FLASHBACK: Encuentro

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6 AÑOS ATRÁS ~~~ BARCELONA

*NARRA TRI*

No puedo creer que esa desgraciada me haya usado para intentar sacarme lo que tengo. ¿Cómo no pude verlo? ¡Qué tonto fui!
Que ni se le ocurra llamarme, buscarme, ni nada; para mí está muerta.
Y me olvidaré de ella ya mismo.
Sí, eso haré. Seguramente encuentre a alguien en este antro inmundo que me ayude con eso.

Me dirijo hacia la barra a buscar un trago, y luego, a la pista, mezclándome entre la gente, buscando una víctima.

Joder, odio los amontonamientos de gente. Qué suerte que no estoy del todo sobrio...

*NARRA ____*

No puedo creer que ese imbecil me haya estado engañando durante todo este tiempo. Me seco un poco las lágrimas y le doy un trago a mi daikiri mientras me muevo un poco tratando de bailar en medio de la pista.
Estoy completamente sola, humillada y borracha, en un país que no conozco, lejos de casa...

-Fuerza, leona -me digo en voz alta para luego comenzar a reír por ser tan ridícula.

Estoy tratando de bailar un poco, sin prestar atención a la gente a mi alrededor, cuando siento un brazo rodear mi cintura. Hay alguien detrás de mí, que me atrae hacia su cuerpo.
Me giro para verlo y veo que es un chico muy guapo que me sonríe y, al igual que yo, sostiene un trago.

-Hola -sonrío y rodeo su cuello con mis brazos. En serio, es muy lindo.

-¿Por qué lloras, princesa? -pregunta en un tono dulce en el que puede notarse, además de amabilidad, su estado de ebriedad.

-Mi novio... -intento mantener la calma.

-¿Rompiste con él? -pregunta el chico, apoyando su frente contra mía.

-Sí -balbuceo al mismo tiempo que más lágrimas escapan de mis ojos.

-Bienvenida al club, reina -sonríe y choca su vaso con el mío a modo de brindis.

Comienzo a reír y escondo mi cara entre su hombro y su cuello.

-Eso es, hermosa, ríete -agrega mientras vacía su vaso de un trago. Luego, me da un par de besos en la mejilla y coloca su mano ahora libre en mi cintura.

Nos quedamos unos instantes abrazados en medio de la pista, moviéndonos lentamente, al compás de la música lenta pro suicidio que está sonando, sin decir nada.
Me separo apenas de él para mirarlo fijamente y él me devuelve la mirada. Sonreímos.

-Qué rico perfume tenés -le digo sonriendo.

-Gracias -sonríe.

Silencio de nuevo.

-Y qué linda boca -agrego mientras miro y rozo sus labios con las puntas de los dedos.

-Y qué buena estás -suelta él, riendo y presionándome un poco contra su cuerpo.

-Vos también -río y acerco mi rostro, quedando mis labios a centímetros de los suyos.

El sonríe y se muerde el labio. Me muero de ganas de comerle la boca, y el parece notarlo.

-Todavía no -susurra en mi oído.

-¿Por qué? -le pongo cara triste.

-En casa, mi amor -contesta. Me quita mi vaso y vacía su contenido de un trago-. ¿Quieres otro? Yo invito.

Suelto una carcajada y asiento.
Me toma de la mano y vamos caminando juntos hacia la barra, en donde esperamos un par de minutos a que nos den nuestros tragos y luego buscamos un rincón algo más apartado de la gente.

×××××

-Me encantas -susurra empujándome suavemente contra la pared y comenzando a besarme el cuello, recorriéndome el cuerpo con las manos.

-Y vos a mí -jadeo mientras acaricio su pelo con una mano y su espalda con la otra-. Me estás matando...

Se detiene para respirar y me mira, sonriendo.

-Vení -susurro acerándolo a mí a besándolo en el cuello con muchas ganas.

Suelta un pequeño gemido cuando, entre besos, le doy un pequeño mordisco, al tiempo que puedo notar que la cosa se está poniendo brava por allá en sus pantalones.
Sonrío al notarlo y sigo besándolo desde el cuello, por la línea de su mandíbula, y hasta la comisura de sus labios.

-Para ya -me detiene, impidiéndome seguir.

-¡¿Por qué, idiota?! -me quejo, apartándolo un poco.

-Porque sé que cuando te bese, perderé el control y no voy a detenerme hasta sacarme las ganas que te tengo. Esperaré a llegar a casa -vuelve a acercarse y me mira fijamente-. Y no me llamo "idiota", me llamo Carlos -agrega.

-Un gusto, Carlos -sonrío más calmada-. Soy ____. ¿Me das un beso? -acerco mi boca a la suya otra vez-. Quiero que pierdas el control conmigo...

-No -ríe tapándome la boca con su mano.

-Porfi -balbuceo con su mano en mi boca mientras río.

-No -ríe me llena la mejilla y el cuello de más besos.

-Un adelanto -le pongo cara de perrito.

-Joder...-ríe-. Vamos a mi casa y te doy todo lo que quieras, los besos que quieras, donde quieras y otras cositas más que quieras... -me besa el cuello, haciendo que me estremezca.

-¿Sí? -pregunto en un susurro.

-Sí -sonríe-. ¿Quieres? -pasa sus dedos por mis labios.

-Sí -asiento con una sonrisa.

Toma mi mano, la besa y luego, sin soltarla, me guía hacia la salida.
Una vez fuera del lugar, sin embargo, se detiene en seco.

-¿Qué pasa? -pregunto acariciando su cara.

-Maldita sea -susurra. Suelta mi mano y se pone a revisar sus bolsillos-. ¡No puede ser!

-¿Qué pasó?

-Mi novia... mi exnovia -balbucea-, le di las llaves de mi casa para que las tenga antes de entrar al bar y... no me las ha devuelto -se lleva la mano a la frente.

-¡Ay, no jodas! -exclamo.

-Sí... Dame un segundo -rodea mi cintura y me atrae hacia sí otra vez-, voy a llamar a mi hermano, a ver si está en casa. Tal vez pueda abrirme.

-Ok -apoyo mi mentón entre su cuello y su hombro mientras él saca su teléfono y se dispone a llamar a su hermano.

-Vamos, Dani... -susurra algo ansioso.

Mientras espera, le doy un par de besos en el cuello, a lo que él responde acariciándome la espalda y el culo.

-Joder... ¡nada! -exclama molesto, apartándose de mí-. Debe haberse ido por ahí con alguna...

-La puta madre... -me quejo-. ¡Qué tonta! ¡Carlos, tengo la habitación del hotel para mi sola! -agrego más animada.

Su cara de enfado cambia automáticamente a una más calmada.

-Entonces, no se diga más -vuelve a tomarme de la cintura y a besarme el cuello.

-¿Me das un beso de verdad? -insisto.

-¡NO! -ríe- ¿Vamos?

Me toma de la mano y nos dirigimos hacia su auto, pero cuando llegamos a el, no es capaz de abrirlo. Si bien no está del todo borracho, no está muy bien de reflejos.

-¿Sabes? Mejor pedimos un taxi -ríe.

En el camino, se sienta adelante con el conductor, para que yo no lo acose; así me dijo el muy mierda.

-¿No tenés miedo de que se meta en tu casa y te robe como venganza? -pregunto desde el asiento trasero.

-En mi casa no hay una mierda -ríe-. Lo más valioso ahora serías tú en mi cama -agrega serio.

El conductor del taxi abre grandes los ojos y sigue conduciendo, tratando de no reír.

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