalera y entrar al salón.
No lo había visto durante el día y creí que no había llegado, lo que se me hizo extraño porque no era momento de no asistir a clases durante los exámenes. Llegó la hora de descanso y algunos compañeros salieron a comer mientras que otros estudiaban para los próximos exámenes; yo era uno de los afortunados en no estudiar por que había estudiado con mis amigas y sabía muchas cosas, pero no tenia hambre luego, Antonella mi compañera de matemáticas salió pero al momento de dar cinco pasos se regresó, abrió la puerta y me dijo que me buscaban.
- ¿Quién? -. Entonces entró Marco a un lado de ella. Yo me incorporé de inmediato de mi silla, y lo fui a saludar.
-¿Puedo hablar contigo?- Estaba serio.
Salí disparado junto con él al balcón, pero noté en su cara un extraño gesto de angustia y enojo.
Cuándo fruncía las cejas se veía tan guapo que hacía que me temblaran las piernas pero supuse que era algo serio así que trataré de concentrarme en lo que a él le ocurría.
-¿Te-en-cuen-tras bi-en?
Él continuó con las cejas fruncidas y la cara sería viendo a través de los ventanales.
-No.- Me dijo con tono cortante.
Moví la cabeza al modo qué él entendiera que no entendía nada.
-Lo que ocurrió en tu casa... no estuvo bien.
¿Es por eso? ¿Qué no le dije que no había problema?
-Te dije que no había problema. Es mucho drama para algo tan simple.
-Yo no soy así, trato de ser caballeroso y educado. No quiero pasarme los límites.
Él podría abofetearme con esos bíceps y estaría agradecido.
-Eres un tipo educado y caballeroso. No hay ni hubieron límites qué pasar, ¿Quieres ir a caminar?- le dije - también fue mi culpa, no solo tuya. Además no hubo beso ni nada.
-No creo conveniente que en una primera cita ocurran ese tipo de acciones. Creo que me dejé llevar por la emoción.
Le tomé de la mano y lo llevé conmigo.
-Sí mi hermano no hubiera entrado tal vez hubiera pasado lo que no pasó. Y eso para mí hubiera estado increíble. No te preocupes, me haces sentir mal.
Continuamos caminando por los pasillos del edificio hasta llegar a sentarnos en las bancas. Él continuaba serio. Pero había algo más, mi intuición lo decía.
-No es el beso lo que te tiene así, puedes decirme yo no te juzgaré. Sabes qué cuentas conmigo para lo qué sea.- Le tomé del hombro.
-Son mis papás. No quieren que yo tenga algo contigo.
Lo que me dijo me movió el piso.
-¿A qué te refieres?-Dije.
-No, no es eso. Perdón.
-Entonces, ¿qué?
-Es mi ex-novio. Somos amigos, pero ayer que nos vimos tuvo un pequeño episodio, también me dijo que me extraña y quiere que volvamos a ser novios. Una vez tuvo una sobredosis, cuándo terminamos. Estuve mucho tiempo con él, pero finalmente terminamos porque no estuvimos de acuerdo en ciertas cosas. Él necesita ser tratado seriamente pero no quiere entenderlo. Y cómo te dije, quiere que volvamos a ser novios.
Me quedé inmóvil mientras él contaba lo que sucedía pero inmediatamente se dio cuenta y se detuvo.
-No te preocupes, no lo haré pero me tiene preocupado, dice que sus papás se van a divorciar y que acaba de reprobar varías materias. No lo está pasando bien.
-¿Donde estudia?
-En la escuela de artes "Villartes"
Esa escuela estaba relativamente cerca de aquí, era una de las mejores escuelas de arte de la ciudad.
-¿Y por qué no pasas menos tiempo con él? Puede mal interpretar las cosas.
-Lo estoy pensando. No quiero que le pase nada, que tiente con su propia vida. Él fue importante para mí. Fuimos amigos antes de tener una relación pero al acabar creí que esa amistad había acabado, no nos dimos cuenta que disfrutábamos demasiadas cosas como amigos que de novios por eso somos confidentes, casi mejores amigos.
Suspiré y me imaginé su perfecta relación de amistad antes de que fueran novios. Y era algo que me hacía sentir inseguro. Pero me di cuenta que tal vez estaba siendo algo dramático.
-Perdón por decir eso, solo que estoy preocupado solo eso. - Se comía las uñas mientras su cara se mostraba preocupada y ansiosa.
-No, no te preocupes, es tu amigo y los amigos son muy importantes. - Le dije mientras le tomaba las manos.
El miró mis manos y sus ojos las recorrieron hasta llegar a mi cara.
-Dime, ¿como te la pasaste este fin? - Cambió de tema rápidamente y trataba de mostrarse más relajado pero notaba sus nervios.
-Me la pasé muy bien ¿y tú? - Le repuse.
Revisé la hora antes de que me respondiera, pero pude inferir en como se pasó el fin de semana: preocupado por su amiga. Noté que ya había terminado el tiempo de descanso a lo que le dije que tenía que volver a mi salón.
Él se quedó pensativo a lo cuál le repuse que no estuviera preocupado, que todo estaría bien.
- No, no puedo pasar ni un segundo pareciendo tranquilo y no quiero cargar en mi conciencia el hecho de que pude impedir cualquier cosa precipitada. Me tengo que ir.
- ¿Pero entonces te amenazó con tentar con su propia vida o algo?
- Me dijo que estaría apunto de acabar con todo si no salía de ésta.
-Entonces ve, te entiendo perfectamente. Pero ten cuidado por favor.
-Lo tendré.
Rápidamente bajó por las escaleras y salió disparado hacía su coche sin mirarme mientras yo estaba como estatua mirándolo por los enormes ventanales en dirección al estacionamiento.
Entré al salón con la mente en otro lado, no sabía si había pasado algo, si Marco había llegado tarde o si le había pasado algo mientras iba volando en su viejo Tsuru y por su desesperación no se había dado cuenta de poner su cinturón de seguridad-me estremecí- ante la última cosa que pensé. Me sentí como idiota al no irme con él a intentar ayudar de alguna forma u otra. Pero mi otro lado me decía que todo ésto era una exageración, tal vez el amigo/ ex-novio estaba exagerando tal vez él lo haga para que Marco esté pendiente de él y vuelvan a ser novios o tal ve...
-¡Alessandro Soler! - Gritó el maestro Esteva mientras estaba parado frente a la pizarra con varias fórmulas de matemáticas.
-¿Sí, señor?
Me dí cuenta que todos estaban observándome.
-¿Me puedes repetir lo que acabo de explicar?
-Perdón. Yo estaba distraído. Lo siento.
-Se me hace una falta de respeto que mientras yo me esté matando explicándole a sus compañeros usted esté en la luna.
Sí, ahí justo estaba.
-Disculpe, no lo volveré a hacer.
-Sí. No lo volverás a hacer.
-Disculpe, yo solo...
-Solo enfócate en la clase, no en nada más.
Pero era imposible para mí. ¿Algún día mis pensamientos estarían en paz?
Las clases pasaron de volada ya que no veíamos casi nada por el hecho de que estábamos a menos de dos semanas de vacaciones de pascua.
Llegué a casa preocupado por Marco así que me dirigí al teléfono a intentar telefonearle pero no contestaba y me puse nervioso. Está bien, todo está bien.- Mi yo tranquilo se lo decía a mi otro yo el exagerado.
Me recosté en la cama intentando no cerrar los ojos para no dormirme , pero mis párpados no me ayudaban, se volvían pesados conforme pasaban los segundos. Batallé para pensar en otra cosa y lo logré mientras me quedaba tumbado en mi cama con un vacío existencial dentro de mí.
Abrí los ojos creyendo que me había dormido toda la tarde pero solo habían pasado unos minutos. Inmediatamente me incorporé y decidí despejar mi mente y decidí salir a distraerme. Sin Marie ni Nahomi quienes seguramente estaban ocupadas. Iba caminando por el pequeño zócalo de Villanueva, el lugar era hermoso para pasar el rato con tus familiares; distintos puestos de comida, bares, una plaza donde los niños iban y venían en patinetas, bancas para disfrutar la tarde y en las noches era lo más agradable que había en ésta ciudad.
De repente ví a Marco con una persona platicando fuera de un puesto de helados sentados disgustado unas paletas de agua o eso era lo que parecía. Traté de ocultarme para que no pudiera verme pero verlo a él sí. Estaba con un apuesto muchacho con cabello lacio de color castaño pero por los reflejos del sol lo hacía ver dorado. Su complexión era delgada y de tez color blanco rosado, llevaba lentes y pude notar que usó en un tiempo brackets ya que esos dientes blancos eran perfectos.
A como pude intenté cruzarlos y sentarme cerca de ellos dándole la espalda a Marco.
-Marco, estos días me la he pasado bien. Sabes...tú me salvaste la vida, te debo todo. Me refiero a que le estás dando sentido a mi vida de nuevo.- Le tomó la mano mientras se veían a los ojos.
No podía creer lo que estaba escuchando ¿Era real lo que estaba diciendo? ¿Marco estaba con él y me hizo creer que yo le gustaba?
Pedazo de tipo, mi corazón estaba roto pero me iba asegurar que sus piernas lo estuvieran igual.
-Te quiero tanto, tú siempre fuiste lo mejor de mi vida, no pude creer que te perdí una vez y no volveré hacerlo nunca más. Te pertenezco y tú me perteneces -suspiró- todos los recuerdos que tengo contigo desde la primera vez aún los conservo bajo llave en mi corazón y esa llave la tienes tú. Te amo, Daniel.
¿Por qué me engañó de esa manera?
- ¿Quieres ir a caminar?- Le dijo Marco.
Ambos se levantaron de sus asientos y se fueron con dirección a la plaza. Él era unos centímetros más alto que Marco. Los seguí.
-¿Qué iba a pasar con el chico que me contaste? Alessandro.
- Nada, solo es una broma que teníamos los chicos y yo; si intentaba enamorarlo y romperle el corazón una semana después todos me iban a dar dinero para comprar mi coche nuevo - él hizo una risa muy diferente a las que hacía conmigo - es un imbécil ¿Cómo se iba ese peludo a imaginar que me gustaba de verdad? Pobre ingenuo.
Me senté en una banca mientras ellos continuaron caminando, ya no quería saber más. Mi corazón se sentía como si hubieran metido en un saco de tela y dentro estuvieran copas de cristal y hubieran saltado sobre ellas hasta hacerlas polvo. Tenía ganas de llorar, gritar y golpear algo. Me levanté de la banca con varías lágrimas en mis mejillas pero no sin antes revisar a que dirección se habían marchado. La imagen que vi terminó de apuñalar mi corazón, ellos iban caminando de la mano y al final de la plaza se dieron un beso de mas de cinco segundos. Cerré los ojos y deseé haber estado soñando pero en lugar de sueño sería una pesadilla. Me limpié las lágrimas pero no podía contenerlas más, unos niños me veían llorar y yo no podía disimularlo. Mi cara estaban roja de la vergüenza y el enojo que me rodeaban en ese momento. Rápidamente me fui al café que estaba ahí para limpiarme las lágrimas en el baño y llorar en privado. Estaba en frente del espejo con la nariz roja y los ojos destrozados acompañando de mi cara del color de un tomate.
-¿Estás bien?-Me preguntó alguien saliendo de una de las cabinas del fondo.
Lo ví junto a mi lavándose las manos, un señor de más o menos unos 50 años. Tenía cabello tipo nieve y usaba un traje color chocolate.
Me volví a lavar la cara.
-Sí. Bueno, más o menos.
-¿Qué te ocurre? Tal vez te pueda ayudar en algo.
-No. No puede. Estoy bien, no es nada.
-Vamos, puedo guardar secretos.
-No. De nuevo le digo que estoy bien.-Tomé algo de papel y me dirigí a la puerta.
-¿Estás llorando por alguien?
Me detuve y miré a la puerta por unos segundo que se me hicieron eternos.
-Sí. -Suspiré.
-Ven para acá.- Movía su mano hacía su dirección.
Me giré.
-Dígame.
Me tomó de los hombros.
-Nunca llores por alguien que no está dispuesto a secar tus lágrimas. Sé fuerte y siempre ten la frente en alto. Nunca dejes que nadie te apague tu luz ya que tu brillas mas que el mismo sol.
-Gracias por sus palabras.- Mi voz se quebró y las cascadas de lágrimas regresaron más potentes que nunca.
Me dio un pañuelo para secarme.
Me sostuve con la cabeza agachada en uno de los lavaderos.
-El sol y la luna nunca están juntos cada tiempo y se vuelven a unir en forma de eclipse para poder estar juntos de nuevo.
-Es difícil enterarte que fuiste parte de una broma y todos se burlaron de ti. Que tu corazón se dispare a latir por la persona que quieres y ésta mientras te baja la luna le baje las estrellas a otro.
-Tranquilo, todo se alineará a tu favor, solo es cuestión de esperarlo. El karma existe. Y no te merece.
-Mi corazón está en pedazos.
-Tendrás tiempo para arreglarlo, pero solo con tus propias manos no con las de nadie más.
-Soy Alessandro. -Le extendí la mano.
-Emilio.
-Es un gusto conocerle y gracias por sus palabras de nuevo.
-No hay de qué. Tu luz brillará más que la de otros y ellos querrán apagarla pero la tuya nunca cesará.
-Nunca olvidaré sus palabras.
-Mucha suerte.
Salí de ahí y me dirigí a mi casa con la mirada en el suelo y sin ánimos de nada. Aunque fue grato conocer a Emilio y me dijo palabras increíbles, pero aún me sentía humillado, pisoteado por miles de pies y sobretodo con las ilusiones por los suelos, creía que mis pesadillas habían terminado cuando lo había conocido pero él las trajo de nuevo.
No había nadie en mi casa, y me sentía solo. No tenía ganas de hablarle a nadie y preguntar dónde estaban solamente fu directo a mi habitación a llorar en la cama hasta que me quedara inconsciente pero antes busqué las fotos que nos tomamos y no las encontré. ¡Que mala suerte tengo en todo! - me dije mientras tenía unas tijeras en las manos- De repente sonó el teléfono y fui con la mayor lentitud de mi existencia ya que no me importaba nada en este momento pero la llamada continuaba hasta que logré contestar.
-Diga. - Dije en tono cortante y entrecortado.
-Hola Alessandro, soy Marco, ¿cómo estás?
-¿En serio te importa?- Dije en voz baja.
- ¿Disculpa?
- No, perdón estaba hablando solo, dime ¿Qué pasa?
- Te pregunté cómo o estás.
- Estoy bien. ¿Qué pasó? ¿Qué te ocurrió?
-¿Puedo ir a tu casa? No nos vimos desde la hora de descanso y quiero estar contigo.
-Yo...

Luna de media tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora