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La mañana había llegado y apenas había pegado ojo, la inquietud de estar en aquel lugar desconocido y mis cavilaciones  sobre cual sería el estado de Yoongi no me lo habían permitido,  solo imaginar   que podría estarse cagando en  mis muertos me creaba un nudo horrible en el estómago, buscando  consuelo en el pensamiento de que era preferible que me odiara y pudiera estar libre de preocupaciones a estar juntos pero vueltos un caos, finalmente me pude parar de la enorme cama,  por el momento a mi carcelario no se le había ocurrido la horrible idea de  forzarme a dormir en su recámara, cediéndome la habitación de huéspedes . Buscaba pacientemente en mis maletas la ropa que usaría, cuanto más demorara en ver su cara de triunfador mejor sería. No tenía idea de lo que me esperaba durante el día, era fin de semana, la escuela no era una vía de escape.  El cuarto de baño era digno de una suite presidencial, una tina bastante amplia y pulcra, a la izquierda había un pequeño estante repleto de toallas y batas de felpa, de frente un espejo sobre una encimera en la que estaba enclavado el lavamanos, que cubría el ancho de la bañera, a la derecha el sanitario tan grande como un verdadero trono. Aunque el lugar no era ni remotamente parecido, aquella ducha me transportaba a la última vez que había tenido ese  contacto chispeante con su piel, bastaba con mantener los ojos cerrados para que apareciera la suavidad de sus labios tan únicos ,perfectos, el hermoso sonido de su risa , la deslumbrante blancura de su sonrisa, el agarre enloquecedor de sus manos en mis caderas, su voz susurrando lo mucho que le gustaba follarme,la vida se había pasado en lo injusta conmigo, me había dado el privilegio de conocer  el amor y tras una simple probada, me lo había arrebatado.

Una vez lista, con mi mejor cara que reflejaba claramente un : no importa lo que hagas para aplastarme, soy más cabrona que tú, comencé a bajar las escaleras con una gracia divina hasta llegar a la primera planta del palacete, si le demostraba debilidad más fácil le pondría el camino para amilanarme. Desde que papá no estaba era costumbre para mí desayunar sola, mamá siempre madrugaba para ser la número uno en la empresa y lograr ser reconocida a final de cada mes en las reuniones de balance, ella y sus aires de grandeza. El comedor no era muy diferente a lo que ya había conocido de la casa, totalmente majestuoso, del techo colgaba un candelabro que gritaba :carísimo, la mesa era larga y espaciosa, con cupo fácilmente para 12 personas, si fuese una caza fortunas me hubiese quedado con la quijada desencajada luego de ver tanta comida junta para la breve cifra de 2 comensales.

-Querida, se te han pegado las sábanas?-pasé de su pregunta para tomar asiento al otro extremo de la mesa en que se encontraba -Estaba a punto de ir a despertarte.-habló con sorna.

-No he dormido bien, supongo que será la falta de costumbre-disfrazaba mis palabras con ironía.

-Tranquila cariño, pronto te acostumbrarás-cortó un pedazo de omelet para llevarlo a su boca sin apartar un segundo su mirada.

-No creo poder acostumbrarme a tanta mierda, es tan asqueroso que me llames cariño, nunca te voy a querer, no lo esperes.-mi gesto era de puro asco.

-Vas a tener que moderar esa boquita tuya. No querrás verme en mi fase fea-si existía una fase peor ya estaba curada de espanto.

La encargada de servicio irrumpió en el salón dando por zanjada nuestra batalla de miradas capaz de provocar un incendio.

-Te presento a Young Mi-siguió el caminar de la empleada con la mirada-Siempre estará aquí, la puedes llamar para lo que sea que necesites, ella lo hará-la empleada recién nombrada hizo una reverencia ante mi como muestra de respeto.

Aparentaba unos 50 años, su rostro lucía muy dulce, delicado, su aura era pacífica y tranquilizadora.

-No es necesaria la reverencia Young Mi, tampoco es necesario que me llames señorita, solo usa mi nombre, Mi Young.-le sonreí amablemente, tras unos segundos de duda ella también lo hizo. Colocó la fuente de frutas que cargaba en sus manos, hizo otra reverencia y regresó por donde mismo había aparecido.

TOXICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora