Bruno e Isabela entraron corriendo por las puertas del hospital, empapados del trayecto del estacionamiento a la entrada de urgencias, la lluvia arreció de golpe cuando salieron del departamento de Isa, habían llamado a Bruno para informarle el accidente de Pablo, su corazón se congeló ante esa noticia. Isabela había llorado durante el camino sin hacer mucho ruido, no deseaba alterar más al hombre a su lado que su rostro mostraba la angustia y sus ojos desencajado gritaban que algo no estaba bien dentro de él.
—Parentesco...
Exigió la enfermera de recepción ante un altercado Bruno que ordenaba ver a su amigo.
—Soy la persona responsable, su contacto de emergencia, puede revisarlo, soy lo único que tiene.
Habló con tanto dolor y desesperación que Isabela llevó las manos al pecho. Miró directamente a la enfermera suplicando un poco de empatía.
—Él está en observación y la otra persona en cirugía.
—¿Quién estaba con él?
Ni siquiera pudo la enfermera revisar el nombre cuando un estruendo se escuchó desde la entrada principal.
—¡Mi hijo! ¿Dónde está mi hijo?!
Su madre entraba a grito y escándalo aporreando puertas y montando un escándalo. Dos enfermeras se fueron hacia ella.
—Braulio Campos...
—¿Cómo?
Preguntó la enfermera, Bruno pronunció el nombre de su hermano levemente.
—Braulio Campos, es él la otra persona. Es mi hermano.
La miró directamente a los ojos, la mujer revisó el registro.
—Si, su estado es delicado, está en cirugía de emergencia, el pronóstico es reservado, existe una posible lesión a nivel cervical.
—¡Déjenme ver a mi hijo!
El grito desgarrador de la madre de Bruno rompió con la paz de todo el hospital. Isabela observaba todo en silencio sin saber que hacer. Acongojada por la siguiente noticia. Intentaba verse fuerte por Bruno, su mirada deambulaba entre todos los espacios, Bruno se dejó caer en el suelo sentándose frente a ella sin verla.
—Deberías ser tú.
Las palabras fueron escupidas con crueldad de la mujer que años miró elegante y soberbia entrar en la oficina de su jefe.
Bruno alzó la vista y se quedó en silencio observándola con una mirada rota.
—Tú y tú padre fueron lo peor que me pudo pasar, te veo y lo veo a él, te odio y te aborrezco. Te llevaste mis mejores años. Yo los odio.
La mujer no pudo continuar con semejantes aberraciones, Isabela le retumbó el rostro con una cachetada que la hizo caerse de espalda por lo mojada que estaba.
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Desde aquel momento 🗒🤍
RomanceIsabela vive enamorada de su jefe desde hace cuatro años, un día toma el valor de confesar su amor con la intención de soltar ese sentimiento y por primera vez en años sentirse libre, lo que ella no esperaba es confesarse al hombre equivocado... I...