Maraton 2/3
Ya nadie me llamaba así. Ahora las pocas personas que conocía—que no pasaban de unas cuatro cinco. ¡Sip! Una gran vida social. — sabían que mi apellido era Smith. Además que tampoco se daban cuenta de mí gran parecido con la difunda esposa del gran Samuel De Luque.
Estuve a punto de corregir a Mangel. ¿Pero que ganaría con eso? Y si les fuera sincera… me había gustado volver a escuchar que me llamaran así.
¡Un momento!
Alex y Mangel ya sabían quién era. Mi verdadera identidad, por así decirlo. Me imagino lo desconcertado que deben de estar en estos momentos. Aunque no me han dicho ni una sola palabra. Salvo la breve indicación que me había dado. Tal vez tendrían miles de preguntas rondando sus cerebros. O tal vez no.
Había dos opciones:
Primera: que Samuel les haya contado toda la verdad.
Segunda: que no les haya dicho nada en absoluto.
Yo optaba por la segunda. Después de todo, Samuel no era de dar muchos detalles respecto a su privacidad. Solo si era total y absolutamente necesario. Además de que no hubiera tenido tiempo de contarles ni una cuarta parte de todo, porque estuve lista en menos de cinco minutos. Todo para salir rápido de ese lugar.
Volví a la realidad al ver que el ascensor iba a cerrarse, pero fue detenido por el brazo de Alex. Entre sin rechistar, cabizbaja. Ya los había dejado esperando un tiempo, por andar perdida en mis pensamientos.
— ¡Alto!
Levante mi murada hacia el pasillo que estaba frente a nosotros. Era Samuel. Venia corriendo hacia nosotros. Sin pensarlo esboce una sonrisa.
Al llegar junto a nosotros, se pasó una mano por su cabello, y suspiro.
—_____—dijo tomando mi mano.
— ¿Si, Samuel?—pregunte embobada. ¿Se podría saber porque mi corazón latía a mil veces por segundo? Si tan solo unos minutos antes le había dejado claro que no quería tener nada que ver con el otra vez.
—Se me había olvidado regresarte tu teléfono. —dijo depositando mi este, en la mano que me había tomado.
—Ah.
Fue lo único que mis labios pronunciaron.
—Necesito pedirte una última cosa.
—Te escucho—dije resignada.
Las puertas iban a volver a cerrarse pero esta vez fue Samuel quien las detuvo.
—Por favor contesta mis llamadas. Esta tarde te llamaré. —Hizo una pausa— Yo hablare con mi abogado para que nos haga una cita. Así hablaremos sobre el divorcio—le costó decir esta última oración—, y la custodia del niño en caso de algún percance entre nosotros.—tenía su mirada fija en mí.
La sonrisa que tenía minutos antes se había desvanecido por completo. Ahora tenía un semblante patidifuso. Pase la lengua por mis labios, al notar que estos estaban resecos. Me aclare la garganta y procedí a hablar:
—Adiós.
El solo me vio, y dio unos pasos hacia atrás. Poso su mirada en Mangel y luego en Alex. Les dio un asentimiento de cabeza. Dio la vuelta y no pude ver más. Las puertas del ascensor ya se habían cerrado.