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Hacía dos semanas, ninguno de los dos había creído posible el hecho de poder acercarse todavía más a una persona. Sin embargo, habían terminado por descubrirlo juntos.

No sólo habían estado comunicándose mediante sus celulares más tiempo del que se daban anteriormente, sino que también sus horarios de comida los habían sincronizado para poder pasar esa hora juntos. Habían vuelto a retomar los viernes como su día para salir a donde fuera y habían agregado el día sábado, sin darse cuenta, después de que esas dos semanas acabaran. Para ese entonces, la confianza entre ellos había rebasado el nivel en el que se encontraba y los dos ya ni siquiera se daban cuenta del tiempo que pasaban sintiéndose en las nubes el uno por el otro, aunque pensándolo bien, no es como si alguna vez no hubiesen sido ignorantes con ello realmente.

Tenten tenía constantemente a la adolescente romántica que alguna vez fue bailando de un lado a otro en su cabeza, dando vueltecitas de puntillas y haciendo olas con sus manos, totalmente fantaseando con ese nuevo amor. Mientras que Neji, por su lado, experimentó por primera vez el imaginar a la mujer con la que le encantaría pasar el resto de su vida.

Durante esos catorce días, no hubo uno en el que no se vieran.

Tenten le había contado a Neji su deseo por aprender a conducir para poder comprarse un auto antes de que el año terminase y el Hyuga se había ofrecido a enseñarle. A ratos, en esas dos semanas, Neji le había mostrado lo básico a Tenten y luego le había soltado a ella sola su auto para que practicara, primero tensa luego un poco más confiada, Tenten había logrado llevar a Neji al Hospital para que le quitaran los puntos de sutura debido a la cirugía a la que se había sometido por la fractura de su brazo. Al llegar a casa, la castaña no había podido dejar de sonreír y verse contenta, Neji ya iba a rehabilitar su brazo para poder empezar a moverlo más pronto de lo estimado y ella había sacado el auto del Hyuga a otro lugar que no fuera el fraccionamiento en el que él vivía y se sentía lista para poder recorrer tramos más largos.

Ese día, volvió a abrazarlo, y por primera vez, tuvo otro contacto que no fuera ese, pues le había besado la mejilla. Había sido un beso largo y tronado.

A Neji ese gesto le había sorprendido, pero no se quejó, y se sintió más feliz por eso que por haber visto a Tenten tan alegre por haber manejado bien en una avenida. Tenten había sentido sus mejillas arder y su estómago burbujear al sentir aquellas manos masculinas en su cintura, sosteniéndola con delicadeza. Y los dos fueron conscientes de las reacciones ajenas que se provocaron al mirarse a los ojos.

El segundo sábado después de que esos catorce días terminaran, los dos comían fresas con chocolate, sentados en el sillón de la sala de estar de la casa de Tenten, mientras platicaban de sus carreras universitarias cada vez más allegadas a su terminación. Después de un corto silencio, el corazón de Tenten latió como nunca lo había hecho antes por amor.

Neji la había invitado a una cita.

El viernes siguiente.

Y aunque ella estaba que explotaba de emoción, no podía aceptar.

—¿Podríamos dejarlo para otra ocasión? —le preguntó un poco abochornada.— Tengo algo importante que hacer ese día y por nada en el mundo puedo cancelarlo.

Aunque Neji debió de haberse sentido desanimado porque la primera cita oficial que le pedía a Tenten había sido rechazada, fue comprensivo con ello y se dijo así mismo que ya vendría otra ocasión. 

Total, el miedo a un rechazo ya no cabía ahí.

Total, el miedo a un rechazo ya no cabía ahí

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DEBE DE SER AMOR. 『NEJITEN』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora