O N C E

151 24 14
                                    

Su pelo moreno y su esbelta figura la delatan: es Tzuyu.

Tiene el rostro empapado en lágrimas y sus movimientos son muy violentos a la vez que apresurados. Se me paraliza el corazón al pensar qué ha podido pasarle para estar tan destrozada. Cuando me ve, me lo aclara rápidamente.

¡Todo es por tu culpa! —grita acercándose a mí con unos ojos inyectados en rabia y furia. Estoy en el lugar incorrecto en el momento más inoportuno.

¿Qué? —susurro sin entender nada.

Ella se acerca todavía más y me agarra por el cuello, empotrándome contra una de las columnas de piedra que flanquean la puerta de la mansión. De repente, noto cómo mi consciencia se sumerge en mi interior hasta llegar al fondo de mis entrañas dejándome paralizada. Debería defenderme pero no hago nada. Me quedo ahí, estática, como si estuviera viendo la escena desde fuera de mi cuerpo. Como si esto le estuviera ocurriendo a otra persona. No reacciono bien a la violencia. El único movimiento que soy capaz de ejecutar es el de fijar mi mirada en el rostro demudado de Tzuyu, viendo cómo el odio invade cada una de sus expresiones.

Voy a joderte la vida, te lo juro. —Y por muy amenazador que suene, por mucho que sus ojos me indiquen con su fuego que es muy capaz de cumplirlo, no son sus palabras las que me provocan escalofríos, sino su tono de voz. Es como si la furia ciega hubiera dejado paso a la determinación. Emplea un tono bajo y elocuente, propio de las películas de terror.

Yo no he hecho nada —intento decir lo más alto que puedo, peleando por que esas palabras no se queden dentro de mi cabeza y salgan al exterior. Todo mi ser está helado e incluso abrir la boca supone un gran esfuerzo.

¿Qué no has hecho nada? ¡Eres una zorra!

Puede que su voz sea baja, pero Tzuyu acompaña sus palabras con gestos cada vez más agresivos, sus manos aprietan mi cuello con más fuerza y me siento demasiado débil como para actuar en su contra. Por un momento, creo que estoy al borde de la inconsciencia, como si todo lo que está ocurriendo no me estuviese pasando a mí.

¡LEl texto que copies se mostrará automáticamente aquío has estropeado todo! ¡Todo!

Tzuyu finalmente aparta las manos de mi cuello, pero acto seguido alza el brazo y cierra su puño, preparando un golpe que dirigirá directamente a mi barbilla. Cierto los ojos para recibirlo y segundos después noto en mi mejilla ese ardor que ya había olvidado, ese dolor que más que físico corrompe tu dignidad y tu amor propio.

¡Te lo mereces! —vocifera sin piedad mientras vuelve a golpearme. Intento mirar a mi alrededor buscando la salvación en algún transeúnte, pero la calle está vacía: la casa de Jungkook está demasiado aislada, sola como yo. Intento por todos los medios hacer que mi cuerpo reaccione, intento moverme y escapar de su agarre, pero el miedo me atenaza y me vuelve sumisa ante ella.

Después de tres golpes, el cuarto no duele tanto. Y el quinto, que se aproxima a mi cara de nuevo, dolerá menos que el anterior. Ya lo sé, solo tengo que dejar de pensar en ellos. Y en eso me concentro. Y funciona. El quinto golpe es como si no llegara, ni lo noto. De hecho, no lo noto. Eso es extraño. Abro los ojos y, así es, el quinto golpe no ha llegado porque hay algo que lo frena, alguien que lo detiene. Abro los ojos y lo veo a él.

¿Qué haces Tzuyu? —grita muy cerca de mí. Se lleva las manos a la cabeza.

Me dejo caer al suelo, libre ya de la ira de Tzuyu. No soy capaz de apreciar su expresión, los golpes me han aturdido sobremanera y solo veo manchas que van y vienen.

Tzuyu no abre la boca, se vuelve hacia Jungkook y comienza a pegarle, pero él, a diferencia de mí, agarra sus manos con mucha eficiencia y le impide propinarle ni un solo golpe. Es como ver actuar a Tzuyu en cámara lenta, ha frenado toda su furia con un movimiento rápido, con decisión, actuando. La reacción de Jungkook me hace sentir patética e inútil: ¿cómo pude permitir sus gritos, sus golpes?

OCHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora