«No son los ojos los que ven, sino lo que nosotros vemos por medio de los ojos.» Platón
El ocaso en Nueva York solía ser como el infierno, las nubes parecían estar prendidas por fuego y el cielo se perdía en el humo que estas dejaban escapar; sus colores eran anaranjados, rojizos y algunos tonos violetas, contemplar una tarde así valía la pena. Y aún que Carmine's le quedaba a varias cuadras. Salir al menos cuarenta minutos antes hacía su cena con aquél muchacho, había valido la pena con el simple hecho de caminar bajo aquel infierno hecho en el cielo.
Vio su reflejo en las vitrinas de algunas tiendas y arregló su cabello cuántas veces pudo. Estaba nervioso, ese hombre lo ponía nervioso y a pesar de no tener mucha experiencia, las pocas que tuvo, solían no causarle ni el más mínimo cosquilleo de nerviosismo. Pero esta era diferente, Frank era diferente, es decir, su personalidad artísticamente romántica, sacada de algún país europeo en aquellos años de la Ilustración; su calmo desplante ante todo, su poética manera de expresarse y aquél cuerpo que sin duda, iba acorde a la descripción, todo aquello era lo que ponía nervioso a Gerard, y todo aquello era lo que le hacía querer seguir ahí, sin importar que el infierno que hoy se armaba en el cielo, bajara por ellos.
Se detuvo en la puerta del restaurante, el anfitrión lo observó dudoso y él suposo, por la extrañada mirada del joven, que no vestía elegante como quienes entraban ¿Pero quién en éstos tiempos vestía elegante? Sus jeans ochenteros, los de siempre pero esta vez de un color negro, una polera blanca con estampado de Bowie, su chaqueta de mezclilla y sus converse blancas ¿Acaso debía vestir de etiqueta? Tardo horas en elegir su ropa y ahora, por el tipo de la puerta, sintió que había sido su peor elección.
- Buenas tardes ¿Tiene reservación? - comentó el joven una vez de mirar pies a cabeza al castaño -. Necesita reservación - sonrió
- Oh... No, no la tengo - rió mirando al piso y llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón -. Creo que mi cita no ha llegado - se encogió de hombros.
- Está bien, puede esperar detrás de la franja roja, por favor
- Sí, disculpa, no hay problema - dió algunos pasos hacía atrás
Inspeccionó por las ventanal de vidrios todo el restaurante, hasta que su vista, nuevamente, como si ya fuese una cosa de costumbre, se detuvo en el perfil de Frank. Sostenía entre sus manos el libro del menú con una tapa dura en tela roja.
Una sonrisa en su rostro se forma, tomó aire y sin sacar las manos de sus bolsillos volvió, donde el mismo joven. Este, nuevamente lo miró, pero esta vez de una manera más despectiva, aquello hizo que Gerard volviese a retrocer, definitivamente no estaba acostumbrado al trato hostil simplemente considerando su forma de vestir.
Volvió su vista donde Frank y caminó lentamente hasta la ventana, aprovechó el desconcentrado actuar del anfitrion, quien recibia una pareja, y tocó el vidrió de la ventana un par de veces. Se llevó algunas miradas aún más hostiles, pero él las devolvio mostrando sus dientes, formando una sonrisa nerviosa y preocupada. Aún no lograba captar la atención de Frank, pero en cuanto el garzón llegó a retirar la carta, le indicó al avellana que llevara su atención a la ventana.
Gerard sonrió timidamente, alzando su mano para indicarle su presencia y Frank le sonrió, le dijo algunas palabras a quien lo atendía y se levantó de su asiento, le indicó a Gerard la entrada y él caminó junto a él por el otro lado del restaurante.
En cuanto llegó a la entrada, Frank lo estaba esperando. Llevaba la misma ropa de esta mañana pero esta vez con una chaqueta de cuero olgada. Él tampoco no vestía de etiqueta .
- Disculpa André - habló el avellana - ¿Por qué este joven no entró?
- Señor Iero - sonrió el muchacho algo nervioso y vasilando su desplante -, disculpe, él no tiene reservación, tampoco viste como debería
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The Kinky Club [×Frerard×]
Random"Eres la mejor poesía que he leído y yo el mejor cuadro que has pintado."