VEINTIUNO

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QUINTA SEMANA

Ayer me deshice de una de las cargas más grandes que llevaba a mi espalda.

Perdí mi miedo a recordar el pasado, perdí mi miedo a mostrar mis
debilidades y comprendí que mi pasado, quiera o no, me acompañará
siempre, así que lo mejor es aprender a vivir con él.

-Espera, espera, espera... ¿Le contaste eso y no lo de tu trabajo? -pregunta Mingyu incrédulo, mientras moja su tostada en el café.

-Mmm, sí -contesto intentando dar por normal mi decisión.

-Tía, no hay quien te entienda.

-¿Por qué? -pregunto entre risas, viendo su cara de indignación total.

-Joder, ¡es mucho más difícil hablar de tu trauma que de tu trabajo, Eunha! Pensaba que ayer habías llegado a la conclusión acertada.

-Y llegué, tranquilo, pienso contárselo a lo largo de esta semana.

-¿Segura?

-Segurísima.

No, en verdad, no estoy tan segura. De hecho, dudo que reúna el valor
necesario para hacerlo. Me imagino su cara de decepción, su desprecio...
Sería como volver al Jungkook arisco de la primera semana, y no quiero pasar por eso de nuevo. No después de todo lo que hemos conseguido.

Pienso en renunciar a lo que tenemos y se me hace una montaña enorme que bloquea la vista de nuestro mar, de nuestro banco, de nosotros.

-No lo tengo yo tan claro... -comenta desconfiando de mis palabras.

Yo me encojo de hombros y voy hacia el fregadero, para lavar todos los
platos que hemos ido acumulando. Aunque me haya quitado un gran peso de encima, no estoy totalmente liberada. No quiero contarle a Jungkook la verdad sobre cómo llegué a su vida, pero tampoco quiero callarlo para siempre. No quiero empezar una relación sobre una mentira. Sé que tengo que decirlo. Y
al mismo tiempo, el miedo a que Jungkook se entere de mi trabajo antes de tiempo me atemoriza demasiado.

De pronto, el sonido del timbre me sobresalta y dejo caer uno de los platos.

Por suerte cae en el agua espumosa y no se hace añicos.

-¡Es para mí! -anuncia Mingyu a mis espaldas. Yo prosigo con los
tenedores y las cucharas. No sé qué ocurre detrás de mí, pero oigo unas
ruedas que se deslizan por el suelo de la cocina, así que me giro algo
extrañada. No entiendo lo que sucede ante mis ojos: Mingyu se aproxima
arrastrando mi maleta favorita.

-¿Qué haces? -pregunto demasiado extrañada.

-¡Vamos, vamos, vamos!

Mingyu pone mi mano sobre el asa de la maleta y me empuja con ella hacia
la puerta, la abre y me mete dentro del ascensor no sin antes pulsar el 0 para que pare en la planta que da a la calle.

-¡Mingyu, no entiendo nada! ¡Estoy en pijama!

En apenas un minuto, me encuentro sola, con mi pijama de ositos, con las
manos mojadas y con una maleta al lado bajando en ascensor.

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⏰ Última actualización: Feb 27, 2022 ⏰

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