Bruno camina detrás de Isabela, tenían escasos diez minutos caminando por los alrededores del restaurante después de comer, la mesera había insistido que el paisaje era mágico y especial a esa hora del día y el mayor daba por hecho sus palabras, mirar a Isabela caminar entre los arboles con el color verde vivo en todos lados, resaltaba su cabello que ondeaba con sutileza o mágicamente como Bruno piensa, su sonrisa era la expresión perfecta de felicidad, cada vez que ella voltea a verle y le sonríe él pierde el control de sus pensamientos negativos que le piden y le gritan que no debe estar con ella, pero que hace ahora si solo eso es lo que desea.Por su parte Isabela esta cohibida por la manera en la que él la observa, ha volteado a verlo y ni siquiera a podido mirarlo directamente mas de un minuto seguido, ella mira el cielo en repetidas ocasiones sin duda es perfecto esa combinación del atardecer que apenas da indicios de que llegará. Se esconde detrás de un árbol y él se detiene, Isabela se asoma y le sonríe, comienza a correr y Bruno le imita yendo tras ella, ágilmente llega hasta ella tomándola de la cintura por detrás y haciéndola girar, ella ríe a carcajadas y él lo disfruta. La abraza con fuerza, ella se gira y le mira a los ojos, Bruno acaricia su mejilla y aleja el cabello que se ha adherido a su frente.
— Me gusta estar contigo — dice Isabela con una sonrisa.
— ¿Segura? Ya no soy un ogro — dice el alzando una ceja.
— Yo nunca dije eso — dice ella sorprendida y golpeando su pecho levemente.
— Pero lo pensaste — dice riéndose de su actitud y su mirada.
— No fuiste amable conmigo en un inicio... es algo lógico que pensara eso de ti — dice ella logrando que él cambie su mirada, pero ella sonríe. Bruno la toma de la cintura y la alza, Isabela inmediatamente se aferra a sus brazos, no es una altura de consideración, pero es Isabela Manzur, la altura si sea más mínima puede causarle incomodidad.
— Perdón, no quería asustarte — dice bajándola inmediatamente, Isabela parpadea un par de veces.
— Tan mal cara me viste — dice apenada.
— Vi pánico en tu mirada — dice él suavemente.
— Perdóname, es que... yo... lo siento enserio, no estoy loca, pero a veces creo que sí, no puedo ni siquiera mirar por la ventana de mi departamento, por eso mantengo las cortinas cerradas la mayor parte del tiempo — dice ella mirando sus manos.
— Pero es un primer piso...
— Si, pero ya puedo ver por la ventana... a veces... lo juro — dice lo último en voz baja apenada.
— Yo no te estoy juzgando Isabela — dice con calma. Isabela lo mira después de dudar un poco.
— Gracias...
— No soy nadie para juzgar tu miedo a las alturas, ni tus ataques de pánico por ello, yo no soy perfecto — dice acariciando su mejilla.
— Para mí lo eres — dice ella tomando su mano que aun está en su mejilla.
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Desde aquel momento 🗒🤍
RomanceIsabela vive enamorada de su jefe desde hace cuatro años, un día toma el valor de confesar su amor con la intención de soltar ese sentimiento y por primera vez en años sentirse libre, lo que ella no esperaba es confesarse al hombre equivocado... I...