Elizabeth's mischief

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Elizabeth era una niña de lo más curiosa e hiperactiva. Siempre hacía de todo tipo de travesuras. Romper el papel tapiz de las paredes con las garras, acabarse toda la carne de la cocina antes de que Nifty preparara la cena, ponerle maquillaje a Alexander mientras sus padres no miraban, aterrorizar al cerdito de su tío afeminado, morder las orejas de su padre, romper las mangas de la ropa de su madre, romper las botellas del bar...entre muchas otras más.

—Sé bueno, Alastor—Dijo, mientras se le acercaba y acomodaba su corbata de moño. El demonio radio estaba en el marco de la puerta principal, ahora él sería quien daría la visita a todos los círculos del infierno, saldaría cuentas con el de los caníbales por haber abusado de la bondad y amabilidad de su dulce esposa. Aunque obviamente no se lo diría a Charlie o ella se opondría a sus métodos violentos. La rubia se le acercó y le dio un beso de despedida en los labios. La pequeña demonio ciervo los miraba con una expresión de asco. Sus padres siempre se estaban demostrando su afecto a todas horas y siempre que tenían la oportunidad.

—¡¡Giuu!!—Sacó la lengua, infantilmente. La rubia giró la cabeza hacia su pequeña y no pudo evitar soltar unas risitas traviesas.

—Será mejor no alargarnos, hasta pronto—Volvió a besar sus labios, pero esta vez lo hizo rápidamente para indicar que se fuera.

—Aborrezco estar lejos de ti, Charlotte—Murmuró, cuando Charlie rompió el beso.

—Te lo compensaré después, anda—Negó con la cabeza y soltó unas risitas divertidas.  El demonio radio frunció el ceño y bajó las orejas. Charlie soltó un suspiro de derrota e hizo un ademán con la mano haciendo que una venda apareciera en los ojos de su hija.

—¡¡Hey!!—Se quejó, intentado quitársela.

—¿Por qué has...?—Fue interrumpido por los labios de la bella súcubo, lo tomó con brusquedad del saco y lo besó con pasión. El jugueteo de su lengua acariciando su labio inferior para permitirle abrirse el paso lo había hecho temblar. Se lo permitió sin más y Charlie lo hizo desvariar al perderse en el festín de su amor. Finalmente, ella se separó de él, tirando de su labio inferior y mirándolo de una forma traviesa y sensual.

—Tendrás más cuando termines—Susurró en su oreja, haciéndolo tensarse y que su sonrisa se ensanchará a niveles tétricos. La acercó a él por la cintura e intentó besarla una vez más, quería más. Aún mucho más. Sin embargo, Charlie puso un dedo sobre sus labios y negó con la cabeza mientras hacía un ademán y la venda que cubría los ojos de su hija desapareció de un momento a otro. Alastor la miró a modo de reproche.

—¿Por qué no vienes conmigo?—Gruñó. La rubia arqueó una ceja y puso una mano en su cintura mientras lo miraba acusadora.

—¿Debo recordarte que tenemos dos hijos?—Señaló sus brazos y detrás de su espalda.

—Pueden acompañarnos...—Le respondió. Charlie lo miró fijo y volvió a arquear su ceja. Tenía que estar bromeando. Jamás los expondría a todos los círculos del infierno. Era peligroso, aún eran muy pequeños. El demonio radio suspiró en señal de derrota.—Tienes razón, eso no sería conveniente—Se llevó una mano a la barbilla y se puso a pensar en todas la alternativas posibles que le aseguraban estar cerca de su dulce mujer.—Debe haber otra forma, siempre la hay—Charlie giró los ojos y lo miró con desdén.

—Solo serán unas cuantas horas, Alastor—Le recordó.—No seas dramático, ¿quieres?—El demonio radio bajó la cabeza en señal de derrota. Su esposa tenía razón, quizás si estaba exagerando su ausencia demasiado. La pequeña demonio ciervo se acercó a sus padres y le dedicó una sonrisa a su padre.

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