Capítulo 7

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        Comí sólo, ya que Amy no estaba en casa y la verdad, no tenía ni idea de dónde estaba, pero era algo normal en ella, desaparecer sin dar señales de vida y aparecer con una sonrisa inocente en la cara como si nada hubiese pasado, así que ya estaba acostumbrado y dejé de preocuparme hace mucho por mi hermana.

Aún estaba en pijama, algo raro en mí si retrocedemos a cuando Ashley estaba viva, ya que yo siempre he sido un chico activo y me despertaba todas las mañanas para salir a correr, pero desde que ella murió, no tengo ganas de nada y me paso los días en casa viendo la tele y sin verla en realidad, ya que no hago otra cosa que pensar, la echo muchísimo de menos y lloro cada noche por ella. Nunca antes había llorado, y menos por una chica, porque la verdad es que yo no soy de lágrima fácil, pero Ashley era diferente, a ella la quería de verdad, estaba enamorado de ella y sabía perfectamente que sólo me veía como su mejor amigo, por eso lo dejé estar, porque no quería perderla y me bastaba con sentirla tan cerca, pero ahora, ahora la había perdido, para siempre.

Una lágrima cayó por mi mejilla y me la sequé rápidamente evitando así que cayesen más. Me quité la ropa y me di una ducha rápida con agua fría, me vendría bien para despejarme y evitar pensar. Me vestí con lo primero que pillé y decidí ir a la cafetería a por un café. Cogí mi móvil, pero no avisé a nadie porque quería estar solo, cogí también las llaves y salí de casa cerrando la puerta tras de mí.

Caminé hasta la cafetería más cercana, ya que me vendría bien tomar el aire. Abrí la puerta de la cafetería y entré sin mirar a mi alrededor, acercándome al mostrador. Una chica joven y pelirroja al otro lado del mostrador me sonrió y me atendió.

-¿En qué puedo ayudarte? -Me preguntó risueña.

-Un café con leche- Contesté sin apenas mirarle intentando sonar amable, pero pude percibir que la sonrisa con la que me saludó, desapareció de su cara junto con ella, ya que entró en la cocina y salió a los pocos minutos con mi café. Le di las gracias y ella me sonrió de nuevo, la miré y me detuve en la placa que tenía con su nombre, Ally. No se parecía a Ashley, pero su nombre me recordó a ella y al girarme, eché un vistazo a la cafetería y en una de las mesas del fondo vi a Ashley, aunque luego reconocí a Anna hablando con un chico, al que luego identifiqué, Sam. Demasiadas cosas que me recordaban a ella, me tendría que haber quedado en casa. Caminé a paso rápido hacía la puerta de la cafetería y salí de ella, pero seguí corriendo hasta llegar al parque y sentarme en un banco alejado de la gente. Bebí un poco de mi café y me fijé en que había algo escrito en el envase, el nombre de Ally y su número de teléfono. Lo que me faltaba, pensé, aunque tal vez era eso lo que necesitaba para no pensar constantemente en Ashley.

        Entramos en la cafetería y me senté en una de las mesas del fondo mientras que Sam se acercaba a pedir. A los cinco minutos lo vi acercarse con dos cafés, uno de ellos con leche y caramelo, el mío, y otro sólo con leche, para él.

-Gracias- Sonreí levemente. Él me devolvió la sonrisa y le dio un largo trago a su café, a lo que yo lo imité.

-¿Mejor? -Me preguntó.

-Algo- Contesté encogiéndome de hombros. -¿Tu que tal estás? -Le pregunté evitando hablar de mí.

-Bueno- Dijo quitándole importancia.

Seguimos bebiendo el café en silencio hasta que Sam me sorprendió con una pregunta.

-¿Qué miras? -Estaba intentado adivinar si era Daniel el que había visto salir corriendo de la cafetería.

-Eh... nada, me había parecido ver a alguien que conocía- Le contesté.

        Una vez terminé el café me levanté del banco del parque pero no tiré el vaso, sino que recorté con la mano el trozo dónde estaba el número de teléfono y me lo guardé en el bolsillo del pantalón.

No tardé mucho en llegar a casa, ya que no estaba lejos de ella. Entré en casa y como suponía, Amy no había llegado, así que fui a mi habitación y me tumbé en la cama a pensar y decidir en si debería llamar a Ally o no, hasta que mis ojos se cerraron presos del sueño.

-¿Se puede saber que haces? -Me despertó la voz de Amy. -Te has quedado dormido toda la tarde.

-¿Y para qué me despiertas? -Pregunté adormilado. -Podías haberme dejado dormir toda la noche también-. Dije frotándome los ojos.

-Claro, y quedarme sin cenar.

-Amy- Dije serio.

-Dime, hermanito- Contestó sonriente.

-¿Cuando vas a aprender a cocinar? -Pregunté haciendo desaparecer su sonrisa.

-Cuando me enseñes- Fue su respuesta junto con una cara suplicante.

Reí. Seguía igual que como cuando éramos niños, saliéndose con la suya. -Mañana por la mañana te enseñaré, entonces despiértame, ahora déjame dormir- Concluí la conversación.

Ella hizo ademan de enfadarse conmigo, pero luego asintió sonriente y se despidió de mí. Salió de mi habitación cerrando la puerta tras de sí, y enseguida los ojos se me volvieron a cerrar y me dormí de nuevo.

Oscuros SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora