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Cuatro meses después.

Después de un tiempo sin encontrarse, habían vuelto a coincidir otra vez, y por infortunio tal vez, sus miradas sólo habían conseguido cruzarse una vez, aún en el mismo lugar.

Había sido un gesto fugaz porque la situación así se había prestado, sin embargo, había sido suficiente para reconocerse.

Faltaban minutos para que la ceremonia que uniría las vidas de Shikamaru Nara y Temari Sabaku No, diera inicio. En ese momento, Tenten y sus demás amigos, ya se encontraban sentados esperando mientras iniciaban un intercambio de opiniones sobre las personas que ellos creían que serían los próximos en casarse.

Tenten se había distraído mirando a su alrededor, dándose cuenta de que el clima se había prestado para crear ese ambiente de romanticismo esperado en una boda, y fue ahí cuando lo vio.

Él estaba ayudando a sus primas a mantenerse de pie correctamente sobre esa superficie en la que era difícil caminar con zapatos de tacón alto. Lo miró reírse disimuladamente —al contrario de Hanabi— cuando Hinata trastabilló y temerosa se sujetó más fuerte a su brazo para no caerse, y lo encontró aún más atractivo que la última vez que lo había visto, y había sido tanto así, que aunque era consciente de que su mirada estaba clavada sobre él y el mismo Neji Hyuga podría haberlo notado, siguió deleitándose con su belleza.

Había paseado su vista por el cuerpo de Neji, sin poder ignorar su naturaleza y la reciente atracción que se le había despertado hacia el castaño, y le resultaba inevitable no hacerlo porque de todos los hombres ahí presentes vistiendo de gala, nadie se veía como él. Neji portaba una camiseta formal de color vino que hacía más notoria la palidez de su piel y que se adhería perfectamente a su torso y remarcaba más sus trabajados brazos, los ojos de Tenten bajaron por inercia y notó que aunque el pantalón gris no le quedaba tan ajustado, en ciertas posiciones se podían marcar los músculos de sus piernas.

A su atractivo se le había sumado aquella manera tan masculina de caminar y de sostener a sus primas, y el hecho de que, esos rasgos tan finos que poseía lo hacían lucir más sexy y maduro que hacía cuatro meses.

Cuando de su cabeza brotó el pensamiento de que a esas alturas él ya debía de tener a alguien a su lado, sus ojos color perla capturaron los suyos, y el tiempo que minutos atrás le daba la impresión de ir demasiado rápido, pareció detenerse para congelar ese momento.

Había sido una mirada breve, una sola, pero se había sentido infinita y suficiente.

Después de ese gesto, ellos no habían vuelto a toparse el uno con el otro, porque de alguna manera, parecía que ese pequeño salón se lo había tragado, celándolo de su mirada, y Tenten lo había notado porque aunque estaban rodeados de muchas personas, sus ojos sólo trataban de localizar lo que ellos querían ver y nada más.

Cansada por haber bailado más de lo que habría imaginado, fue a buscar un poco de agua para tomar, alejándose de sus amigos.

En eso, volvió a verlo.

Neji venía desde afuera del pequeño salón, Tenten suponía que del jardín, y caminaba en dirección a ella como si el azulejo debajo y frente a él fueran una pasarela, sólo que él no trataba de conquistar a las personas con la ropa que modelaba o con su propio físico, porque iba demasiado distraído mirando la pantalla de su celular y porque no era modelo, obviamente. El corazón de la castaña comenzó a latir con más prisa e instantáneamente desvió su mirada de él, deseando que Neji no la notara cuando ya lo había hecho al momento de guardar su teléfono en la bolsa de su pantalón.

¿Era él la razón de sentirse así?

Por segunda vez en ese día, sus ojos volvieron a hacer contacto. Café y malva.

A Tenten le encantaba cuando la luz hacía que sus ojos adoptaran ese color violeta que pocas veces pudo admirar.

—Es un gusto volver a verte, Neji —lo saludó cuando, como si ambos fueran el destino del otro, se detuvieron frente a frente.

Y no mentía, seguía recordando muy bien la razón de haber conocido a Neji, y con confianza podía decir que él había sido parte de lo bueno que había traído esa situación. Sus labios rosados automáticamente se alzaron para él, logrando que Neji la imitara de inmediato.

—El gusto es mío, Tenten.

Y podía jurar que así era, porque aunque sólo había podido mirarla un poco y muy rápidamente, sabía que ella seguía siendo la misma mujer que le había hecho recobrar el interés en el amor, porque por muy apresurado que sonase, había comprendido también que el amor nunca llega como pensamos, esperamos o queremos, y que eso también está bien, porque a veces sólo hay que dejar que el amor nos sorprenda. 

DEBE DE SER AMOR. 『NEJITEN』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora