La competencia de natación de los 100 metros planos era la prueba más reñida. Las favoritas eran la Argentina Valentina Carvajal y la Mexicana Juliana Valdés, ambas eran nadadoras revelación en sus respectivos países. Era la primera vez que se enfrentarían en un mismo evento deportivo. Los asistentes estaban muy emocionados por ver quien se llevaría la medalla de oro a su país.
Hubo un total silencio cuando las nadadoras se lanzaron al agua después de dada la señal, Juliana y Valentina desde un inicio sincronizaron su nado. Eran las dos a la cabeza. El público aplaudía efusivamente podrían estar siendo testigos de un empate olímpico.
Al llegar a la meta el marcador mostró un empate en la primera posición entre ambas nadadoras. No era la primera vez que sucedía. Había ocurrido ya en los Ángeles 1984 por primera vez. Esta vez se rompía además un récord olímpico.
Al salir de la piscina y ver los marcadores, la nadadoras cayeron a la cuenta que habían roto el record mundial y que ambas eran merecedoras de la medalla de oro Olímpica en los 100 metros.
Se voltearon a ver, y sin saber porqué hubo una fuerza ajena a ellas que las movió y sin dejar de verse caminaron a su encuentro, al estar frente a frente sus miradas estaban clavadas entre sí. Fue una conexión divina, fantástica la que vivieron en ese momento, ante sus ojos se manifestaron una serie de imágenes en forma desenfrenada tal si fuera un torbellino. Como si pasaran dos películas sobre ellas en unas épocas diferentes. Sin mediar palabras se estrecharon en un abrazo y en ese preciso momento que sus cuerpos se pusieron en contacto, entendieron sus vidas anteriores y dejaron de ser dos desconocidas, eran dos amantes que se encontraban para continuar una historia de amor.
Se separaron por un momento, sus respiraciones eran pesadas. En ese momento el mundo dejó de existir. Eran solo ellas dos que se estaban reencontrando una vez más.
Se vieron detenidamente, reconociendo esos rostros que ya habían visto antes.
- Juls? - Balbuceó Valentina.
- Val?- respondió Juliana.
- Vistes, sientes lo mismo que yo? - se preguntaron al unísono.
Movimientos afirmativos de sus cabezas dieron el sí. No había nada más que decir. Ya todo estaba claro para ellas. En ese momento no solo se reactivaron los recuerdos, sino el amor infinito.
No pensaron en nada más, solo hicieron lo que sentían debían hacer. Acercaron sus rostros y sus bocas, lentamente sus labios se juntaron en un beso para dar inicio a una nueva historia de amor.
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Las almas van trascendiendo de vida en vida para algunos. Otros se oponen a esa creencia. Pero Macarena y Juliana trascendieron, venían de vidas pasadas e iban hacia más vidas en el futuro. Al momento de reencontrarse se reanudó el vínculo entre ellas. ese vínculo que era como un nudo tensado y que ya no permitiría su separación. Era una estrategia divina para eternizar el amor verdadero, diáfano que perdura a través del tiempo.
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Y colorín colorado...
Gracias por leer otra de mis historias. Me cuentan que les pareció. Espero leerlas.
