Isabela vive enamorada de su jefe desde hace cuatro años, un día toma el valor de confesar su amor con la intención de soltar ese sentimiento y por primera vez en años sentirse libre, lo que ella no esperaba es confesarse al hombre equivocado...
I...
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Isabela acomodaba algunos pendientes en la oficina, estar sola en ese lugar le parecía increíble, pero los días habían sido así, todas las citas se habían pasado a las siguientes semanas y Omar estaba fungiendo como el jefe emergente ante cosas realmente urgentes.
Miraba el reloj de reojo esperando salir lo antes posible para encontrarse con Bruno en el hospital, el ruido del elevador la alertó, esperó a quien había llegado para atenderlo rápidamente, al salir cual fue su sorpresa, Tara la esperaba con una sonrisa maliciosa en sus labios.
—Te he estado buscando en el hospital, pero tuve que venir hasta aquí —dijo entrando a la oficina de Bruno, eso la tomó por sorpresa había olvidado cerrar con seguro.
—No puede estar aquí —ordenó Isabela
—Querida es la oficina de mi esposo, te recuerdo, mi esposo y tú solo eres su amante —vociferó con acidez.
—Le pido que se vaya antes de llamar a seguridad —dijo secamente Isabela.
—Mira estoy aquí para hacerte un favor mosca muerta, tanto deseas a mi esposo, debes lidiar con todo esto —dijo aventándole el sobre que llevaba en las manos al rostro. Isabela dejó el sobre caer.
—¡Salga de esta oficina! — trató de mantener las formas.
—Eres tonta, Bruno no puede estar a tu lado, yo soy la única mujer que lo ama. Lo acepto con sus demonios, tú a la primera, huiras de él —dijo con dolo.
—No tengo porque hablar contigo sobre mi relación, ustedes ya no están juntos desde hace tiempo.
—Querida eso es engañarte a ti misma, miras este anillo es más de lo que me une a él.
Isabela volvió a insistir en que se retirara, Tara caminó con pose demandante frente a ella, señalo el sobre y se alejó hacia el elevador, Isabela suspiró harta de lidiar con esa mujer, miró el sobre en el suelo. Lo tomó con la intención de tirarlo, pero no pudo con las ganas de saber que trama aquella mujer, cerró la oficina con seguro y se sentó, dudo por un momento.
Abrió el paquete sobre el escritorio, un folder presentaba unas cuantiosas hojas, al abrirlo algunas fotos la congelaron amargamente, sus ojos no podían descifrar si eso era una broma absurda de aquella mujer. Las fotos la mostraban a ella cubierta de sangre, algunos cortes en brazos, una herida en el rostro, un moretón cerca de la boca. Cada foto era el retrato de un abuso en el cuerpo de Tara. Dejó las fotos de lado para indagar en el escrito que cundía en por lo menos veinte hojas.
Comenzó a leer, sus ojos se abrían a cada palabra que decía en el documento, relataba hechos y momentos tan duramente que tuvo que tomar un poco de aire. Volvió a leer cuando creyó que podía continuar...