12.

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Observar a alguien mirando las aves libres trazando su camino, nunca le dio tanta paz y felicidad como en ese momento.

Unos centímetros más adelante se encontraba Neji, mirando hacia el cielo azul, con una mano cubriéndose de los ligeros rayos del sol que podían cegar su vista o causarle estornudos. Tenía una pequeña sonrisa apenas visible adornando sus labios, mientras sus ojos malva seguían a aquellos animales que, parecían ser sus favoritos, siendo libres por el aire.

Tenten nunca había visto a una persona mirando con tanto anhelo a aquella especie, pero le resultó enternecedor. Supuso que debían de tener un significado para él, por darles esa mirada tan única a la de otros animales. Entonces, Neji habló:

—Las aves me recuerdan a mi padre —Neji se mostró expuesto, con la intención de seguir su camino hasta que desaparecieran de su panorama.— Y su libertad a mi madre.

Tenten le puso más atención a Neji de ser posible. Nunca lo había escuchado hablar de esa manera estando en su compañía. El tono de voz que empleaba le llegó melancólico a los oídos y el joven adulto no tuvo que agregar nada más, ni mucho menos explicarlo, porque ella lo entendió de inmediato.

Habló como quien se refiere a una persona que nunca podrá volver a tocar porque ya no pertenece a este mundo. Justo de esa manera.

Cuando las aves desaparecieron, Neji volteó a ver a Tenten con la misma sonrisa de hace unos segundos. La castaña correspondió su gesto.

—¿Hay una historia? —le preguntó, curiosa e interesada por saber más de él, de su vida, de su infancia y de sus seres más amados.

Neji asintió, acercándose a ella hasta que la tuvo frente a él.

—Pero no puedo recordarla —le hizo saber con un gesto lastimero.— Quizás algún día me atreva a preguntarle a mi padre por ella otra vez, pero hoy no.

Tenten cabeceó, llevó su mano hacia el hombro de Neji en un gesto comprensivo y colocó un mechón de su cabello detrás de él con parsimonia. Sus ojos se encontraron y los corazones de ambos comenzaron a latir aceleradamente contra su pecho. A Neji le encantaba saber que siempre que quisiera buscar esos ojos color café, los encontraría, de una u otra manera. Y él ignoraba eso, pero Tenten estaba consciente de que nunca le rehuiría a su mirada, porque le fascinaba la manera en la que la helaba.

—Juguemos a las carreras —propuso Neji, con un semblante divertido.— El que pierda...

—Pagará la cena —Tenten terminó por colocar el castigo y su mano buscó la de Neji para apretarla mientras ellos tomaban más distancia, cerrando su trato.

Los dos se apresuraron en montar las bicicletas que habían rentado para recorrer el inmenso parque en el que se encontraban, y cuando ambos estuvieron preparados, se hicieron una señal para comenzar a andar.

La condición física de ambos era bastante buena, por lo que, pedaleando los dos se sentían muy bien, y una vez que tomaron vuelo al pasar por una curva, se encontraron con que iban a la par.

Tenten no pudo evitar soltar una carcajada al notar aquello y pedaleó con más prisa, intentando dejar a Neji atrás, sin embargo, el castaño fue muy claro cuando le recalcó en un tono firme que no le iba a ganar y pedaleó con más prontitud y ganas que ella, haciendo que Tenten no dejara de reírse.

Ambos se estaban divirtiendo mucho. Tenten porque hacía bastante había dejado de ser competitiva y altanera y le daba igual quien ganara o perdiera, y Neji porque le gustaba sentirse retado, aún si era sólo por un juego.

Los dos encajaban muy bien el uno con el otro. Y ese día, estuvieron más conscientes de ello.

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DEBE DE SER AMOR. 『NEJITEN』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora