13.

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No importaba si era muy tarde o muy temprano, si el sol quemaba intensamente o si había un aguacero, si sólo era una hora o menos lo que se vieran. Sin falta estarían ahí, el uno frente al otro, los viernes de cada semana.

Sin embargo, ese viernes, parecía que no iba a ser así.

El reloj ya marcaba las ocho de la noche. Itachi estaba terminando de ordenar un papeleo para la mañana del día siguiente, y Tenten había decidido quedarse a ayudarle, influenciada por la sencilla razón de no haber recibido ninguna respuesta de Neji durante el resto del día.

Le parecía extraño.

Neji le había contado que desde hacía un mes, su padre le había dado los días viernes como su día de descanso, y pese a eso, él no le había contestado el último mensaje como acostumbraban. No lo había hecho desde las once de la mañana. Nueve horas y ella seguía pendiente.

—¿Pasa algo, Tenten? —inquirió Itachi, mirando brevemente a la fémina con curiosidad.— Has estado revisando constantemente tu celular y pareces nerviosa, ¿está todo bien?

Tenten lo miró con un gesto de alarma en el rostro, totalmente apenada. No había sido consciente de su creciente inquietud por obtener una respuesta por parte de Neji, pero ahora ya lo sabía. Otra vez tarde, pero lo sabía.

El castaño últimamente pasaba más tiempo en su cabeza que en cualquier otro lado y parecía que con él, arrastraba cualquier cosa que hiciera. Tenten siempre se descubría así misma y cuando lo hacía, no paraba de repetirse que era un problema por lo que eso significaba. Siempre lo supo. Supo que, desde el día en que se sintió atraída hacia él como un campo magnético, se desatarían sentimientos de otro tipo que ella no lograría acorralar y adormecer si llegaba a convivir con él a diario, y ya estaba pasando.

¿Pudo haberlo evitado? Efectivamente. Pero, ¿quiso hacerlo? No.

Tenten sabía que la única dueña de su vida era ella, y que era ella misma quien tomaba las decisiones que quisiera, y por eso mismo, aunque supo las consecuencias de hacerse cercana a ese joven Hyuga, no le importó.

—¿Es sobre ese chico del que me hablaste?

No era sorpresa que en esas semanas en las que alguna vez Neji fue por ella a su trabajo, Itachi lo hubiera visto, y seguido, sin preguntárselo, ni pedírselo, Tenten le contara sobre él con un deje de emoción en la voz que ella no podía reconocer. Todo el tiempo ajena a la ilusión que le iluminaba el rostro con sólo mencionar su nombre.

—No ha respondido el último mensaje que le envié —la escuchó el moreno.

—Y es extraño porque es viernes, ¿cierto? —Itachi miró a Tenten con una pequeña sonrisa burlona sobre sus labios, gesto que ella inmediatamente captó y rechazó.

Tenten arrugó una de las copias malogradas con la tinta de la impresora y una vez echa bola sobre su mano, se la arrojó a Itachi en el brazo. El moreno se rió y antes de pasar a darle un poco de su atención, terminó por guardar el legajo en el cajón del archivero que se encontraba detrás de su escritorio.

—¿Por qué no le llamas? —solucionó él, tan fácil como sonaba, haciendo que Tenten frunciera la nariz, ante aquella mueca, Itachi agregó:— Ya no eres una niña, Tenten, y eso de que las mujeres deben esperar a que el hombre dé el primer paso ya no se usa. Si quieres algo, ve a por ello.

—Sí, genio —apuntó Tenten, dejándose caer sobre el sillón a unos metros de él.— Pero, ¿y si está ocupado?

—Puede que lo esté —Itachi se encogió de hombros, tomando su saco negro y colocándolo sobre su antebrazo.— Pero nunca lo sabrás si no le llamas.

DEBE DE SER AMOR. 『NEJITEN』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora