The Doctor. [Kookmin]

Capítulo 2.

Después de ver salir al enano, Jungkook saco una botella de agua y le dio un gran sorbo. No negaba que cuando lo vio casi se ahoga con su propia saliva. 

Él rubio era lindo, sus piernas torneadas, cintura pequeña, abdomen plano, cabellos revueltos por el gorro. Y su rostro de otro mundo. Ojos pequeños grises, labios rosas intensos gruesos, mejillas abultadas y nariz pequeña. ¡Es que cómo podía ser tan guapo! 

Pero no se dejaría llevar, era su paciente y él todo un profesional. Aunque él menor fuera un caos, parecía querer coquetearle y era atrevido. Su miedo. Cuando le tomo de la mano una corriente lo azoto, y ni hablar cuando sintió la maravillosa carne de su trasero bajo su tacto, se obligo a no hacer nada estúpido. 

Ya para la otra semana, estaría más tranquilo y él chiquillo saldría de su mente. 

— ¡Es que no se imaginan! — chilló Jimin tras el teléfono. 

— Ya te fuiste de regalado — regaño Taehyung. 

— ¿Cómo era? — ánimo SeokJin. 

— ¡Guapo! — hizo un puchero — Pero es muy serio, no sé cómo acercarme — bufo. 

— Nada más te queda esperar a la otra semana, te ayudaremos a planear algo — ayudo Tae. 

— Hay que esperar que enserio, la mirada que viste, sea de que te le hiciste lindo — intervino Jin. 

— ¡Yo sé que sí!, no soy bobo — ataco. 

— Pueeeees — hablaron sus dos amigos al tiempo. 

— Oigan.

— Ya, Ya — se relajaron. El resto del día paso en cama hablando con sus amigos sobre la experiencia de conocer al buen doctor que le recibió, de cómo podía acercarse y que definitivamente debía ir aún más guapo. 

Habían pasado exactamente tres días, él rubio había adelantado sus trabajos de la universidad, los mandaba a entregar con alguno de sus compañeros, pues su estomago no cooperaba la mayoría del día. A eso de la una de la tarde el timbre sonó avisando la llegada de alguien más. Era raro, su madre trabajaba hasta tarde, no conocía a nadie más fuera de Jin y Tae. 

Abrió cauteloso y como sí fuese su propia casa, los amigos Kim entraron con dulces y hamburguesas en mano. 

— Jiminie, te extrañamos, así que vinimos a hacerte la visita — hablo el pelirrojo de Tae y lo abrazo. 

— Tú mayor debe cuidar de ti — esta vez intervino el pelimorado de Jin, creando un abrazo de tres. Se soltaron y se sentaron en el sofá, en círculo hablando de los planes, comiendo tranquilamente. 

Ajá, que todo a Jimin le sale mal y viene la parte de la dichosa "próxima semana", porque resulta que no fue si no darle un mordisco a su hamburguesa y todo se le devolvió. Su cabeza comenzó a doler horrores, y vomitaba aunque no tuviera nada. 

— ¡Jimin! ¿Qué pasa? ¿Estás bien? — preguntaron sus amigos detrás de la puerta marrón del baño. 

— No me siento bien — respondió en medio de las arcadas. 

Luego de unos cinco minutos, lavo su boca y salió — ¡Estás pálido! — hablo el pelimorado. 

—  Nos vamos ahora mismo al hospital, sin excusas — no le dejaron responder cuando ya Tae tenía sus papeles en mano, ¿En qué momento hurgo en sus cosas?. En un parpadeo ya estaba en la camioneta negra de sus amigos, que lo llevaban a lo máximo que se podía al medico. 

¡Sólo habían transcurrido tres días y debía volver a ese dichoso lugar! Es que el destino lo odia. Tenía dolor de estomago y vomitaba a cantidades. 

En menos de lo esperado llegan a la sala de emergencias, lo dejan en espera. Tae fue por busca de agua y Jin no deja de hacerle mimos en la cabeza intentando calmarlo. Pero absolutamente nada funcionaba, el dolor no se iba y el mareo menos. 

Total paso la enfermera que lo había atendido días atrás y la detuvo — Señorita — llamo y efectivamente de mala cara se giro. 

— ¿Tú otra vez aquí? — cuestiono de mala forma.

Ignorando el comentario, hablo — De verdad me siento muy mal, ¿Podría por favor darme una pastilla o algo? — rogó.

— No — fue directa — No es permitido — y sin decir más se fue. 

— Esa estúpida quién se cree, estás muriendo y no te da nada — hablo Jin enojado. 

Jimin se levanto de su lugar, camino de lado a lado esperando a que bajara el dolor, aparte que estaba de mal humor por la maldita enfermera. Caminando una enfermera mucho más joven y guapa paso por su lado. 

— ¡Oye! — llamo nuevamente, esperaba que ella fuera más amable. 

La chica se detuvo y lo miro tiernamente — Dime, ¿Necesitas algo? — hablo suave. 

— Es que enserio, enserio me siento muy mal, ¿Podrías darme algo, por favor? — usos sus ojos de cachorro. Explicando qué tenía.

Al parecer la muchacha se apiado y asintió — Dame un momento — es que en ese momento Jimin quería saltar en un pie, la mujer fue amable y lo ayudaría. 

— ¿Qué te dijo? — se acerco él pelirrojo. 

— Si me va a dar algo. 

En definitiva su suerte era un asco, lo pasaron dentro nuevamente, mirando a las personas conectadas y lastimadas. Sus amigos quedaron afuera, al no ser familiares directos y Jimin ser adulto podía ingresar solo. 

La bella enfermera se acerco — Lo siento, joven. No puedo darte nada, Suni viene en un momento, deberás hacerte un examen de sangre — hablo con pena. 

¿Examen de sangre? ¿Otra aguja? ¡No le puede estar pasando!... Con inseguridad asintió y la chica se fue. Pero en la mente ya estaba planeando cómo escapar del lugar. Pero el escape quedó a la deriva cuando vio a la enfermera grosera acercarse de mala gana. 

— Sígueme, yo seré quien te saque la sangre para el examen — lo dejo sin respuesta, para que la siguiera a un salón gigante, blanco, con mesas separadas y varias personas dentro. 

Se sentó en una silla frente a la enfermera. Le amarro un trapo en uno de los bíceps, en el derecho, hasta doler. Golpeaba tanteando que la vena saliera a la luz, pero nada. ¡La maldita vena no quería!

Es que sí esa criada no lo había chuzado unas 3 veces, era poco. Sus ojos picaban por llorar y su brazo dolía. Sí no encontraba la vena, pues joder, deja de pincharlo. Entonces cansada se va y lo deja solo en un consultorio. 

— Yo me voy de aquí — susurro quitándose las cosas y salió del cuarto. 

Él rubio no dio ni diez pasos cuando se estrella con un fuerte torso — ¡Lo siento! — hablo antes de subir el rostro y mirar de quién se trataba. Cuando lo hizo sus ojos grises se estrellaron con los oscuros de Jeon. 

Mierda...