Capitulo 23.

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San Diego

—Señor Luque, sus maletas ya se encuentran en su auto—decía Mangel. Abriendo la puerta del auto que Samuel utilizaría en su estancia en San Diego. —

—Gracias Mangel.  —dijo entrando al auto. Había llegado a las 3:37 p.m el viernes. No tenía pensado salir por nada del mundo. Así que solo había decidido descansar, cenar y luego dormir. —tienes el resto de la tarde libre. No creo necesitar más de tus servicios hasta mañana. —dijo de modo frio y cortante. —

—Muchas gracias Señor De Luque. Lo veo mañana—dio un asentimiento de cabeza y se alejó del auto. —

Samuel  condujo calmado y tranquilo. No tenía prisa. Se dedicó a observar la gran ciudad. Hace mucho que no venía aquí. La última vez que vino fue con… _____. Ella le había dicho algo al respecto de una amiga. La cual había olvidado su nombre. No le tomo importancia y dejo de pensar en eso. En cambio se centró en observar el grande y lujoso hotel al que se iba acercando más y más. Era uno de sus hoteles. Además de sus otras empresas. Samuel poseía dos cadenas de hoteles. Una en EE.UU y la otra en Europa. El mes que viene tenía pensado viajar a Europa para inaugurar su cadena de restaurantes. En Londres, Francia e Italia. 

Llego a la entrada del hotel, donde fue reconocido de inmediato. Era de esperarse. Era su hotel. Varios empleados se acercaron a él. Uno tomo las llaves de su auto para estacionarlo. Otro tomo su equipaje para subirlo a su departamento. Si, departamento. En cada hotel que Samuel poseía. En el último piso había un Pent House. Ya que no le gustaba quedarse en ninguna otra habitación del hotel. Decía que no se sentía cómodo y prefería algo más íntimo. 

—Buenas tardes Señor De Luque —decía el recepcionista algo nervioso por la presencia de aquel hombre. Samuel imponía el miedo entre todos sus trabajadores, tanto hombres, como mujeres. —su pent house ya se encuentra totalmente arreglado para los días que piense ocuparlo—

—Gracias…—dijo Samuel observando la placa en el pecho del joven donde estaba su nombre. —Jared. Pero solo me quedare hoy. Ya mañana en la noche me iré. Quiero que suban mi cena a las 8:00 p.m por favor. Lo de siempre. —finalizo de hablar y se dio media vuelta para encaminarse hacia el ascensor. —

—Espero varios minutos hasta que el ascensor llegara a su destino. Inserto su tarjeta en el dispositivo de acceso que tenía la puerta. Dio luz verde y entro. Todo estaba igual. Nada había cambiado.  Soltó una pequeña risita al recordar que a _____ nunca le había gustado la decoración de este lugar. Siempre estaba oscuro gracias a las grandes cortinas. Y muy frio aunque el calefacción estuviera encendida. En resumen ella solo decía que tenía un aspecto siniestro. A lo que Samuel siempre respondía riendo y abrazándola. Ahora una ola de tristeza y nostalgia lo invadía por completo. La extrañaba tanto. —

Maltratada (Vegetta y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora