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El tiempo a su lado estaba siendo maravilloso, era como estar soñando despierta, pero ni siquiera los sueños son eternos y tocaba volver a la realidad, la cruda realidad. Le pedí antes de marcharnos pasarnos por la playa, hacía mucho no escuchaba su tranquilizante sonido, ni sentía su roce frio al menos en mis pies. Estábamos sentados en la arena, perdidos en su hermoso color, sin decir nada, solo inmersos en el glorioso paisaje. El momento era ideal para sacar todas mis dudas a flote, después de haberme entregado a él las cosas debían ser un poco diferentes.

- Qué te hizo esa chica?-pregunté sin rodeos, aisló su vista del inmenso mar para observarme.

-En serio quieres saberlo?- me interrogó de vuelta con la mirada cargada de un brillo que nunca antes había notado en sus ojos.

-De ti quiero saber el mínimo detalle-sostuve su mirada, sonreí para darle la seguridad de que continuara.

-Bien, es una historia un poco larga, pero te contaré.-hizo una breve pausa.-Siempre fuí el apestado de mi familia, sólo por no  querer seguir el camino que mi padre había decidido para mí, mi abuelo me enseñó a amar la música desde muy pequeño , desde entonces mi deseo ha sido dedicarme a ella, no así como un DJ mediocre, pero ni siquiera los grandes tienen un comienzo color rosa-era tan gratificante escucharle.-A los 18 negado a cumplir sus caprichos me fui de casa y con la ayuda de mi hermano mayor logré matricularme en una nueva escuela en Seúl para terminar la preparatoria, tenía varios trabajos de medio tiempo, así me encargué de subsistir, hasta ahora. Era nuevo en el instituto nadie me conocía de nada, era insoportable ser acosado en los pasillo por aquellas chicas, siempre he sido un tipo muy guapo-rió con superioridad, le acompañé porque no tenía discusión, no era guapo, era hermoso.-Mirae no era muy distinta de las demás, solo que tuvo una forma muy sutil de acercarse a mí, me ayudaba con los proyectos escolares, me alimentaba, pero su defecto era ser una jodida pija  , con una madre que se creía dueña del mundo, despreciaba a cada ser que tuviese unos céntimos menos-tragué en seco recordando todos los amigos que había perdido en secundaria gracias a mi madre.-Me quedaba sin comer varias noches al mes para llevarla al cine ,comprarle alguna baratija, o una simple rosa, cuando le hacia aquellos obsequios parecía tan feliz. Primero fueron besos inocentes bajo el faro de la cuadra anterior a su casa, luego en las tardes íbamos a la azotea en la que vivía en aquel entonces, pasábamos horas riendo, o simplemente besándonos ,uno de esos tantos días no pudimos más y lo hicimos, era la primera vez para ambos, fue un desastre total, pero de alguna forma ella me miraba diferente, con más amor, o eso creía yo-me sentía estúpida, ni de cerca había vivido algo tan intenso.-Con el tiempo, adolescentes hambrientos de sexo lo hacíamos en lugares impensables-sonrió  negando como si le avergonzasen sus locuras de puberto -Éramos uno solo, ni siquiera necesite pedirle que fuera mi novia, ni viceversa, después de la primera vez teníamos claro que nos pertenecíamos el uno al  otro. Pasaron unos meses de puta madre, pero su madre descubrió que su novio era un pobre iluso que vivía haciendo cuentas a final de mes y comenzó a prohibirle cosas entre ellas verme, claro está .Mirae en las pocas veces que lograba escapar para estar juntos, siempre prometía nunca dejarme, que en cuanto cumpliera los 18 y tomara la herencia de su padre nos largaríamos-volvió a hacer una pausa, le afectaba abrir esa herida , me culpaba, pero necesitaba comprender si quería  hacer la diferencia en su vida.-Como imbécil le creí, era la primera vez que me enamoraba, todo permanecía medianamente bien, hasta que apareció un tipo guapo, lleno de billetes, propiedades y dispuesto a complacer sus caprichos, le gustaba yo, pero su avaricia era más fuerte. Se casaron, pero su marido era solo bueno por las cuentas  de banco, no se la follaba como tanto le gustaba, ni siquiera le comía el coño, patético-rió por lo tonto que le resultaba-Para eso estaba yo, el pobretón, me tenía  a sus pies y se aprovechaba, siempre accedía a los encuentros en moteles que planeaba y jugó a ilusionarme una vez más, prometía dejarle, eso nunca sucedió y me harté. Semana por semana utilizaba a un chico diferente desesperado por dinero para que me llevase notas a mi trabajo o a casa, aún hoy intenta buscarme pero nunca más la he visto, solo en esas revistas económicas, vestida de traje, con una falsa sonrisa, pero en el fondo es mustia y amargada-luego de conocer todo lo que vivieron y el amor que parecía sentir Yoongi por ella en aquel entonces, saber que ella le buscaba no me había sentado nada bien, mi mirada se tornó seria y estaba fija en la espuma que creaban las olas al llegar a la orilla.-Hey,enana-le miré-ya pasó, ya no más-sonrió contagiándome, me llenaba el alma que todo estuviese enterrado para él.

TOXICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora