«Un café por la tarde antes de comenzar con el arte»
Cielos grises y nubes llenas de aguas, algunas de ellas cayendo como lágrimas al suelo, los techos sonaban y el viento soplaba llevando las hojas que botó esa misma mañana.
El ventanal de la cafetería le dejaba apreciar el paisaje de los edificios viejos, más grises y desgastados que el mismo cielo; algunos cubiertos a sus costados de musgo verdoso y rojizo. Un capuchino cargado de inspiración, disipandose, ardiente; un libro de Neruda con tapa vieja y dura, sacado del estante literario de la misma cafetería.
Jamás había leído a Neruda, pero su madre lo hizo y había hablado atrocidades del escritor. Según ella, los relatos de violaciones y humillaciones romantizadas no tenían nada que ver con el erotismo poético, o con las torceduras sexuales.
Neruda era un abusador, y sus poemas romantizaban el abuso de una manera impresionante; tanto así, que ni el mismo lector podía imaginar la realidad detrás de los poemas.De todas maneras, no había mucho para leer esa tarde, a pesar de que el café literario estaba saturado de libros más interesantes, debía hoy, inspirarse en algo nuevo.
-«... Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto» - escuchó a sus espaldas -. Es pretencioso, digno de análisis
- Uhh... - volteó a mirar al dueño de aquella voz ronca y dominante - Creo que es bello - cerró el libro, sonrió
- Contemplar al ser amado mientras duerme en calma, entre sabanas blancas, desata un torbellino de emociones. El silencio es la mejor forma de observación - le regaló una sonrisa ladina -. Por cierto, que mal educado - rió - Soy Willz - le extendió su mano
- Interesante análisis - rió -, soy Gerard - estrechó su mano y la observó detenidamente. La mitad de un corazón roto y escrito sobre él en curva estaba la palabra "Romantic"; habían muchos más que llegaban a sus muñecas y se perdían dentro de la camisa a cuadros amarillos y negros -. Que interesante tatuaje
- Es una metáfora, Gerard - recalcó el nombre en un tono de picardía y sonrió
[...]
Greenwich Village quedaba cerca del café, por lo que caminar hacía el departamento de Willz era lo más conveniente. No solía irse con extraños que le citaban poesía a su oído, pero este joven de pelo rapado, tatuado y de baja estatura, parecía una compañía interesante.
La fachada del edificio no era para nada diferente a los que se encontraban en aquella calle; ladrillos pintados de rojos, de sólo tres pisos y con una bandera gay en uno de los balcones. Era común ver el orgullo, era la calle gay de Nueva York. Al entrar al edificio, se encontró de frente con un ascensor viejo, esos que manejabas a mano. Estando acostumbrado a la tecnología de los edificios modernos de Nueva York, este era casi igual de interesante que el joven que estaba en silenció a su lado, apretando el botón del tercer piso y sosteniendo la palanca que ayudaba a andar el ascensor.
El perfil de Willz era incómodo de ver por su belleza, era incluso más poético que el libro de hace alguna media hora atrás; su nariz en punta redonda, sus labios finos y unas pestañas castañas largas de dos filas; el brillo de la luz amarilla en los ojos que aún no podía diferenciar el color. Él era poesía, o por lo menos algún soneto con versos sobrantes.
Willz notó como estaba siendo observado, tentadoramente sonrió al aire, cuando la puerta se abrió, tal cliché de un caballero, extendió su mano para dejar pasar a Gerard, este sonrió dándole las gracias y salió del elevador; esperó a Willz para seguirlo.
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The Kinky Club [×Frerard×]
Random"Eres la mejor poesía que he leído y yo el mejor cuadro que has pintado."