|Prólogo|

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Isabella

«Todo estará bien, yo te protegeré. Nunca estarás sola, Isa»

Una de las más nobles mentiras que me han dicho.

Hace menos de una hora estaba emocionada, estaba tan feliz, mas la vida dio un giro tan inesperado. Esta mañana me desperté llena de energía. Hoy debería de estar con mis padres y mis amigos festejando mi cumpleaños número 18.

-Señorita Isabella Anderson- me llama uno de los policías que están-, por favor, tiene que acompañarnos.

Observo por última vez la escena del "suicidio". Mis ojos se centran en el oficial y me limito a asentir.

Él me guía hasta una de las patrullas, abre la puerta para que yo pueda entrar y así lo hago. Se puede escuchar el ruido de las sirenas, de inmediato, la patrulla empieza a alejarse de mi hogar para llevarme a la estación de policías.

Al llegar me hacen entrar en una oficina, dentro se encuentra un hombre mayor. Me invita a tomar asiento lo cual yo hago.

-Soy el abogado William Johns- se presenta-. Yo era el abogado de sus padres.

Le ofrezco una sonrisa forzada.

-Sus padres han fallecido- no necesito que me lo recuerden, yo misma los acabo de ver -, así que debo asegurarme de todos los detalles sobre su mudanza.

Mis ojos se abren demasiado, ¿escuche bien? No tengo idea de qué esta hablando.

-¿Mudanza?-cuestiono.

-Así es - asiente. Saca de su escritorio algunos papeles y toma uno en especial-. En el testamento de sus padres indica que usted debe mudarse. La casa donde vivía ya no le pertenece a ellos.

Esto debe ser una pesadilla. Quizá ese testamento sea falso, alguien debió falsificarlo.

-¿Me esta viendo la cara?- espeto con molestia-. ¿Qué significa eso?

Acabo de perder a mis padres en el día de mi cumpleaños, han dicho que se han suicidado, y ahora me salen con esto.

-Es lo que dice el testamento, señorita Anderson. Al morir sus padres usted quedaría con el 70% de su fortuna. La mansión y el 30% restante serán donados - me informa -. Usted señorita, debe mudarse a Dédfer. Si por alguna razón se niega, en ese caso, se quedará sin nada de la herencia.

-¡Un momento! - espeto - ¿No debería primero leer el testamento? ¡¿Qué clase de abogado es usted?! ¡Esto no... no tiene sentido! Acabo de ver los cadáveres de mis padres y me está pidiendo que me vaya.

-Tengo estrictas órdenes de sus padres - su rostro es serio -. En el momento que sus padres fallecieran, en menos de 24 horas, la señorita Isabella Anderson debía estar viajando a Dédfer.

-Pero...

-Le daré el testamento de su padre si lo desea, pero ahora debe viajar, no hay tiempo que perder.

Feliz cumpleaños a mí.

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Isabella: La llegada a DédferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora