La rubia de mejillas rosadas miraba el techo soltando un gran suspiro. El último argumento de su madre era indiscutible. Claro que sabía de lo que estaba hablando, lo había vivido primero.
—¿Tiene cura?—Preguntó con esperanza.
A lo cual Lilith soltó un pequeño suspiro.
—En efecto, pero no es fácil de lograr...—Dijo pensativa.—casi enloquece a tu padre.
Charlie entornó los ojos sorprendida.
—¿Qué fue lo que le hiciste a papá...?—Preguntó con curiosidad y cierto temor.
A lo cual Lilith respondió con unas risas.
—Nada...—Respondió con voz impostada.
Charlie arqueó una ceja sin entender.
—¿A qué te refieres?—Volvió a preguntar.
Lilith exhaló y comenzó con la explicación.
—La cura para la obsesión por un súcubo es la abstinencia prolongada...—Comenzó a explicarle.—y no solo hablo de sexo, Charlotte. En general no puedes brindarle atenciones de ningún tipo.
Charlie entornó los ojos a tope.
—¿Por cuanto tiempo debo mantenerlo así?—Preguntó con temor a la respuesta de su madre.
Lilith se quedó pensativa unos momentos.
—Si no mal recuerdo, la abstinencia de tu padre duró casi seis meses aproximadamente...—Dijo.—los primeros meses fueron los más duros, su dependencia lo consumía como una enfermedad.
Charlie escuchaba con atención.
—En caso de lograrlo, debes ser cuidadosa con la constancia de sus encuentros o tendrán que repetirlo una vez más...—Advirtió.—una vez a la semana será suficiente para mantenerlo cuerdo.
La mandíbula de Charlie llegó al suelo al escucharla. ¿¡Encuentros solo una vez a la semana?! ¡¡Alastor enloquecería por completo cuando se enterara de dicha limitación al hacer el amor!!
Sería difícil...pero era necesario.
Totalmente necesario...
[...]
De regreso a la realidad, la bella súcubo infernal estaba decidida a tomar el consejo que su madre le había dado hace tanto tiempo. Pondría en abstinencia al demonio radio de una vez por todas, para así asegurar que pudiera volver hacer el mismo de antes. Soltó un pequeño suspiro de agotamiento y se incorporó en la cama. Lucía tan tranquilo en la posición en que se encontraba, que simplemente había decidido no despertarlo. Desde el día anterior la bella súcubo infernal se había decidido a darle una última noche de pasión, ya que no volvería a entregarle su cuerpo en un tiempo indefinido. La rubia se había esmerado la noche anterior. Vaya que lo habían disfrutado, habían gozado plenamente de su amor. Sus almas se habían conectado como nunca antes. Charlie lo había besado en cada centímetro de su cuerpo, haciéndolo suspirar como si nada más existiera. Desconocía por completo de donde había sacado ese entusiasmo. Le había fascinado. La atmosfera era de pura pasión y entrega. Esa noche se habían amado como nunca antes. Sus corazones se habían sincronizado al compás de sus movimientos. Charlie le había robado el aliento. Sentía que si no estuviera con ella, el aire se le escaparía y el corazón se le rompería. Se moriría de frío al extrañar su calidez y cariños dulces. Nunca hubiese imaginado cuanto podría llegar a amar a alguien. Con tanta fuerza e intensidad. Cada vez que lo besaba le provocaba un cosquilleo en el cuerpo y un brinco al corazón. Se le erizaba la piel cada vez que ella le decía un "te amo" al oído. Se lo había dicho tantas veces que no podía asimilarlos todos. Era como si ella estuviese desesperada por demostrarle todo su amor de una sola vez. Ella era todo lo que anhelaba. Su amor. Su vida. Su razón para sonreír. Nadie la igualaba. Era la protagonista de su vida y el precioso motivo para levantarse todas las mañanas. Le gustaba todo de ella. Llevaba el nombre de su dulce esposa tatuado en el corazón.