D I E C I S É I S

116 18 6
                                    

CUARTA SEMANA

Mal.
Mal.
Mal.
Mal.
Todo mal.

Han pasado ya seis días desde lo ocurrido, seis días en los que he sufrido tanto... He leído tantas veces que el amor no duele, pero he sufrido tantas veces por amor...

Parecerá exagerado y ridículo que tan solo un beso provoque en mí tanta tristeza, pero no fue solo un beso. Fue traicionar mis normas, engañarme a mí misma.

Fue perder a Jungkook.

Porque sí, en esta ocasión desapareceré para siempre, no puede volver a saber más de mí. Jungkook debe olvidarme, porque yo no puedo seguir trabajando con él. Esta vez no puedo seguir.

Durante estos días no ha parado de telefonearme, de mandarme miles de mensajes, de llamar al timbre en un par de ocasiones... Llegado el sexto día, creo que por fin se ha rendido.

Siento tanta pena, tanto dolor... Me maltrato a mí misma pensando sin parar en el concierto, recreando el beso y recordando todos los momentos que vivimos juntos. Puede que no nos conociésemos desde hace mucho, pero a veces la intensidad se antepone al poderoso tiempo.

Y si se puede describir a Jungkook con tan sólo una palabra, sería esa, "intensidad". Hacía años que no le abría mi corazón a nadie... No sé ni muy bien por qué, pero él provocó en mí una reacción extraña, ni siquiera sé cómo lo consiguió pero se hizo de mi atención, con mis ganas de más, con una gran parte de mi corazón.

Quizá sea, en parte, por mi gran dramatismo. Porque cuando quiero, quiero hasta el fondo, y cuando odio, odio a más no poder. Me entrego totalmente o me aparto radicalmente. Y para entregarme, necesito ver esa luz que vi en Jeon, esa correspondencia que (aunque me costó descubrir) me acabó demostrando.

Nadie entenderá por qué sufro tanto, solo Mingyu, que acaba de llamar a la puerta de mi habitación para traerme las tortitas que estaba preparando.

¡Aquí están las tortitas antilágrimas!

Gracias, Mingyu—digo entre sollozos.

¿Te ha dado otro bajón? —pregunta al verme llorar de nuevo.

Cuando se está triste, se tienen esos momentos de felicidad espontánea en los cuales te olvidas de todo y ahí es cuando el mundo piensa que ya estarás bien y que ya has olvidado lo ocurrido. Pero, de repente, tu mente te vuelve a recordar lo desgraciada que eres y las lágrimas, esas amigas tan enemigas, asoman de nuevo por tus ojos. Estar mal es como montarse en una montaña rusa.

No es solo por Jungkook, ¿verdad? Todo esto ha removido mi que ocurrió con...

Están muy buenas —afirmó interrumpiéndolo mientras pruebo las tortitas. Mingyu entiende perfectamente que no quiero que mencione ese tema, por lo que me sigue el rollo.

Ya sabes que soy todo un experto —comenta guiñándome el ojo con una de sus mejores sonrisas.

Ambos guardamos silencio, yo porque estoy comiendo y Mingyu porque me está observando con una expresión que no soy capaz de descifrar.

¿Qué te pasa?

Creo que te estás equivocando... —susurra mientras niega con la cabeza, dejando de mirarme.

Vamos, Mingyu, no compliques las cosas.

Estos años te has ido alejando por miedo de todas las personas que empezaban a quererte, Eunbi. ¡No puedes expulsar a todos de tu vida porque una sola persona te haya fallado!

Mingyu parece indignado, habla gesticulando mucho, en exceso.

No lo entiendes...

¡Claro que lo entiendo! ¿He dicho algo durante estos dos años? —Guardo silencio ante su pregunta—. ¡Responde!

No.

Pues si no lo he dicho, es porque te entendía. Entiendo su trauma, tus miedos, conozco tu pasado... Pero, Eunha cariño, ya has dejado pasar mucho tiempo. Tienes que empezar a ser la de antes.

No sé qué decir, ni siquiera sé qué pensar. Tengo la mente en blanco, así que me limito a seguir escuchándolo.


Eunbi, en tu vida solo me tienes a mí. ¿Y si algún día no estoy? ¿Y si algún día te fallo o tú me fallas?

Pero yo no te pienso fallar, y sé que tú a mí tampoco...

Lo sé Eunha, joder —se lamenta llevándose las manos a la cabeza con desesperación—. Pero no puedes depender de mí, tienes que empezar a atar lazos, a echar raíces en más jardines, a... No sé me ocurren más metáforas, pero creo que queda claro. ¿Lo entiendes?

Mingyu, tengo miedo...

Cariño, porque una persona te fallase no quiere decir que todas vayan a hacerlo. Sé que dejó una profundísima herida en ti, sé que aún tienes esas pesadillas... No puedo decirte que todo irá genial con todo el mundo, tendrás más decepciones y sufrirás, pero también te toparás con gente maravillosa que te aportará mil cosas. Lo que no puedes hacer es vivir con la mentira, con los ojos vendados, seguir con este trabajo que, sí, te deja hacer cosas maravillosas por los demás, pero a ti... te aísla de conocer a la gente de verdad.

Aunque hasta ahora no he querido verlo, Mingyu tiene razón. Utilizo mi trabajo como un escudo para sociabilizar y a la vez no crear vínculos, porque tengo miedo atroz a meter a personas en mi vida. Mis reglas son perfectas para eso. Son un blindaje para el corazón. Una coraza para el miedo. Un miedo que he de superar.

No quiero tomar la decisión por ti, Eunbi. Tienes que ser tú quien quiera hacerlo. Hagas lo que hagas, sabes que tendrás mi apoyo, pero creo que es el momento perfecto para provocar ese cambio que necesitas.

Jungkook me odiará ahora mismo... Estará harto de tantos tiempos absurdos, no querrá verme más.

Eso nunca lo sabrás, a no ser que...

Tengo que arriesgar.

Apuesta, cariño. Quedándote aquí no consigues nada. Si pierdes la apuesta, estarás como ahora. Pero si ganas... —me insta mientras me mira con una expresión cargada de astucia.

—¿Y si me hace daño?

Me avisas y me paso por su casa—responde remangándose mientras se ríe. Y la verdad es que a mí también me saca una sonrisa. No solo hace las mejores tortitas del mundo, es el mejor amigo del mundo.

Gracias, Mingyu. Sin ti no sería más que un escombro metido en la cama—digo riéndome también.

Eso también habrá que cambiarlo. Tienes que empezar a valorarte más, a quererte más y a luchar tú sola contra el mundo, que puedes de sobra.

Ambos nos fundimos en un abrazo.

Son la siete de la tarde, todavía estoy a tiempo de cambiar el rumbo de mi vida, de volver a tomar el control y de comenzar a perder este miedo que lleva consumiéndome hace tanto tiempo.

Ha llegado el momento.





Mingyu es un eunkook shipper por lo visto, ¿pensáis que el tiene razón?

Siento mucho la tardanza.

OCHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora