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SeokDul

Meneando la botella de licor costosa que le habían enviado en la cesta de regalos por las nuevas oficinas de JKL Corporation, solo, frente al ventanal de la espaciosa sala de juntas, se pregunto si estaba olvidando algo. Se froto la sien como queriendo traer a su mente un recuerdo pero dejo el intento a medias cuando se tambaleo.

Su reflejo lo miraba, cansado y lleno de arrugas producto de desvelos, mal comer y pesadillas andantes. Dio un largo trago antes de lanzarla contra la pared.

-Bendecido el nuevo edificio.

Y se carcajeo  de su propia broma. De vez en cuando aun escuchaba la risa de JjieDong, y alucinaba su silueta por doquier. Pero cuando lograba capturar una imagen nítida, sus ojos le miraban llenos de pura decepción. Siempre decepción, nunca enojo o rabia o tristeza. Unos ojos que no podía dejar de extrañar y que evitaba a toda costa comparar con los de su hijo, porque JungKook no lo miraba decepcionado, si no lleno de coraje e impotencia.

De vez en cuando también extrañaba  su viejo yo.

Dando un suspiro, recogió su chaqueta del suelo y con un movimiento osco se la puso, saliendo del lugar, las luces del edificio oscureciéndose a su paso. Era un pasillo interminable junto a cientos de escritorios apilados de forma que el espacio se aprovechar pero que quienes lo ocupaban no podían aprovechar. Se detuvo un momento a husmear entre las fotografías que la asistente principal del piso tenia sobre la mesa-escritorio de entrada, de soslayo vio correr una sombra pero no le dio importancia. Había sido una buena botella de vino añejo, no podía confiar mucho en sus instintos no importa cuanto lo alarmasen.

Tiro un porta retratos que al caer al suelo se estrello del todo y al levantarlo se corto la palma de la mano, siseando, SeokDul dejo el objeto resquebrajado sobre la superficie lisa y por unos segundos observo borrosamente la  herida que goteaba sangre; negando con la cabeza partió tambaleante al baño, de nuevo, una sombra se movió por el pasillo donde estaba la sala de conferencias, pero tenia que limpiar la sangre antes de revisar.

Abrió el grifo y mientras se lavaba un poco, se miro al espejo y pensó, vagamente, que estaba olvidando algo. Se desabrocho la corbata con la intención de usarla como venda. Listo para dirigirse fuera del baño, un estruendo lo puso alerta. 

Salio sigiloso tanto como sus pies enredados se lo permitieron y una luz le quito un poco la borrachera. Un punto que se movía en su oficina privada. Se movió sin alejar la vista de su objetivo, mientras intentaba ser sigiloso pateo uno de los cristales rotos que hizo eco en el piso entero. La luz desapareció en segundos, pero SeokDul ya estaba mas consciente como para dejarlo estar. Agilizo el paso y respiro profundamente antes de patear la puerta para asustar a un supuesto intruso solo que no había alguno; su oficina lo recibió con olor a nuevo y profunda oscuridad.

En la mesa de su escritorio, un pequeño JungKook lo miraba, sonriente, junto a su adorada esposa. ¿Hace cuanto que JungKook no sonreía? La oficina estaba fría pero SeokDul no podía percibirlo. Se quedo frente a la ventana un largo rato, pensando, divagando entre sus quehaceres del pasado y para cuando las piernas se le estaban adormeciendo, el sol estaba asomando uno de sus curvos y sonrientes lados. Todavía estaba frió y los rayos de sol eran tan pálidos que no podían calentar ni a una mosca pero SeokDul lo sintió como una caricia sobre su piel, como cientos de disculpas, como miles de te extraño.

Por el rabillo del ojo, una silueta pálida lo confrontaba.

-¿Has estado mucho tiempo allí?

Ladro ronco por no haber hablado en horas. La silueta se movió insípida hacia el pero no se inmuto. Quería que se acercara, vislumbrar su rostro una vez mas. 

-¿Cuando me dejaras descansar?

Fue apenas un susurro que calo en sus entrañas dormidas, un anhelo escondido de ser, de convertirse en polvo universal. 

-JjieDong.

La silueta desapareció con esa pronunciación, Jeon mayor ni siquiera intento perseguirle, derrumbado en la desesperanza de no encontrar nunca mas en extracto físico a su mujer. Minutos después cuando la lupa solar colapso su alumbrado en la ciudad y ésta despertaba con la caricia de una buena mañana, SeokDul recordó que tenia que hacer y se giro, torciendo el tronco para acechar el reloj desde su lugar. Un destello le guiño desde el escritorio y una cólera tacita le palideció el rostro.

Junto al retrato de su antigua familia, un anillo de compromiso lo esperaba.

Y chasqueo la lengua, disfrutando del vago pensamiento, una sonrisa que atisbaba ser sombria.

-Hace mucho que no venias de visita, fantasma de DaeGu.

CON SOLO RECORDARTE  TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora