Capítulo 23: Lluvia de Sangre

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PDV de Rin

Recupero la consciencia tras un fuerte golpe, un estruendo es lo que me pone en alerta y me hace incorporarme y observar mi alrededor. Por algún extraño motivo, siento que yo he estado antes en este lugar, pero no sé cuando ni por qué.

- ¡¿Hola?!

Nada, nada ni nadie me responde, ni siquiera escucho eco. Hay luces y sombras y puedo ver que estoy en un sendero que parece infinito. Miro como puedo mis manos, que están pringosas, y veo sangre, no es mía, o por lo menos no me duele aparentemente nada más allá del golpe y no noto ninguna herida tan grave como para semejante cantidad.

- ¡¿Meikai-naru?! -grito esperando atraerlo al menos a él, ya que supuestamente le interesa mi energía o pienso que me acecha. Pero nada, opto por caminar en una de las dos direcciones, concrétamente la que parece tener más iluminación.

"¿Volveré a ver a Sesshomaru?"

Pienso para mis adentros. Realmente ya no sé si es el odio, la venganza, o el miedo lo que me ha llevado a esta situación. Supongo que el mero hecho de haber dudado del daño que causaría a mis recuerdos, a esa aldea, merece alguna clase de castigo. O tal vez no me equivoqué y toda esta sangre es símbolo de lo que el ha hecho en algçun otro lugar. Dicen que esta dimensión que llaman fin del mundo, a menudo se conecta con tu vida en la realidad. Claro que... ¿quién ha vivido para realmente confirmarlo?

- Rin -una voz tenue se dirige a mi.

- ¿Qué? -¿cómo, quién y dónde?- ¿Quién está ahí?

Es una voz femenina, no la escucho del todo bien, está un poco distorsionada, pero siento que es conocida.

- Lady Irasue -responde.

La madre de Sesshomaru. ¿Qué hace aquí? Recuerdo como ella fue mensajera de Meikai-naru para Etsuko, ¿cuanta conexión tienen? ¿Es una trampa?

- No temas pequeña, Sesshomaru vino a buscarte, pero tan sólo las presas humanas de Meikai-Naru y sus siervos pueden estar aquí.

Sin contar, sin duda, con Meikai-naru que de algún u otro modo puede acceder a las mismísimas entrañas del mineral. Eso lo sé, porque en el fondo le sigo percibiendo.

- Tú... ¿eres su sierva? -me sorprende que alguien tan especial y poderosa sea sierva de ese horror de criatura- ¿Pero vienes a ayudarme? No... ¿no es una trampa? -ni que fuese a decirme la verdad en caso de serlo.

- Por favor... -ella continua hablando y yo, yo me choco como si hubiese un tope en mi camino, como si de una vidriera se tratase- confía en mi.

Me froto la frente por el golpe y miro hacia delante, hacia ella, la veo ante mi, al otro lado del muro invisible- Yo...

- Los siervos y las victimas nunca acaban en la misma dimensión, una es... como un limbo, ahí estoy yo -comienza a explicarme- el otro lugar es, lo que llamamos el fin del mundo, Rin, creo que tú...

Observo como titubea, sus palabras se traban y parece que teme que algo o alguien la esté escuchando.

- ¿Que yo?

- Él está debilitado y no pudo oír nada de lo que le dije a mi hijo, aquí sin embargo... -un rostro de tristeza es lo que hay ante mi- Puede que yo no sobreviva.

Me quedo estática, sé que tampoco hay un apego extremo entre Sesshomaru y ella pero sus palabras me preocupan y mucho.

- No digas eso, no puede...

- Si algo me sucede, ¿le dirás cuanto lo quería? -me sonríe y se quita el colgante que una vez utilizó para recuperar mi alma, logra que éste atraviese el cristal y llegue hasta mi- Ponlo alrededor de tu cuello, te protegerá.

El asesinato del Pequeño Conejo (Sesshomaru y Rin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora