1.8

479 87 92
                                    

¿No les parece que el aire fresco es algo de lo más relajante? Es como si te dejasen beber agua después de cuatro días enteros desahuciado en el desierto, o como si tu madre te quitara el castigo de hace dos meses. Es un respiro agradable.

Cuando niño, a Josh siempre le había gustado tener la mayor parte del tiempo para sí mismo. Pero desde que es oficial, es obvio que no ha podido tener tanto tiempo solo; al principio, era irritante, y ahora, lo es aún más.

Agradece con toda su alma que Joseph y Brendon lo distraigan en ratos. Se volvería loco si no los tuviese. A veces, parece demasiado extraño que algunas personas se vuelven tan importantes para nosotros en tan poco tiempo, pero esas personas son... únicas e indispensables.

Joseph se acerca caminando con pasos lentos hacia el teñido, quien se mantiene mirando al infinito en una banca del área de cultivos.

—¡Hey!— grita.

Josh se sobresalta y dirije su mirada hacia el castaño.

—Tienes que dejar de hacer eso— pide el teñido—, moriré de un infarto si sigues así.

—Perdón, perdón— se disculpa Joseph y se sienta al lado de él.

Hay un silencio repentino por unos segundos, hasta que un grito de Urie los hace girar la cabeza:

—¡Sí!

Los dos divisan a Brendon celebrando por haber podido bloquear un golpe de Weekes —lo cual nunca había logrado—, pero el más alto le da un golpe en la nuca y Urie hace pucheros.

—Tu amigo es tierno involuntariamente— opina Joseph.

—¿Acabas de decirle tierno a Brendon?

—Tampoco es para que te pongas el saco de doña celosa, rosita fresita.

—Si te molesta mi cabello, puedo irme a otro lado.

—Nah, es lindo— sonríe—, tú eres lindo.

Josh suelta una pequeña risita y Joseph jura no haber escuchado algo tan satisfactorio en su vida.

La voz de Bill a través del altoparlante anuncia la hora del receso y todos los reclusos toman algunas cajas llenas de frutos para llevarlas a la cocina; Brendon los sigue por detrás y Weekes va a un lado del azabache contando cosas que nadie le preguntó.

—¿No irás a desayunar?— pregunta el castaño.

—Nah, quiero estar un poco más aquí.

—¿Quieres estar solo? ¿O puedo quedarme aquí?

—Puedes quedarte, no importa.

Joseph sonríe y posa su cabeza sobre el hombro del teñido. Los dos miran hacia ningún punto en específico por algunos segundos y suspiran a la par.

—¿Sabes de dónde son los chinos?— cuestiona el castaño.

—De china— responde el teñido y ríen juntos—. ¿Ésa pregunta porqué?

—No lo sé, quería comenzar una conversación.

Vuelven a reír. Joseph se reincorpora de su posición anterior, se sienta sobre las piernas de Josh y ésta acción hace sonrojar al teñido.

—¿Y ahora éso porqué?— pregunta Josh.

—Quería corroborar si tus piernas son igual de cómodas de como lucen.

—¿Y entonces?

—Sí, son igual de cómodas.

Joseph mantiene su mirada fija en la de Josh; el pequeño destello que se forma sobre sus ojos gracias al reflejo de la luz es tan lindo.

—¿Puedo besarte?

—Siempre lo haces sin preguntar, ¿porqué lo haces ahora?

—Deja de cuestionar todo lo que digo, rosita fresita.

Los dos se sonríen mutuamente. Joseph toma a Josh por la nuca para que no pueda oponerse a ningún movimiento y une sus bocas en un lento beso. El teñido toma a su contrario por la cintura y lo acerca más a él.

Joseph introduce su lengua y la hace rozar contra la de Josh; los dos comienzan a acariciar sus abdomenes por sobre sus camisas. Joseph comienza a mover su trasero sobre la entrepierna del teñido y ésto provoca una semi-erección en el miembro de ambos.

El sonido de sus dos bocas chocando y compartiendo ADN es extrañamente excitante, aunque un poco asqueroso también.

La sensación de el pene del teñido rozando el trasero del castaño los hace jadear involuntariamente.

—Creo que deberíamos detenernos— opina Josh sin separarse de el beso.

—Cállate, me gusta.

—A mí igual— separa sus labios y detiene sus movimientos—, pero mira el lugar donde estamos.

—¿Y? Estoy a punto de tener una erección, me dolerá el pene si no me tocas.

Josh piensa unos segundos.

—¿Y si continuamos en tu celda?— propone.

Es de lo más estúpido que pudo haber propuesto, pero en éste tipo de casos no se piensa con tanta claridad.

—Me agrada esa idea— responde Joseph.

El castaño se levanta, lo toma de la mano y lo obliga a seguirlo hasta la sección 3.5

«¿Qué estoy haciendo?».

^~^

HIBRISTOFILIA | joshler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora