Capítulo 7: El amigable Jaken

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PDV de Etsuko

Me duele el cuerpo. Muchísimo. No sé cuanto tiempo ha pasado desde que quedé inconsciente y voy abriendo los ojos lentamente. Mi visión es borrosa al comienzo, viendo las paredes del lugar. Un escalofrío me recorre el cuerpo, es por la ventana, está abierta y corre la brisa. Me llega olor a comida y eso hace que mi estómago ruja.

Miro bien el lugar cuando mi visión está enfocada, y me incorporo lo justo para quedar sentada y no tumbada en la cama. Sin duda aún he de hacer un esfuerzo no porque me duela todo el torso o el pecho, sino porque para hacerlo pongo el peso de mi brazo, y parte de su conexión al tronco está ligeramente dañada. Aunque es más soportable que el intenso dolor que sentía en la zona general de la herida cuando estaba en el suelo tirada. 

Miro la luz y diría que es mediodía. Cuando caí a penas era el atardecer, así que horas han pasado. Ya es el día siguiente por lo menos.

- Despertaste. -reconozco esa voz.

- Tú...

- ¿Se encuentra mejor la sacerdotisa? -es el pequeño siervo.

- Yo. Bueno. Sí, algo mejor sí. -contesto- ¿dónde estamos?

- Estamos en otra aldea. Aquí vive familia y conocidos de mi amo. Pero tranquila, la mayoría de la gente de aquí son humanos, estará casi como en casa. -me sorprende su aclaración, creía que a estas alturas sabría que eso me da igual.- ¿Quiere comer algo?

- Me da igual si estoy en una aldea de humanos demonios o brujas. -indico.- Y... -el estómago me traiciona volviendo a rugir.

- Eso es un sí. Imagino. -veo como mira ceñudo, seguro está pensando en lo hambrientos que somos los humanos, y aunque me trata con educación, tiene un tono en su voz de cascarrabias, pero da igual.- Le traeré sopa de pollo.

Va a marcharse y miro hacia la ventana, pero entonces oigo como sus pisadas se detienen en la puerta, y me mira una vez más.

- Mi nombre es Jaken y mi amo se llama Maru. -me quedo sobre todo con lo segundo, aguantando una sonrisa y asiento. Él se va a buscar mi comida.

Juego con mis dedos, entrelazando mis manos y estando algo inquieta, nerviosa. No estoy a gusto sin poderme mover sin mostrar muecas de dolor y el olor a comida solo me da hambre y más hambre. Quiero que Jaken vuelva con la sopa de inmediato.

- Maru... -susurro para mi, no una vez, sino dos o tres. Al rato, Jaken regresa.- Oh, hola.

- Aquí está la sopa, la anciana Kaede a la que ya conocerás luego la ha hecho. Le ha ayudado Kagome, la mujer del hermano de mi amo. -me tiende la sopa y yo hago como si le escuchara aunque a penas le hago caso una vez empiezo a tomar la comida.- Oye, ¿me permite un comentario?

Aún no entiendo por qué me trata con educación. Supongo que por respeto, paré una flecha que aunque su amo, seguro habría frenado solito, podría haberle herido.- Dime. -respondo.

- No es el olor de su sangre... ¿algo peculiar?

- Oh, vaya. -su pregunta no me sorprende, ni mucho menos. La culpa de ello son unas algas.- Si te soy sincera, si tuviese la capacidad de distinguir el olor de la sangre de cada persona... -tengo buen olfato, más que el de otros humanos, pero no hasta ese nivel.- ... creo que no me reconocería a mi misma.

- Hm? -la mirada del demonio verde es perpleja.- ¿Cómo?

- ¿Conoces las algas de Yusura? -suspiro- son muy peculiares, bastante mágicas.

- ¡Hum! -él asiente.

- Bañarte en esencia de esas algas con según qué condimentos, pueden hacer un gran cambio en el aroma de una persona. Incluso si quisiera podría oler como usted. -continúo- Pero no solo eso, si la usas día a día durante años, hasta el olor de la sangre se vuelve algo artificial, incluso el color o la textura de las venas.

Da miedo, lo que digo da miedo. Es como perder la identidad. Tu cuerpo crece como debías crecer, tu cabello, tus ojos, tu piel. Pero tu interior... tu olor, la esencia, se distorsiona. Pierdes quien eras.

- Por suerte, eso no me cambia la sangre en realidad. Solo varían olores sobre todo. Mantiene su composición adn, tipo de sangre... no sé, todas esas cosas. -añado riendo por no llorar.- ¿Eso responde a su pregunta?

Jaken me mira dudoso.- ¿Y por qué tomar algo así? -pregunta.

- Porque siendo una sacerdotisa que se quiere muerta, aunque el olor de mi piel sigue asociándose al nombre "Estsuko" la sangre, al volverse algo artificial su aroma, ya no es tan significativo. Y la sangre se huele desde más kilómetros que el propio aroma. Eso, es algo que "proteger". No sé si me explico.

No, no lo sé. Pero él ha asentido, por lo que habrá entendido todo en su gran mayoría, y eso me basta y me sobra debido a que no quiero entrar en otro tipo de detalles. Por alguna razón me sonríe triste, y entonces se despide indicando que irá con su amo. Me deja una fruta para que coma tras la sopa. Y yo me quedo allí, sola, en esa habitación vacía.

Recuperándome.

Pensando en cosas que no debería.

El asesinato del Pequeño Conejo (Sesshomaru y Rin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora