|14| PARTE 1

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Londres se paralizó.

A todos les llegó la noticia de que Lord Daniel Wheatley había sufrido un accidente que acabó con su vida. Se hablaba de que iba saliendo de un bar cuando la tormenta lo alcanzó y el carruaje calló al mar.

Nadie mencionó a Vanessa.

No pasó por la boca de nadie su nombre, ni se murmuró de los amantes que se juraron amor y eternidad aquella noche de lluvia en que uno de los enamorados había perdido la vida.

Los marqueses supieron esconder muy bien lo ocurrido.

Y un día después del accidente se llevó a cabo una ceremonia para despedir el cuerpo del caballero antes de que fuera llevado a España, donde se sepultaría en la cripta donde estaban los Duques de su linaje.

El vestido negro le picaba a Vanessa, le provocaba un ardor descomunal en la piel que intensificaba el nudo en el pecho que no la dejaba respirar.

El llanto no había cesado desde que miró como los ojos de Daniel se cerraban y mandaron a llamar nuevamente a los médicos buscando su ayuda, una que jamás llegó, y en cuyo lugar solo recibieron un largo pésame.

Se sentía vacía, perdida, hundida en un hoyo profundo en el que la acechaban los demonios de su conciencia.

Era como si todo su cuerpo estuviera entumido, y por más que su mente se torturara con los recuerdos de sus labios morados y su cuerpo lleno de heridas, una parte de ella no lograba entender que él se hubiera ido.

¿Cómo es que no iba a volver a escuchar su voz nunca si tan solo unas horas atrás le había jurado que jamás se iría de su lado?

La vida era una maldita maquina de tortura. Y Vanessa apostaba que debía de tener una lista negra que era encabezada con su nombre, seguido de todos ellos que estaban destinados a sufrir.

La dama estaba perdida, tanto que ni siquiera escuchó cuando la puerta de su cuarto se abrió y unos suaves tacones caminaron hasta sentarse en la cama de la que jamás se levantaría.

Jakeline recorrió ligeramente la sabana que se había echado encima y apreció con pena sus ojos hinchados.

-La ceremonia está por acabar, ¿estás segura de que no quieres ir?

La pregunta le supo como si hubieran metido la mano en su pecho y con las uñas largas estrujaran su corazón.

-No quiero, Elly.

Sabía que no tenía la fortaleza para ver sus ojos sin vida una segunda vez.

Tras la respuesta se produjo un silencio pesado. El corazón de Vanessa sangraba y su hermana no tenia ni la más remota idea sobre como sanarlo.

Jakeline juraba que si existiera alguna cura mágica para devolverle la vida al hombre, la usaría sin rechistar un poco. Los ojos tristes de Vanne merecían un poco de luz, y no había duda alguna de que Daniel se la había dado.

-Lo siento mucho.

Se lo dijo, porque no tenía ni la más remota idea de qué hace.

Vanessa se levantó un poco de la almohada y acomodó la cabeza en sus piernas, buscando el cariño de la rubia que no tardó en comenzar a acariciar su pelo.

Tenía la mirada perdida. Parecía como si su mente viviera en el día anterior, en los momentos en que él aún estaba con ella, reusándose completamente a admitir que se había ido.

-Cuéntame algo feliz, por favor.

La voz le salió pastosa, amortiguada por el dolor que las cubría.

El Pecado De Una Dama |La Debilidad De Un Caballero IV|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora