Romeo

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[Capítulo 1]

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[Capítulo 1]

{Rahsia}

¡Uf! Respiré profundo y vi hacia el frente, lista, preparada, decidida. Iba a hacerlo, esa vez sí y me propuse llegar al final, no importaban las consecuencias. Así que tomé el mando a distancia y di clic en reproducir.

—¡Bien, mis reinas! Gracias por estar aquí, con las energías puestas y dispuestas a perder esos kilos demás. Así que comencemos girando los hombros. ¡Vamos, vamos, vamos! ¡Cuenten para mí! —La música sonaba de fondo, alegre y energética.

—¡Y uno, y dos y tres! ¡Eso es, vamos! —Comencé a moverme tal cual lo hacía el entrenador y sus acompañantes.

¡Dios! Era la tercera vez en el año que decidía hacer ejercicios, comenzar una nueva rutina, comer sano, perder así fueran dos kilos.

Mientas me movía miraba el vestido que puse sobre el sofá de mi sala, donde me encontraba, lo hice como inspiración. Lo compré dos tallas menos y deseaba que cuando me lo volviese a probar, entrara con facilidad y ya no se me mirase como si fuera una gusano o la versión femenina de «Michelín».

—¡Vamos, Rahsia! ¡Tú puedes! —me dije cuando el entrenador pidió que lo hiciéramos.

Me movía con energías, con actitud, decidida. Me sentía con dos kilos menos en ese momento y con el corazón acelerado en apenas cinco minutos de ejercicios. Pero bueno, tenía que animarme psicológicamente, creerme una chica de revista para obligar a mi cuerpo a que se sintiera así. En los últimos meses mi peso se descontroló y nunca en mi vida había estado en una talla tan grande, así que sabía que era momento de hacer algo, otra vez.

Mi móvil comenzó a sonar y dejé perder la llamada porque si respondía, me desconcentraría, pero el aparato siguió y siguió hasta que vi que se trataba de Angie, mi mejor amiga y sabía que si no le respondía, no pararía de marcarme.

—Espero que sea urgente, porque me has interrumpido de algo muy importante —dije con la voz agitada y entrecortada.

¿Estás follando, picarona? —inquirió alegre y rodé los ojos, aunque no me mirase.

—No, Angie.

¡Ah! ¡Ya sé! Estás haciendo ejercicios de nuevo —dedujo y rio—. Haz tres horas esta vez, amiga. Así te duran para dos semanas, si es que esta vez aguantas eso.

—Voy a colgar, veo que solo llamas para estar de metida —zanjé y la escuché carcajearse.

Ya, cielo. Lo siento —exclamó—. Bien sabes que eres bella en la talla que sea.

—Eso ya lo sé —confirmé en tono engreído—. Si estoy haciendo ejercicios es solo para no aburrirme —bromeé.

Aja...y para que ese chico misterioso que te tiene como loca, te vea preciosa cuando vuelvan a encontrarse.

Resiliencia (Orgullo Blanco #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora