Capítulo 1: La aldea Nöritan

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PDV de Etsuko

Huelo el aire, la brisa. Es el olor de la cenizas que vienen de aldeas cercanas. Conozco el temor de mi aldea por los demonios que rodean la línea sagrada, yo les protejo de cada uno de ellos, incluso cuando insatisfecha, creo que no acuden a hacernos daño. Abro los ojos y lo veo, es peligroso, viene a matar a mi gente, tomo una flecha y noto contra la comisura de mis labios el instante en el que mi dedo se separa de la cuerda y la flecha sale disparada hacia su "tercer ojo". La magia que rodea la punta de flecha lo aniquila. Giro mi vista hacia Mamoru.

- Ya está.

- Entonces regresemos a la aldea.- me indica saltando del árbol y echando a caminar. Yo le sigo, se trata de mi nuevo compañero desde hace a penas un año. Es, por así decirlo, el 'protector' de la sacerdotisa. No me gusta su forma de pensar, es de aquellos que tachan a cada demonio de igual manera y ya solo el sudor de sus manos tras matar a algunos de los que jamás deberíamos de temer, me echa para atrás. Pero he de tolerarle.

- Oye Mamoru... el demonio que ayer cruzó la línea, ¿Desapareció? ¿O lo abatiste a tiempo.- Quiero oír que desapareció. A mis ojos, era un ser con mejor corazón probablemente que el de Mamoru, pero no es fácil.- ¿Y bien?

- Lo abatí. Ya te lo tengo dicho. Una vez un demonio cruza la línea, ha de morir. Tú más que nadie debería saberlo. Meikai-naru mató a Rin.- 

Me quedo en silencio. Lo que dice no me gusta. Lo que utiliza para defender sus criterios, lo que usa de pretexto para actuar como actúa... No me gusta para nada. Es cierto que la aldea es reconocida por la línea sagrada que la protege, y que hay un pacto ancestral con demonios para que no crucen la "frontera", por lo que si alguno logra acceder a través de ella e incumplen el juramento, estamos en total libertad de aniquilarlos. No obstante, saber que en ciertas ocasiones pequeños demonios la atraviesan huyendo de mayores enemigos, me hace titubear. No todo es blanco o negro.

- Sí, tienes razón.- Asiento y continuamos el resto del camino en silencio, llegando a la aldea.

Nöritan significa 'sin retorno', es el nombre con el que conocen la aldea los demonios, semi demonios u otras bestias que rechazamos. Sinceramente, no sé como sería antaño el nombre real de la aldea, así que así me limito a llamarla a pesar de lo horrible de su nombre. Si además observamos que muchos no salen de ella, y los que salen no vuelven, hay hasta doble sentido en su nombre.

Entro a mi casa y saludo a mi madre, no me mira, no me responde. Se limita a hacer la cena como acostumbra. Otras veces si no es hora de alimentarse, mira el fuego, o fotos viejas de cuando tenía una "hija pequeñita y adorable", y no una asesina de bestias que puede caer en cualquier momento. Sucede, que si "Etsuko" cae, el demonio Meikai-naru podrá atravesar con mayor libertad que nunca la linde y arrasar la aldea. Si Nöritan se queda sin sacerdotisa, un trato ancestral se rompe, es por eso que hubo una vez en el pasado, que estando a las afueras intentó matarme. A día de hoy me cree "la inmortal" y eso lo retiene algo más alejado, pero no sabemos cuanto durará esta falsa ilusión. En realidad, podría desistir, podría ceder mi rango a quien yo considerara apto y con pureza necesaria, pero sería la deshonra. Y si un día deshonro accidentalmente, podrán arrebatármelo, pero eso sí, tanto el desertar como el errar tiene un coste muy caro: mi destierro, o aún peor, mi sacrificio.

Subo las escaleras y miro viejos dibujos de dos niñas sonrientes, una más peculiar que la otra. Ojeo unos cuadernos con notas y escritos y suspiro. Entonces miro a través de la ventana. A lo lejos veo algún demonio con forma de dragón sobre-volar el cielo. O algún ave semi-humana. También veo...

- ¡ETSUKO! ¡LA CENA!.-su voz, esa que oigo más si me da alguna orden o me llama a comer cenar o hacer un recado, resuena en mi cabeza y miro de nuevo las escaleras. "¿Ya?"

- ¡Voy!.-me quito mis ropajes de "cacería" y me coloco un bonito kimono blanco con Sakuras, antes de bajar y sentarme a la mesa.- Hoy ha sido eliminado otro demonio. Este sí me resultaba peligroso.

- Todos los demonios y bestias son peligrosos Etsuko.-su voz no es cortante, pero sí monótona y seca. Está claro que nadie en esta aldea va a pensar como yo y que eso algún día puede significar un problema de verdad.

- Pero los hay que miran como humanos. Que miran con... interés de ser aceptados y no temidos. La mayoría son semi-demonios y no demonios, pero incluso algún demonio completo tiene esa mirada.

Ella reniega y no me queda otra que callarme. La verdad que lo segundo me lo he medio inventado. He visto un caso muy exclusivo y eso no cuenta, así que bueno. Aún así, me toca matar semi-demonios, y la mayoría, o al menos de los que me ha tocado ver, no son una amenaza. 

Tomo la sopa en silencio y la miro a ratos a ella, si no, igual miro por la ventana. Veo la humareda que antes olía. Desde dentro de bosque me costaba más verla, desde aquí se ve alzada al fondo de la vereda. Suspiro y miro a la mujer que llamo madre, no la juzgo, ni la acuso. Pero no me gusta su mirada, igual que la mirada de muchos de este entorno, tan fría a veces como la de un mismísimo demonio, incluso algunos poseen la misma expresión de ira que Meikai-naru.

Terminamos la cena, recogemos las cosas y marchamos cada una a su dormitorio. Justo cuando cierro los ojos escucho un grito. Otro estúpido niño de la aldea ha debido de cruzar la línea y ser asesinado. Mamoru lo habrá encontrado, o habrá encontrado restos de él y lo habrá devuelto al interior de la aldea. Se escuchan los lloros de su madre. Otro no retorno.

El asesinato del Pequeño Conejo (Sesshomaru y Rin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora