Siempre había sentido envidia de los gobernantes del infierno. Alastor y Charlie. Siempre alardeando de su amor sin pudor o vergüenza. Diciéndose palabras llenas de amor y haciéndose mimos todo el día. Parecían la típica pareja cursi que hacía a todos sentirse incómodos. Oh bueno...nadie más incómodo que el demonio gato, pues él era el único que entendía con certeza que significaban esas palabras tan melosas.
—Tu me rends si heureuse, mon amour...—Dijo el demonio ciervo con un tono dulce.
—Aww vous êtes si doux...—Le sonrió.
El demonio araña miraba a la distancia recargado en la pared mientras miraba a la pareja sentada en uno de los sofás de lobby frente al bar donde estaba el demonio gato.
—Seulement avec toi...—Ensanchó su sonrisa y la rodeó con el brazo atrayéndola.
—Je te récompenserai ce soir, mon doux garçon...—Se recargó en su cálido pecho.
El demonio araña soltó un suspiro y miró a la distancia a la chica de piel grisácea. Nunca se hubiese imaginado cuanto podría llegar a querer a alguien de esa manera además de Fat nuggets y su amiga Cherri. Este era un tipo especial de cariño. Era del tipo que te hacía sonreír cuando te sentías deprimido. Del tipo que te hacía suspirar al recordar todas las experiencias que pasaban juntos. Si no era amor, no sabía lo que era.
—¿Oh oui, belle?—Preguntó emocionado.
—Je ne serai pas gentil avec toi, je te ferai crier mon nom—Sonrió lujuriosamente.
Angel resopló con fastidio. Quisiera poder entender que era lo que se decían con tanta emoción. Pero siempre que se acercaba a preguntarle a la rubia, el demonio ciervo se ponía a la defensiva y lo amenazaba de muerte. Así que había optado por quedarse con las dudas. Hasta que un gruñido de molestia lo sacó de sus pensamientos, provenía de Husk que lucía muy enojado.
—¿¡Cuantas veces tengo que decirles que se vayan a una puta habitación?!—Gritó.
Los colores se le subieron a la cara a Charlie mientras que Alastor se enfurecía.
—Es mi esposa y está es mi propiedad, así que puedo hacer lo que me venga en gana—Frunció el ceño y sonrió sádicamente.
—¿¡Y porqué frente a mi?!—Dijo molesto.—¡¡Sus cursilerías endulzan el whisky!!
—Bueno, tampoco es para tanto...—Dijo la rubia levantando la mirada con gran rubor.
—¡¡A este paso el hotel estará lleno de sus engendros, par de ninfomanos!!—Se quejó.
El peliblanco rió burlón. Así que eso era de lo estaban hablando con tanta exaltación.
—¿Y si así fuera qué?—Dijo de mala gana.
La rubia palideció y se alejó del pelirrojo.
—¡Por Satán! ¡No, ni siquiera lo pienses, dos es más que suficiente!—Dijo asustada.
Alastor se giró a mirarla y arqueó una ceja.
—¿A qué viene ese comportamiento tan efusivo? ¿No habías dicho que querías una mejor relación familiar?—Frunció el ceño.
—¡Me refería a que pasaras más tiempo con los niños! ¡No a tener más!—Dijo y se puso de pie por instinto de supervivencia.
Las risas del peliblanco salían por millón.
—¡L'heure des amoureux est terminée!—Giró sobre sus talones y se dispuso a irse.