Capítulo 8

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        Alguien subió las persianas de mi habitación y la luz que entró por mi ventana me cegó, despertándome.

-Buenos días- Reconocí la voz de Amy. -Hoy es el día en el que por fin me enseñarás a cocinar.

Gruñí a modo de respuesta y le lancé la almohada antes de levantarme de la cama, a lo que ella rió.

-Vete preparando las cosas para cocinar, yo voy a la ducha- Dije aún adormilado.

-Vale- Dijo y salió de mi cuarto risueña.

A los diez minutos ya estaba vestido y secándome el pelo. Salí de mi habitación y entré en la cocina dónde ya estaba Amy esperando a que la enseñase a cocinar, esta iba a ser una mañana larga.

        Me desperté con los rayos de sol y me dirigí a la cocina aún bostezando. Mi madre estaba sentada leyendo el periódico y bebiendo un café.

-Hola, cariño- Me saludó.

-Hola, mamá- La saludé con un beso en la mejilla.

-¿Y papá? -Pregunté echando un poco de leche en mi taza.

-Ha ido a la comisaria para seguir con el papeleo, ya sabes- Suspiró.

Asentí, odiaba ver a mi madre así. Tenía muy mala cara, unos ojos llorosos y unas ojeras de varios días sin dormir. Y odiaba más aún no poder hacer nada para hacerla sentir mejor, ni yo ni nadie podía, solamente el tiempo. Me senté a su lado y desayuné con ella, en silencio. Una vez terminé, me levanté y fregué la taza. Salí de la cocina dejando a mi madre allí, me desvestí y me metí a la ducha. Me mantuve bajo el chorro de agua que caía de la ducha con los ojos cerrados escuchando las gotas chocar contra el agua que había en el suelo de la bañera. Así permanecí un buen rato hasta que comencé a arrugarme y salí de la ducha. Encendí mi reproductor de música y me vestí mientras la música inundaba mi habitación.

Para cuando ya estaba vestida, peiné y sequé mi pelo, apagué el estéreo y me encaminé hacia la cocina de nuevo.

-Mamá- La llamé

-Dime, cariño- Dijo levantando la vista hacia mí.

-Voy a dar una vuelta-.

-Vale- Contestó. -Pásalo bien. 

Cogí las llaves de casa y salí a la calle. Caminé un buen rato, necesitaba tiempo para pensar en todo esto. En el camino de vuelta, pasé por delante del restaurante italiano que hay cerca de mi casa y no pude evitar entrar, la comida italiana es una de mis debilidades y además, tenía hambre.

        

        Algo había conseguido enseñarle a Amy, lo suficiente como para que ella se encargase hoy de hacer la comida. Comimos juntos y la verdad es que no le había quedado tan mal.

-Aprendes rápido- Ella asintió y contestó. -Aprendo del mejor- A lo que yo sonreí.

Cuando terminamos de comer la comida que ella había preparado, la ayudé a recoger y a fregar.

-¿Hoy saldrás? -Me preguntó. -Apenas has salido últimamente, y deberías.

-No sé- Contesté.

-Yo he quedado, pero...

-Ya veré que hago- La interrumpí.

Amy fue a arreglarse una vez terminamos de recogerlo todo. En cambio, yo me quedé pensando. Tal vez mi hermana tenga razón y deba salir un rato, intentar olvidarme de ella.

-Yo me voy ya- Dijo interrumpiendo mis pensamientos. -Hasta la cena- Se despidió dándome un beso en la mejilla.

-Adiós- Susurré mientras desaparecía tras la puerta de la calle.

Oscuros SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora