Capítulo 24: El verdadero reencuentro

152 27 4
                                    

PDV de Sesshomaru

Lo último que observé fueron los cabellos plateados de mi madre deslizarse en picado hasta que toda su silueta se desvaneció. Yo me sentí impotente y me quede estático observando al vacío, las olas romper y, una vez más esa ausencia de aromas o esencias.

- Rin...

Murmuro para mí tras unos minutos de espera, expectante, ansioso, nervioso ¿asustado?. Aprieto el puño notando mis propias uñas clavadas contra mi piel, y todo tipo de recuerdos e ideas surcan mi mente. La angustia se va apoderando de mi hasta el punto de no percibir los peligros que me acechan. Si bien yo no puedo acceder en esa dimensión, algo me está atrayendo, algo me llama... ¿una trampa?

- Rin está ahí -murmuro con la mirada fija al vacío.

Si salto y no logro cruzar ningún portal a penas serán unos rasguños para mí, entre las rocas. Pero si accedo a cualquier lugar, ¿qué me asegura que vuelva a estar junto a ella? Irasue ha pedido toda mi confianza en ella.

Es entonces cuando distingo pequeños destellos de luz brotando del mineral, y algún sentido se agudiza.

Irasue.

No.

Una parte de mi nota algo extraño, como si de un hilo rojo que se conecta con las vidas que me importan se tratase, algo ha sido "cortado" con las tijeras del destino. ¿Mi madre? La he sentido por un instante, pero ya no la siento. Una parte de mi me dice que es porque por un instante he percibido el interior del lugar, otra se teme lo peor. Si bien ya quería saltar por Rin, el temor de lo que le haya podido suceder a un demonio como Irasue, me aterra lo suficiente: y salto.

Una vez más estoy en la oscuridad. Esta vez es diferente, no es para nada el lugar del que Rin me logró sacar. Sin embargo, aquí puedo poner rumbo y no floto en un limbo, hacia adelante o hacia atrás, no hay muchas opciones. Opto por seguir hacia adelante, por su mero significado, "avanzar en la historia", pero según me voy adelantando más parece expandirse todo y no logro sentir ni oír a nadie en ningún momento. Es entonces cuando choco contra una pared invisible o un campo mágico o algo, palpo con mi mano sobre este y logro percibir una vez más a mi madre. Parece una esencia perdida, no sé si la volveré a ver y por un instante la pena cubre mi ser. No me dejo aturdir por ello, y tras cerrar unos instantes los ojos los abro y poso mi vista en lo que aparece ante mi.

- Meikai....na...ru... -murmuro atónito, puesto que hace tan solo un instante no había absolutamente nada al otro lado de donde me había quedado retenido, y ahora, en un segundo, estaba ese espeluznante demonio tragándose a mi pequeña Rin.

- ¡RIN! -desprendo un grito de desesperación y golpeo con rudeza el muro de energía, lo aporreo cada vez con más intensidad y la desesperación comienza a consumirme, puesto que no estoy logrando absolutamente nada con ello. Intento usar mis garras para rasgarlo, hacer cualquier posible fisura pero nada- ¡NO TE ATREVAS A TOCARLA!

Mis gritos comienzan a ser ecos. ¿Ecos? No había ningún sonido de rebote hacía un rato, lo que significa que algo ha cambiado. Opto por moverme palpando la zona "amurallada" buscando cualquier acceso, cualquiera y entonces empiezo a ver como una lucha intensa de luz y oscuridad ocurre en el interior del lugar.

- RIN! -gruño cada vez más dolorido, como si la vida de Rin, que peligra, fuese la mía y me doliese todo el cuerpo. Por algún motivo me siento conectado con todo lo que está sucediendo. Si no me equivoco, logré vislumbrar en el cuello de Rin el collar de mi madre y en cierta forma, eso nos está uniendo ahora. ¿Por qué? No lo entiendo pero tampoco me da tiempo a darle importancia y ya cuando lo último que percibo es el alma de Rin alejarse del lugar y la silueta de Meikai-naru imponente caigo de rodillas con los puños tendidos contra la supuesta pared.

El asesinato del Pequeño Conejo (Sesshomaru y Rin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora