—Laura se había marchado hace unas dos horas, me encontraba sentada en una silla de la mesa de mármol negro de la cocina. Me decía una y otra vez que debía hablar con Samuel. Debíamos de arreglar las cosas. No podíamos seguir así. Estaba mal. Para ambos.
Seguí esperando otras tres horas más, hasta que el sueño me venció, tome una manta del armario de la habitación de huéspedes, y me acosté en el sofá más grande de la sala. Dormí mucho, es lo único que sé. Desperté al otro día, a las 11:47 a.m, algo poco normal en mí, era levantarme tan tarde. En la cocina no había señales de Samuel, así que subí a la habitación y nada. No había nadie. La habitación estaba intacta. Fui al patio trasero y no había nadie. Seguramente ni había llegado la noche anterior. Fui a la cochera y el auto de el tampoco estaba. Solo estaba mi Lamborghini negro que ya casi Samuel no me dejaba utilizar. —
Sera mejor que prepare mi almuerzo, tengo mucha hambre—pensé—
Luego de haber lavado los trastes, escuche la puerta principal de la casa abrirse. Desde un principio sabía que era el, así que fui al recibidor—Samuel... ¿estás ahí?—Pregunte con voz tímida.
—Sí, soy yo. ¿Acaso esperas a alguien más? —Respondió de modo frio— ¿Qué quieres ____?—
—Tenemos que hablar Samuel—dijo una ____ con voz baja pero decidida.
— ¿Ahora de que mier.da quieres hablar? —Dijo sentándose de mala gana en uno de los sofás de la sala—no estoy de humor para tus mal.ditas quejas.
—Tenemos que hablar sobre ella Samuel... sobre... sobre—dicho esto, rápidamente levanto la mirada para chocarse con la de ella. No soportaba escuchar aquel nombre, y mucho menos si ____ lo decía. Una cólera /enojo inmensa/o, lo recorrió de pies a cabeza, y repentinamente se levantó. ____ trato de mantenerse firme, pero estuvo considerando dar un paso hacia atrás.
