Recuerdo: Házlo

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(los recuerdos los narrará la persona a quien pertenezcan. Ojo: solo los recuerdos)

~•~

Un golpe, dos golpes, tres golpes y el pequeño saco de arena quedó completamente deshecho. Miré la escena con gran asombro, no podía creer que mi padre pudiera golpear tan fuerte. Pero un niño de cinco años se sorprende fácilmente y yo no era la excepción.

Sonreí y me alejé del lugar donde estaba. Entré a la sala de la casa, tomé un cojín del sillón y comencé a golpearlo con todas las fuerzas que mi pequeño cuerpo tenía. Lo golpeé contra el suelo hasta que comencé a sudar, escuché el sonido de un hilo rompiéndose, miré el objeto y sonreí. Sólo fue una pequeña rotura, pero me alegré de haber podido hacerlo.


Soñaba con algún día ser como mi padre y no tenía duda de que lo haría. Como todo niño pequeño, siempre le veía el lado bueno a las cosas y no pensaba en las posibles reacciones negativas.


Un día, cuando caminaba a la escuela de regreso a casa, mi padre perseguía un hombre en la calle, lo tiró al suelo y lo golpeó hasta que salió sangre de la boca y naríz del sujeto. Sonreí al ver lo imponente que se veía, el hombre no lo golpeó ni un poco. Mi padre hacía que las personas lo respetaran y yo quería hacer lo mismo.

Al llegar a casa, dejé mi mochila en el sillón de la sala y salí al patio. Miré a mi hermana jugando con algunas de sus muñecas y caminé hacia ella sin pensarlo.

Corre— le ordené.

¿Qué?— cuestionó ella sin entender.

¡Que corras!— repetí.

Está bien.

Ella comenzó a correr por todo el patio mientras reía y yo la seguí por detrás lo más rápido que podía. Ella creía que yo sólo quería jugar.

Cuando pude atraparla, la tiré al suelo y comencé a golpearla como miré que lo hacía mi padre con ese hombre en la calle. Ella comenzó a llorar y a gritar que me detuviera, pero yo seguí hasta que miré su ojo morado y sangre en su naríz.

¡¿Pero qué le hiciste a tu hermana?!— escuché el grito de mi padre quien se acercaba.

Me separó de ella, la consoló hasta que llegó mi madre y se la llevó para hacer que la sangre de su naríz se detuviera. Mi padre me miró un momento, me tomó brúscamente del brazo y me llevó hasta mi habitación.

¿Por qué hiciste eso?— cuestionó mi padre con una voz más pasiva pero imponente a la vez.

Me quedé en silencio por unos segundos.

Anda, dime porqué lo hiciste— insistió.


Yo-yo quería hacer lo mismo que tú hiciste con ese hombre en la calle hace un rato— confesé.

¿Ah, sí? ¿Quieres ver lo que sintió ese hombre y tu hermana?

Lo miré confudido y mi padre comenzó a golpearme. Sí, a golpearme. No le tomó mucho tiempo hacerme sangrar, pero esos veinte segundos fueron los más dolorosos de mi vida.

Claramente lloré después de que terminó. Traté de no hacer mucho ruido con mi chillidos, pero él no dijo nada. Hubo un minuto en el que yo solo lloraba, mis sollozos eran lo único que dominaba la habitación.

Mi padre me miró un poco más y luego se encaminó hasta la puerta para salir, pero yo hablé:

Yo sólo quiero ser como túm

Se giró sobre sus talones y volvió a caminar hacia a mí.

¿Has estado observando mis entrenamientos?— preguntó mi padre.

A veces— respondí mientras dejaba de sollozar.

Un momento de silencio se apropió del lugar una vez más. Mi padre se arrodilló a mi estatura y me miró fijamente.

Mira, si quieres hacer lo que yo, lo harás. Pero yo te enseñaré directamente.

Sonreí de la emoción, pero él tapó mi boca para seguir hablando:

—Te advierto que no quiero ver a un niño débil buscando que lo consuelen, no quiero escuchar que no quieres hacerlo más, y mucho menos quiero un 'pero' para lo que yo ordene. Desde ahora, tu único objetivo será convertirte en el mejor oficial de policía que yo haya podido educar.


Lo prometo— fueron las palabras con las que marqué mi historia.

Desde ese día, mi padre me presionó para entrenar, hasta el punto de hacer que mis piernas no pudieran sostener mi cuerpo del cansacio, algunas veces llegué a desmayarme por el esfuerzo que hacía y otras veces lloraba. Todas esas veces, mi padre me insultaba y me golpeaba para que me concentrara en mi promesa y me esforzara más de lo que podía.

Todo ese tiempo, busqué que mi padre me dijera que lo había hecho bien y que era suficiente para él, pero en vez de eso, me decía que parecía un mediocre y que no me esforzaba lo suficiente.

Mi infancia prácticamente se concentró en entrenar y aprender todo lo correcto que debía hacer.

Y fue cuando comencé a replantearme: ¿en realidad quiero ser como mi padre? ¿Por qué no crear mi propia personalidad? ¿Por qué no ser solo Josh Dun?

~•~

HIBRISTOFILIA | joshler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora