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[Capítulo 7]

{Rahsia}

Lo último que quería pensar de ese hombre era que es un atrevido irrespetuoso que no le importaba tener a su mujer cerca y aun así coqueteaba con otras. Y de no haber sido por su mirada que indicaba más que quería matarme, creo que lo habría puesto en su lugar por coger mi mano de esa manera.

Y bueno, si no hubiese tenido esposa y yo no hubiera estado loca por su hijo, tal vez me habría atrevido a fantasear con él, pues era sincera conmigo misma y entre el señor Hamilton y el señor Pride, me hacían reconsiderar eso de si me gustaban mayores.

¡Carajo! Creo que ese apretón de garganta me fundió el cerebro.

Me solté del señor Pride cuando su esposa carraspeó y me avergoncé un poco de la situación, no quería que ella pensara mal de mí ni se imaginara cosas que no eran, aunque hubiese sido increíble pues ella no era del tipo de mujer de la cual un hombre pudiera descuidarse. Y si lo hacía, pues se iba a deber a que estaba con un idiota y ese hombre no tenía pinta de serlo.

—¿Puedo saber qué te sucedió en la garganta? —preguntó la señora Pride y me tensé.

Miré al señor Elliot y se encogió de hombros, con eso me dijo que dejó en mis manos la decisión de comunicarle eso a los padres de Daemon. Para mi maldita desgracia, no podía decirles todo sin exponerme, pero haría lo mejor para el chico.

—¿Podemos hablar sobre esto afuera? Entiendo que no quieran dejar solo a Daemon, yo tampoco deseo hacerlo, pero no me gustaría tocar ese tema aquí con él —expliqué y ambos miraron a su hijo, la intención de no dejarlo ni un segundo era clara.

No sé qué estaba pasando con ellos, pero después de comportarse amables, estaban siendo reacios, desconfiados y no quería eso. No me servía de ayuda, no me podía dar el lujo de que me importara un demonio lo que esas personas pensaran de mí, pues eso también influiría en Daemon y mi trabajo con él.

—El doctor avisó que Daemon no despertará en varias horas, vayan tranquilos a la cafetería. Yo me quedaré con él —se ofreció el señor Elliot.

Con la mirada les pedí que aceptaran eso, segundos después asintieron y el señor Elijah me hizo una señal para que saliera antes que ellos. Los esperé afuera mientras se cruzaban unas palabras en privado entre los tres y tras varios minutos salieron para encontrarse conmigo. Isabella me miró de una manera intimidante y supe entonces que no eran personas fáciles.

Pero de alguna manera me obligué a pensar en que no estaba ahí para que me viesen bien sino para ayudar a Daemon.

—Bueno, antes que nada, quiero presentarme bien con ustedes —comencé a decir cuando nos sentamos en una mesa de la cafetería, alejados de todo, aunque no había muchas personas en ese momento—. Ya les dije mi nombre, Rahsia Brown. Me gradué hace un año como psicóloga, pero trabajo con Daemon desde dos años atrás, aproximadamente —A los dos pareció sorprenderles esa información, a lo mejor a mi jefe se le olvidó ese detalle cuando se comunicó con ellos.

Resiliencia (Orgullo Blanco #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora