Q U I N C E

151 23 22
                                    

Ayer las cosas no pudieron ir mejor.

Cuando el viaje en barco terminó, el capitán nos dijo que podríamos volver en un año, siempre y cuando lo hiciésemos los dos juntos. Jungkook y yo nos miramos y ambos sonreímos, pensando en si al cabo de un año volveríamos a surcar juntos el mar.

Después, volví a casa para comer con Mingyu. Pensé en invitar a Jungkook pero sería una situación demasiado incómoda, aún es muy pronto.

¡Hola, princesa! —saluda Mingyu entrando por la puerta. Son las siete de la tarde y se ha pasado todo el día fuera de casa, tenía un trabajo muy importante—. ¿Cómo estás? Te veo mucho mejor.

Es que estoy mucho mejor—le aseguro con una sonrisa.

Cada vez tengo más claro que la actitud que muestras ante tus problemas es crucial. La felicidad de una persona no depende totalmente de ella, como se acostumbra a decir. La felicidad no sólo depende de ti, sino también de tus circunstancias. Muchas veces tenemos que pasar por cosas que nosotros no elegimos, afrontar problemas que no son nuestra responsabilidad. Sí que decidimos, en cambio como nos enfrentamos a ello. Sin embargo, por mucho que nos apoyen y nos animen, no estaremos bien hasta que nosotros decidimos estarlo.

No me gusta estar triste o desanimada... Pero la tristeza y el desánimo son sentimientos que también hay que experimentar e ignorarlos es un grave error. La vida haya que vivirla con sus pros y sus contras, pasar los malos momentos para saber cuáles son los buenos. La felicidad no es eterna y tampoco es incondicional, no estar preparada para su ausencia es un gravísimo fallo.

Me alegro, yo voy a echarle una siesta, ha sido una jornada agotadora.

¡Mingyu! —lo llamo al ver que ya se va hacia su habitación—, creo que cenaré fuera.

¿Y eso?

Estoy preparando un nuevo plan para Jungkook: hay un concierto de un grupo tributo a Nirvana y creo que le encantará.

¡Buena idea! —exclama y, acto seguido, se encierra en su habitación.

Yo me levanto y cojo el portátil para buscar las entradas de ese concierto. Es a las diez y media de la noche, así que tan solo quedan cuatro. He tenido muchísima suerte al conseguirlas con tan poco tiempo de antelación.

Invitaré a Jungkook a cenar y luego iremos.

Para la ocasión elijo un conjunto un tanto roquero, nunca he ido a festivales ni a conciertos, así que me motiva un poco la idea de mimetizarme con el público. Escojo unos pitillos negros que combino con una básica blanca por la que asoma un sujetador lencero; añado, además, una chupa de cuero y unas botas negras estilo militar. Cojo mi bolso y meto en él la cartera, las llaves, el móvil y las entradas impresas.

Lo único que desentona en mi look es Spring. Ahora mismo me pegaría más una Harley. No puedo evitar imaginarme a mí misma conduciendo la Harley con Jungkook detrás, agarrado a mi cintura. El ruido potente del motor a él y yo tomando las curvas de la carretera del puerto, doblándonos con cada una de ellas. Arrancó y conduzco hasta su mansión. Este mismo mes estoy haciendo tantas veces el mismo recorrido que creo que podría recorrerlo con los ojos cerrados. Cuando llego, toco el timbre.

¡Holaaaaaaaaaaaaa! —saludo pegándome a la cámara.

¡Ya voy! —responde Jungkook entre carcajadas.

Cuando sale por la puerta, lo veo más guapo que nunca. Creo que la sonrisa que últimamente lleva dibujada en su rostro es la causante. Jungkook se ve liberado, radiante, ya no carga con el peso de sus sombras.

OCHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora