D O C E

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Le he pedido a Jungkook que se fuera, que me dejase sola. Me ha costado convencerlo, pero tras hablar con Mingyu por teléfono y este decirle que estaba a punto de llegar, ha acabado yéndose a su casa para comenzar con el tema de la denuncia.

Ahora mismo soy una bola de tristeza y rabia que solo ansía desaparecer, que solo desea que el mundo la engulla y no tener que preocuparse por nada ni por nadie. No sé cómo describir lo que he sentido al ver el estropicio de mi habitación. De repente se ha apoderado de mí una especie de ira sosegada pero que, al mismo tiempo, ardía con fuerza. Me he sentido enfurecida, sí. Y a la vez tan desolada que la ira ha dejado paso a la tristeza en apenas unos segundos. Ha sido como si un incendio se apagarse de golpe gracias a toneladas de agua.

Es curioso, el fuego. Siempre lo emparejamos con el amor, pero también lo unimos a la ira. ¿Cómo sentimientos tan diferentes pueden tener un elemento en común? En verdad la respuesta es fácil: porque ambos arrasan tu interior.

¿Eunha? —Es Mingyu, acaba de abrir la puerta y oigo cómo sus pasos se acercan hasta mi cuarto.

No me gusta que nadie me vea mal, cuando muestras tus debilidades todos saben dónde han de atacar. Pero se trata de mi compañero de vida, así que me da igual. Él ha estado siempre aquí, en los buenos y en los malos. También en los peores.

¡Oh, Dios mío, ¿qué ha pasado aquí?! —pregunta al ver todo patas arriba. A continuación, Mingyu me coge entre sus brazos y me acuesta en la cama, tapándome con la manta y ofreciéndome la almohada a la que siempre duermo abrazada—. Vas a explicármelo con pelos y señales.

Tú deberías saberlo mejor que nadie —respondo con resentimiento mientras me giro y le doy la espalda.

Eunbi, estoy muy preocupado.

¿Le hablaste del juego de llaves extra a Tzuyu?

Esa pregunta llevaba rondándome la cabeza desde que llegué con Jungkook. Esa chica solo ha podido entrar aquí con una copia de las llaves. Mingyu y yo tenemos un juego de llaves extra por si algún día tenemos un percance. Lo escondemos bajo la maceta de la entrada, y en ese año solo tuve que utilizarlo un par de veces.

Mmm... Sí —asiente sin entender el porqué de mi pregunta.

Ahí tienes la explicación.

No necesito volverme para ver que Mingyu ya está atando cabos. Lo notó en sus movimientos: se incorpora y comienza a caminar alrededor de la cama.

¿Por qué iba a hacer ella algo así?

Tzuyu era la novia de Jungkook, Jungkook la dejó influenciado por mí —decido coger el toro por los cuernos, quiero quitarme este peso de encima lo antes posible, así que lo suelto a bocajarro. Necesito olvidar todo lo que ha ocurrido antes de que mi mente lo grabe para siempre.

¿Qué? ¿Me estás tomando el pelo?

No.

¿Por qué cojones no me lo dijiste, Eunha? ¿O por qué no se lo dijiste a Jungkook?

Mingyu acelera sus pasos y eleva el tono de voz: no comprende absolutamente nada.

Tzuyu me amenazó con hacerte daño, tenía miedo.

Aún le estoy dando la espalda, no podría decirle todo esto mirándolo a los ojos. La vergüenza que siento me cohíbe. Me encuentro aovillada en la cama como si fuese un bebé, abrazada con fuerza a una de mis almohadas y con la vista fija en la ventana.

¿Solo ha hecho esto?

Ante su pregunta, me quedo callada. Sé que la respuesta que va a recibir lo destrozará, pero también sé que no puedo mentirle.

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