C24-. Crucificada P2

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Eran las 12 del medio día, estuve pensado en esa carta de Tobías; una carta extraña. Sin más preámbulos yo haría caso, no quería tener problemas con él, realmente lo amaba y no quería perderlo.
Era una estupida, si, soy una estupida la cual sabe que él; no tiene el mismo sentimiento por mi, no me ama. Lo daría todo por él, aún sabiendo la cruel verdad.

Me duche, coloqué una crema humectante en mi cuerpo y vestí con el conjunto de lencería blanco, encima de mi cuerpo coloqué el abrigo negro el cual me acompañó en mis noches de trabajo en el club. Me dirigí hasta la planta baja del hotel, allí estaba el chofer el cual me llevaría a aquel lugar desconocido.

—Buen día— dije al hombre con gafas negras y traje del mismo color.

—No tengo permiso para conversar con ud— encendió el auto, comenzó a manejar de forma cautelosa. Todo el camino hubo un silencio incómodo.
De repente entramos a la residencia de un tipo de casa... abandonada al parecer, mi mente solo se preguntaba, ¿Como Tobias había logrado conseguir este lugar?.

—debe bajar, señorita— dijo el chofer.

—Gracias— abrí la puerta, camine entre las piedras de la entrada de aquel casa. Toque un par de veces. Nadie salía. Mire por las ventanas, era una casa antigua de aspecto un poco tenebroso, pensaba en que quizás Tobías me había hecho una broma de mal gusto. Forceje la puerta y está se abrió.

—¡Tobias!— dije fuertemente.

Camine un poco por los alrededores, está casa tenía mucho polvo, notaba que no había sido habitada en muchos años.

—Esto es extraño...— tome con mis manos una copa y un vino el cual estaba sobre una mesa larga. Ese vino se notaba nuevo, no tenía rastros de polvo.

De un segundo a otro sentí que alguien colocó un paño húmedo en mi nariz y boca. Esa persona la cual no veía me tenía sostenida por la espalda. Mis manos soltaron la copa y el vino, estos cayeron directo al suelo rompiéndose en muchos pedazos.

—¡Ayuda!— trate de gritar pero fue en vano.

—Shh... tranquila dulce mujer, todo estará bien— dijo un hombre con su aliento y voz ronca cerca de mi oído.

A penas desperté, sentía frío y estaba muy confundida. Tenía algo en mis ojos lo cual me dejaba en plena oscuridad. Pero algo tenía a mi favor, mi boca estaba libre.

—¡Ayuda!— grite con todas mis fuerzas.

—Si prometes no volver a hacer escándalos, te dejare ver donde estás— dijo la voz de un hombre mayor. Lo notaba.

—lo...prometo— trate de mantener la calma.

El saco de mi vista lo que me mantenía en oscuridad.

—bienvenida, Kristinne— dijo un anciano el cual mantenía en su mano derecha una copa de vino con aquel líquido en su interior. —bebe de esto— lo colocó en mi boca y como pude tuve que tomarlo, sabía amargo y era de textura espesa.

—¿Que es eso?— trate de no vomitarlo, era asqueroso.

—oh! Querida, no te preocupes no es veneno— río bajo. —solo es una mezcla de cosas... es parte del plan— giró su cuerpo, procedió a caminar fuera de aquella habitación, así que yo traté de correr detrás de él y así escapar.

Para mi mala suerte fuera de la puerta había un Ghoul de la era de Opus Eponymous, él me atrapó y tomó entre sus fuertes brazos.

—Dulce mujer, no tienes que irte, te necesitan— dijo aquel Ghoul de voz grave.

—¡Suéltame o te golpeare!— forceje demasiado, nada ayudaba.

—Eres ruda— río fuertemente.
—vamos— dicho esto él me tomó entre sus brazos, sosteniéndome fuerte, caminó hasta otra habitación, esta tenía el piso color blanco, un blanco muy reluciente, las paredes eran negras, solo la luz tenue de muchas velas hacían resplandecer este frío lugar. Miré hacia el fondo y había una cama, extrañamente esa cama tenía cadenas, en las paredes habían candados y muchas llaves, lo que llamo mi atención fue una puerta color Borgoña.

—Esa cama... ¿Para que la usarán?— dije con mi voz entre cortada.

—Solo relájate, tranquila— me bajó de sus brazos hasta estar completamente tendida en la cama. —Dolerá un poco pero es normal— comenzó a afirmar de manera brusca mis muñecas y tobillos con las cadenas. Me dejó con la manos arriba de mi cabeza y con mis piernas abiertas.

—No abuse de mi, por favor— comencé a llorar.

—claro que no lo haré, dulce mujer, por ahora...— pasó su dedo índice desde mi boca hasta el comienzo de mis senos.
—Eso sucederá en un rato más— río con burla. Caminó hasta la puerta Borgoña y entró sin decirme nada.

—¡Sácame de aquí!— trate de moverme pero me hice daño. —ayúdame no seas malo— hablé con suplica. —¡Tobías!— comencé a sentir desesperación.

Salió por aquella puerta el mismo Ghoul.

—Creí que te había dicho que te relajaras- en su mano derecha traía otra copa con un contenido color verde. —debo asegurarme que lo bebas todo.— lo coloco en mi boca y lo trate de tomar, se derramo por las comisuras de mi boca.

—Esto... sabe mal— Lo vomite todo, empapándome entera.

—Serás estupida, ¡apuesto que comiste!, te dijeron que no debías comer nada.— tomo con su mano mi cara y la movió en signo de desaprobación.

—Solo desayune— dije tratando de no vomitar más.

—bebe lo último que quedó— me dio el último sorbo y este bastó para que comenzara a sentirme mareada.

—me desmayaré.— fueron las últimas palabras que dije.

El Ghoul libró a Kristinne de aquellas cadenas, la dejó en el suelo y la limpió. Cambio todo lo necesario de la cama para que estuviera impecable para el suceso que vendría ahora. El suceso que cambiaría la vida de esta chica.

—Espero que seas fuerte, dulce mujer— decía el Ghoul a Kristinne, ella estaba aún sin despertar. Él le acariciaba el cabello con ojos de compasión, sabía que quizás no resistiría lo que vendría ahora.

"Lo daría todo y más..." -•Tobias Forge•- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora