Capítulo 14

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Isabela no pudo encontrar a Chía por ningún lado a la hora de la salida y por celular esta no contestaba, al ver que no lograría nada decidió en caminar hasta la cafetería donde le gustaba ir comprar un té e irse a su casa

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Isabela no pudo encontrar a Chía por ningún lado a la hora de la salida y por celular esta no contestaba, al ver que no lograría nada decidió en caminar hasta la cafetería donde le gustaba ir comprar un té e irse a su casa. Para su suerte esta estaba cerrada por alguna situación y tuvo que caminar tres cuadras mas para llegar a su segunda opción. El lugar estaba lleno así que tuvo que hacer fila por veinte minutos. Miraba a la gente a su alrededor al notar un par de parejas sintió nostalgia. Llevaba mas de seis años soltera, porque contaba el tiempo... su madre era muy sutil en esa cuenta y se lo dejaba claro siempre que platicaban. Cuando al fin fue su turno un joven la atendió.

— Un té de frutos rojos, por favor — dice Isabela.

— Muy bien, nada más Isabela — dice el joven frente a ella, Isa duda un momento ya que no le había dicho su nombre.

— Perdón...

— No me recuerdas, tanto he cambiado — dice él con una sonrisa mientras prepara su pedido. Isabela lo observa con mas detenimiento sin poder reconocerle. Cabello negro, ojos color miel, una sonrisa encantadora en un hombre de casi uno noventa de estatura, llevaba sus lentes de aumento en el cabello.

— No, la verdad es que no te recuerdo, ¿Nos conocemos? — dice con mucha duda, poniéndose nerviosa por la forma tan familiar en la que la ve.

— Cabello peinado hacia atrás con tres kilos de goma, hablaba muy diferente por culpa de mi retenedor... — dice él poniéndose los lentes.

— Renato — dice Isabela mirándolo a los ojos. Renato había sido su mejor amigo en la primaria y en el ultimo año él tuvo que irse de la ciudad por cuestiones del trabajo de su papá.

— Realmente no te costo tanto reconocerme — dice entregándole su té.

— ¿Cómo me has reconocido? — pregunta ella.

— Aparte de las trenzas y de la mochila color rosa, eres la misma Isabela... por favor me gustaría platicar contigo no se si tengas tiempo de quedarte — dice él, Isabela sonríe y acepta esperarlo en una de las mesas. Él deja su mandil y la sigue.

— No tendrás problemas...por dejar tu trabajo — dice ella señalando a la barra, él le sonríe y le señala que se siente.

— Soy amigo del dueño — dice cuando se sientan.

— Tienes privilegios entonces — bromea.

— No puedo creer que seas tú, pensé que nunca mas te volvería a ver, pero es agradable haberme equivocado.

— Perdón por no alcanzarte, no pude llegar para despedirnos como quedamos — dice mirándolo con tristeza.

— No te preocupes, mejor cuéntame de ti... quiero saber que es de tu vida...

Isabela comenzó a platicar con él, recordaba a Renato de la primaria y era interesante verle de nuevo totalmente diferente, la platica se fue entre anécdotas de infancia y de sus nuevas vidas, después de dejar los rodeos él acepto ser socio del dueño de la cafetería y que solo había pasado a checar unas cosas, pero al ver que estaba lleno decido ayudar. Poco a poco volvieron a platicar con la misma familiaridad.

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