Recuerdo: Conceder

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~•~

Para mí, siempre fue difícil aceptar el hecho de que alguien podría hacer las cosas mejor que yo, ¿porqué? Porque tuve un padre que siempre me nombró como el mejor.

Yo no quería que mi hijo fuese de igual manera, quería que supiera que no puede ser el mejor todo el tiempo. Pero creo que solo le hice creer que no era suficiente como para llenarme de orgullo. Por supuesto que es uno de mis grandes orgullos.

Pero mi jodido ego no me permite demostrarle mi afecto la mayor parte del tiempo. Odio ser como soy, pero no puedo evitarlo.

Nunca me había dado cuenta de que no le demostraba lo que en verdad quería a William. Pero un día, cuando regresaba del trabajo, sentí cómo alguien me tomaba fuertemente del brazo y me recargó sobre la pared de un callejón.

—Suéltame si no quieres problemas— amenacé, pero el sujeto puso su mano en mi boca para que no hablara.

—No quiero herirte, sólo quiero hablar contigo.

El tipo se retiró el pasamontañas del rostro y observé a uno de los delincuentes más buscados de todo el estado: Tyler Joseph.

—Voy a retirar mi mano de tu boca, te soltaré, y me vas a escuchar, ¿de acuerdo?— avisó.

Asentí con la cabeza. Me liberó de su agarre tal como dijo. Acomodé mi camisa y lo miré a los ojos para ver lo que tenía para decirme.

—Ofrezco un trato— habló.

—¿Qué te hace pensar que haré un trato con alguien como tú?

—Le beneficiará a tu hijo Josh.

—¿Qué? ¿Tú cómo lo conoces?— lo miré confundido y luego lo azoté contra la pared—. Si le has hecho algo, lo más mínimo, te juro que te voy a-

—Tranquilízate— dijo con voz pasiva—, él está bien.

Lo solté y él río. No fue una risa de burla, más bien una risa de "ternura".

—Eres más sentimental de lo que siempre demuestras, Bill.

—No digas ni nombre, me enferma.

—Bien, bien, no lo haré. Te llamaré Capitán.

—Tampoco me llames así.

—Uch, sólo te diré pitochico.

Suspiré. Sería imposible hablar con él sin me dejaba llevar por sus provocaciones.

—Ya, antes de que me arrepienra dime qué quieres.

—Primero quiero que aceptes.

—Está bien, acepto— respondí.

Si fuese algo que no me convendría, simplemente no lo cumpliría y listo.

—Quiero que me dejes estar con tu hijo.

—¿Qué? ¿Qué mierda tienes en la cabeza? Por supuesto que no.

HIBRISTOFILIA | joshler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora