D O S

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Acepto la invitación y me sumerjo en esta burbuja de oro

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Acepto la invitación y me sumerjo en esta burbuja de oro.  A mi alrededor todo reluce: la moqueta que voy pisando al avanzar está impoluta, el blanco nuclear de las paredes deslumbra mis ojos... Ver todos los objetos que se encuentran en este asombroso recibidor son dorados, de un oro puro y deslumbrante, solo me hace pensar cuánto dinero se habrán gastado en decorar la vivienda entera.

¿Hola? —digo al ver que nadie ha venido a recibirme.  Mi llamada despierta la atención de la que supongo será la señora de la limpieza, lleva un mandilón blanco y en la mano, una bayeta húmeda.

¿Eres Eunbi?

Sí, soy yo.

Acompáñame, los señores están esperando en la sala de estar.

Sigo a la señora por las diferentes estancias de la casa.  Tiene un andar acelerado ... probablemente habré interrumpido alguno de sus quehaceres.  Cuando llegamos al gran salón, me abre la puerta con delicadeza, como si el pomo fueran a romperse en cualquier momento. Deduzco que los dueños de la casa deben ser muy meticulosos.

Entro sola, algo asustada al sentirme tan fuera del lugar.  Este mbiente, en apariencia tan idílico, no deja de repelerme un poco; soy una chica sencilla con gustos sencillos y apariencia sencilla, por lo que todo estao me viene muy grande.  Sin embargo, he aceptado el trabajo, así que como dictan las normas que yo misma redacté, debo llegar hasta el final del mismo.

Sentados en el sofá grande se encuentra la pareja que me ha llamado.  La mujer, de unos cincuenta años, viste con gran elegancia un traje de chaqueta con una camisa blanca sin una sola arruga.  Lleva un collar de perlas a un juego con los dientes.  Sus grandes ojos se clavan en mí.  Desvío la vista hacia el hombre, que debe tener la misma edad que su esposa y que es, como ella, también muy atractivo. De su físico destaca un pelo canoso y una sonrisa perfecta.  En eso se diferencia de su mujer, que permanece seria e inmóvil.  Es él quien toma la iniciativa, se levanta y viene hacia mí para presentarse.  Ella acaba imitándole.

Hola, Eunbi, muchísimas gracias por venir tan rápido. Como te dijimos, estamos muy preocupados y nos urge que nos ayudes de inmediato. Me llamo Namjoon, soy el padre de Jungkook, el chico del que te ocuparás.

En realidad, todavía no sé mucho de él, pero estoy a punto de descubrirlo. Le doy la mano a Namjoon a modo de presentación y hago lo mismo con su esposa, que sigue callada, observándome de arriba abajo.

Siéntate, ¿quieres tomar algo?

No, muchas gracias. —La pareja se sienta en uno de los grandes sofás mientras yo me acomodo en el de enfrente. Entre ambos asientos hay una mesa de cristal de apariencia delicada. Tras unos segundos de incómodo silencio, decido romper el hielo —: ¡Bueno, hablemos de lo importante! ¿Cómo es su hijo?

Espera. —Por primera vez, la madre irrumpe en la conversación—. Antes me gustaría saber quién eres tú y cómo llevas a cabo el trabajo.

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