C I N C O

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No pegué ojo en toda la noche, los nervios no me dejaban conciliar el sueño y ahora que puedo ver cómo el sol aparece a través de mi ventana, soy consciente de lo cansada que estoy

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No pegué ojo en toda la noche, los nervios no me dejaban conciliar el sueño y ahora que puedo ver cómo el sol aparece a través de mi ventana, soy consciente de lo cansada que estoy.

Ayer fue un día de grandes avances, conseguí no solo hablar con Jungkook, sino también tener una cita con él, aunque adaptándome a sus normas, claro. Quedamos a la hora de siempre en el sitio de siempre y desde allí fuimos a tomar algo durante una hora, me dejó bien claro que "una hora, solo", que no quería perder más tiempo conmigo. Sus palabras fueron un tanto duras, pero ver que aceptó mi proposición bastó para contentarme, tenía tan pocas esperanzas de que dijese que sí... y eso que yo no soy de las que se desaniman fácilmente. Por algo se empieza. Tengo que reconocer que es uno de los casos más dificiles a los que me he tenido que enfrentar hasta ahora, pero eso me supone un reto. Y me gusta.

Me levanto de la cama con una fuerza impetuosa, dejando el cansancio a un lado, y pongo el tocadiscos para animarme aún más. Sin lugar a dudas, este objeto siempre será el más importante de mi vida. Sé que está pasado de moda y que seguramente hay mil formas más sencillas de escuchar música; sin embargo, para mí tiene un valor que no tienen todas esas otras opciones: este tocadiscos pertenecía a mi padre, y él siempre lo utilizaba por las noches para bailar alguna que otra canción junto a mi madre.  Recuerdo verlos abrazados, moviéndose al compás de la música... Esas imágenes nunca desaparecerán de mi mente y por eso mismo, ellos siempre permanecerán vivos en mí.

Abandono mi habitación bailando y voy hacia la cocina. En cuanto abro la nevera para coger el cartón de leche, escucho abrir la puerta de la habitación de Mingyu.

Princesa, ¿puedes bajar un poco la música?  —me pregunta apareciendo en la cocina con los ojos medio cerrados y vestido tan solo con sus calzoncillos de flores hawaianas.

¡Pero si te encanta Elvis Presley! —Exclamo. Los dos somos grandes fanáticos de la música del Rey.

Ya —hace un silencio—, pero no estoy solo —susurra señala su cuarto.  Vaya, qué raro. Entorno los ojos y apago el tocadiscos.

Mientras estoy preparándome un café con leche, vuelvo a oír la puerta de Lucas.  Me giro esperando verlo aparecer de nuevo por la puerta, pero esta vez es la chica la que se para ante mí. Es bastante directa:

¿Dónde está el baño? —Me quedo un poco cortada ante su pregunta. ¿Ni siquiera un buenos días? ¿Acaso no puede decírselo a Mingyu? La chica es espectacular, tiene una melena negra impresionante y unos ojos apabullantes. Como si me hubiera leído el pensamiento, me contesta—: Mingyu se ha vuelto a quedar dormido y no puedo preguntarle.

Al final del pasillo—respondo ante su aclaración. Aún así, nuestra casa es muy pequeña y no le habría costado más de diez segundos encontrar el aseo. Supongo que querrá marcar territorio o algo por el estilo, me parece tan patético que tenga la necesidad de hacer algo así...

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