Celos gourmet

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Ahí está ella, hermosa, más que nunca, con una maleta gigante y su dedo pegado al timbre.
Me mira y suelta una carcajada para sacar su dedo del timbre y abalanzarse sobre mí.

-¡¡¡TRI!!! -grita rodeando mi cuello con sus brazos.

-Joder, por fin -digo con una voz dulce y una sonrisa enorme, rodeando su cintura con mis brazos y presionándola fuerte contra mi cuerpo-. Por fin.

Ella responde presionándome fuerte también y dándome pequeños besos en mi hombro, mis mejilla y, accidentalmente, en mi cuello.
Me recorre un escalofrío.
Nos separamos un poco para mirarnos, ambos sonriendo, y volvemos a abrazarnos.

-¡Te extrañé, pequeña! -le digo luego de darle un par de besos en sus mejillas y otro en su cuello. Este último accidental, claro. La emoción del momento, sabes.

Me mira a los ojos y se muerde el labio. Aún tengo mis manos alrededor de su cintura y ella, de mi cuello. Ambos, la respiración agitada.

-Y yo -me dice acariciando mi rostro-. Wow, qué lindo estás -vuelve a rodear mi cuello y a besarme delicadamente mi mejilla, cerca de mi boca.

-Tú no te quedas atrás -le respondo mordiéndome el labio y apretándola fuerte contra mí otra vez. Rozo su nariz con la mía antes de devolverle el beso en su mejilla.

Ella sonríe y se separa de mí lentamente para ir hasta la puerta y entrar su maleta.

-Bueno -exclama-, basta de cursilerías, Carlos. Tengo hambre.

Suelto una carcajada y otra vez, ¡otra vez! me muerdo el labio.

-Siéntate, basura. Te traeré algo. Luego podemos ordenar tus cosas, ¿de acuerdo?

Ella se sienta en el sofá, mirando a su alrededor, mientras voy a la cocina a buscar las cosas.

*Narra ________*

Me siento en el sofá y miro a mi alrededor. El desgraciado se mudó hace ya un par de meses y todavía tiene cosas sin ordenar.

Él vuelve de la cocina con una bandeja y deja en la mesita, al lado del sofá, papas, una salsa y un par de cervezas ya destapadas. Me alcanza una.

-Por nosotros, criaturita -sonríe alzando un poco su botella.

-Por nosotros, hermoso -le respondo alzando la mía.

Brindamos, y luego de reírnos, le damos un trago.

-¡Uy, qué buena está! -le digo mientras pasó mi mano por su cara. No puedo evitar hacerlo, ¡está tan hermoso! ¡Más que nunca!

-¿Verdad que sí? -responde a mis caricias rozando su mejilla contra mi mano y besándome la palma.

-Carlos... -susurro mirándolo a los ojos, aún con mi mano en su mejilla.

-Dime, preciosa -pone su mano sobre la mía, sosteniéndome la mirada.

-Te pedí papas fritas, ¿por qué las hiciste al horno? -susurro con la misma voz dulce, retirando mi mano de su cara.

-Ay -suelta una carcajada-, creí que ibas a decirme algo bonito y luego íbamos a besarnos o algo.

-¿Querés? -me muerdo el labio y le sonrío.

-Qué asco, no -pone cara de horror-. Y sabes, con respecto a tus putas papas, no tenía ganas de ensuciar y las hice junto con tu pizza. Vamos, que no iba a hacer las cosas por separado solo porque me pediste unas putas papas fritas. Si no te gusta, no lo comas. Pero mira, te hice una salsa gourmet -me señala un cuenco con algo.

-Idiota. Aaaw, qué lindo -mojo una papa en la salsa que, por cierto, se ve horrible-. Carlos, hijo de puta, mezclaste mayonesa con ketchup, y ni siquiera lo hiciste bien, mira esas vetas -le pego en el brazo mientras me río y él se ríe también-. ¿Y qué es este pasto? ¿Orégano? ¿Perejil?

-Sí, y del seco porque no tengo huerta -ríe y me toma por la muñeca la mano con la que le estaba pegando-. Tienes pizza si no te gusta.

-Inútil -río, tratando de liberarme-. ¡Soltame! -le muerdo la mano con la que me sostiene y me suelta-.

-¡Vas a pagar por eso!

-Lo sé -sin que él se lo espere, le agarro la cara con ambas manos y lo beso muy cerca de la boca.

-¡Sucia!

-Jodete. ¡Herrrrrrrrmoso que sos! -me muerdo el labio más fuerte de lo esperado mientras le aprieto el rostro con una sola mano.

-Oye, ¿puedes parar un poco? -se pasa la lengua por los labios-. Tengo novia, guarra -alza las cejas.

-Cierto -le pongo cara triste-, y tenés más cerveza también, ¿no? -agito mi botella para mostrarle que ya está vacía.

-Sí, guapura. Te traeré una.

-No, dejá, voy yo -me pongo de pie-. ¿Te traigo otra?

-Sí, porfi. Y trae la pizza que está en el horno, si quieres.

-Ok -le sonrío y me dirijo a la cocina. Una vez ahí abro el refrigerador para sacar un par de birras y veo en la puerta unas fotos: una con la pesada de Ana, una de nosotros dos y una con él y Daniel. Sonrío-. ¡Qué bueno que está tu hermano, Carlos! -le grito.

-Dí eso de nuevo y te mato -aparece en el umbral de la puerta de la cocina.

Suelto una carcajada.

-No te pongas celoso, mi amor -lo abrazo y el me hace lo mismo.

-No digas estupideces entonces -me pone carita triste y me da un besito en la frente.

-No son estupideces, Carlos. Es la verdad -a ver, que es muy guapo Daniel, pero tampoco taaanto. Solo se lo digo para molestar.

-Eres una tonta.

-Sí -saco la pizza del horno y la corto- Podría ser la tonta de Daniel, ¿no? -le sonrío.

-¡Para ya con eso!

Le tiró un beso en el aire y me dirijo con la comida a la sala. Él se queda en la cocina arreglando un poco.

-¡Qué buena pinta tiene esto, amigo! -le grito desde la sala.

-Lo sé, amor.

-¿Te levantaste temprano y amasaste esta maravilla?

-No, boba. Me levanté a las cinco de la tarde y esa pizza es de caja. ¿Tan importante te crees? Y antes de que lo digas, no, no limpié la casa.

No puedo evitar soltar una carcajada.

-¡Sos muy malo y muy mierda! -río-. Seguro Daniel lo haría...

-No, zorra horrible. Daniel no lo haría y ya dejame en paz con eso.

-Uy, uy, uy, qué malo. Cuidado que se enoja Hulk -me burlo-. Ya paro. ¡Cuando vengas traé las birras que me las olvidé en la mesada, cuñado!

-_______, basta ya -dice entrando en la sala con las botellas-. Te lo digo en serio -se sienta a mi lado, serio.

-¿Por qué? -empiezo a comer. A ver, estoy cagada de hambre, sepan disculpar.

-Solo... para ya.

-Estúpido.

-No es gracioso.

-No dije que lo fuera -le sonrío.

Rueda los ojos.

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