Charlie's jealousy

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Desde que los nuevos gobernantes del infierno habían llegado a la cabeza del poder, el hazbin hotel había adquirido popularidad. Había dejado de ser algo poco concurrido, por ser un lugar más visitado. La súcubo de cabellera rubia miraba el panorama con una sonrisa y orgullo. Era el resultado de su trabajo. Demonios de todo el infierno tratando de hacer su mayor esfuerzo para lograr redimirse. Esa sensación era felicidad.

—¡¡Viens ici, Fat Nuggets!!—La risa de la pequeña princesa del infierno se manifestó por los pasillos mientras iba detrás de un pequeño cerdito asustado. El pequeño animal trataba de escapar a como diera lugar, mezclándose entre los demonios que se encontraban en el lobby y ocultándose lo mejor posible. Sin embargo esto no era un problema para la pelirroja, sonrió maliciosa y empezó a olfatear en el aire en busca de su aroma. Esto sería pan comido. La madre de la pequeña la miraba con diversión. Elizabeth movía sus orejas para detectar cualquier sonido que le correspondiera al cerdito. Como una cazadora al asecho. Un cliente dio un par de pasos en reversa sin darse cuenta que el pequeño animal estaba detrás suyo, haciendo que soltara un chillido sonoro. La sonrisa de la niña incrementó su tamaño y comenzó a correr entre los clientes abriéndose paso para capturarlo de una buena vez.—¡¡A un lado, mi tocino se escapa!!—Gruñó mientras apartaba a los que se atravesaban en su camino y buscaba. Charlie dejó de reír al ver la molestia en la cara de los clientes. Elizabeth no sabía medir su fuerza aún y era brusca al apartarlos. Buscó con la mirada al demonio ciervo, necesitaba su ayuda. Tenía a Alexander en los brazos y no podía simplemente ir detrás de la niña. Finalmente, después de un momento, logró divisarlo no muy lejos de ahí. La miraba sin pestañear y con una gran sonrisa. Típico de Alastor. Negó con la cabeza e hizo una señal con la mano para que, el demonio radio posara su mirada en aquella otra dirección. Sus orbes escarlatas siguieron el punto que Charlie mostraba y su sonrisa se tensó al ver que era aquello que su esposa le indicaba. Soltó un suspiro de derrota y asintió con la cabeza. En menos de un segundo, desapareció en medio de su clásica interferencia de radio. Lidiar con las travesuras de Elizabeth, no era precisamente su actividad favorita.

—Pero que lugar tan...peculiar—Dijo, una voz femenina con acento elegante mientras se abría paso a aquel hotel.

—Esto es un circo de fenómenos...—Respondió una segunda voz femenina, mucho más aguda mientras miraba a su alrededor con un gesto de disgusto. La dueña de la primera voz la fulminó con la mirada y dijo con molestia:

—Somos invitadas aquí, compórtate—Regañó con molestia en su suave voz.

—Esto es ridículo, yo debería ser su esposa, no esa maldita zorra—Bufó.

—Estamos de visita, Mimzy—Dijo, a la par que fruncía el ceño y mostraba los colmillos.—Vinimos a verlo, no a difamar el nombre de su mujer...—La demonio regordeta frunció el ceño y se cruzó de brazos mientras maldecía. A pocos metros de ella venía una niña corriendo a toda velocidad detrás de un pequeño cerdo escurridizo. Rosie no se había percatado de esto, puesto que era una mujer muy alta y nunca miraba hacia abajo. Fat Nuggets pasó a gran velocidad junto a esas mujeres, logrando evadir a la demonio ciervo y haciendo que se estrellara contra una de ellas. Haciendo que la niña cayera hacia atrás. La mujer alta de dientes afilados bajó la mirada al sentir dicho golpe y entornó los ojos sorprendida. No pudo articular palabra alguna, esta pequeña y linda niña era idéntica a...

—¡Oh, veo que mi pequeño engendro del demonio las está atormentando!—Una voz de locutor de radio las sacó de sus pensamientos, Alastor no las estaba mirando. Simplemente tomó a su pequeña del cuello de su camisa y la levantó del suelo mientras esta reía.

—¿Alastor...?—La voz de Rosie hizo que subiera la mirada por instinto y abriera los ojos a su punto máximo. Su sonrisa se tensó abruptamente. La pelirroja miraba con atención a las mujeres que tenía frente suyo. Parecía que eran amigas de su padre, las miró fijo mientras movía sus lindas orejitas.

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