Capítulo 8

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Isabela despertó muy temprano animada pensando en la noche anterior, sentía como si hubiera pasado algo muy especial pese a que su celular quedo totalmente inservible, se alisto y desayuno algo, eso era poco común en ella, pero al despertar tan te...

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Isabela despertó muy temprano animada pensando en la noche anterior, sentía como si hubiera pasado algo muy especial pese a que su celular quedo totalmente inservible, se alisto y desayuno algo, eso era poco común en ella, pero al despertar tan temprano la mañana le estaba rindiendo. Salió rumbo a la oficina y llegó a las siete y media, don Alberto la recibió y como era de esperarse nadie aun había llegado a la empresa más que solo los de mantenimiento.

Al entrar a su oficina comenzó a preparar las cosas, tarareando equis canción que ni ella misma sabia cual era solo eran notas simples que denotaban su estado de ánimo. Entró al privado de su jefe favorito y acomodo con cuidado sus cosas le dedico una sonrisa a una de sus fotos y prosiguió a hacer lo mismo a la oficina de enfrente, abrió y se quedo sorprendida... los papeles estaban regados por todos lados, la sillas volteadas y aventadas, era un desastre como si alguien hubiera entrado a robar, pero los del aseo estaban muy calmados, decidió no mover nada y llamar a mantenimiento.

— don Alberto, hola de nuevo nadie ha venido a limpiar la oficina del señor Bruno — dijo con calma.

— Isabela el señor Bruno ha pedido que nadie entre a su oficina más que él, nadie de mantenimiento puede entrar, dejo una nota en el área.

Isabela colgó el teléfono y miro de nuevo el desastre a su alrededor, suspiro, sin perder el tiempo levanto cada una de las sillas y las puso en su lugar, papel por papel lo empezó a acomodar, se sentó en el suelo y los acomodaba por página, no sabía que había pasado ahí, pero algo no estaba nada bien, recordó la llamada, tal vez él la llamo para algo importante pensó, pero recordó el percance con su madre donde la mujer arremetió contra él, después los comentarios de Braulio sobre lo que él le hizo y por más que quería pensar algo las cosas no estaban cuadrando nada. Estaba tan metida en lo que estaba haciendo que no escucho el elevador. Bruno entró a la oficina y la miró en el suelo.

— ¡¿Qué estas haciendo?! — la voz de Bruno la asusta y ha gritado por ello.

— Yo... yo estoy acomodando... — dijo asustada con los papeles arrugados en sus manos y mirándolo.

— ¡Deja todo y sal de aquí ahora! — repite su tono de voz autoritario y ella sin pensarlo sale de la oficina sin oportunidad de decir nada más, solo escucha el portazo que retumba en el silencio de la oficina.

Ya afuera procesa lo que ha pasado él la ha mirado de una manera dura y sobre todo le ha gritado, porque eso fue lo que paso le grito con coraje. Intenta calmarse y no llorar, pero se siente rara y sobre todo dolida, Isabela es una mujer demasiado sensible su madre se lo ha dicho miles de veces, pero no tiene la culpa de ser una mujer que llora por todo, no heredo el carácter duro de su madre si no el de su padre que es un pan de dios que soporta a la mujer que tiene, por lo menos es lo que escucho de su abuela paterna muchas veces de niña, inconscientemente estaba temblando busco su taza y decidió tomar un poco de té para minimizar el momento, el ambiente era horrible de solo pensar que él puede salir de su privado y gritarle de nuevo por entrar.

Desde aquel momento 🗒🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora