Capítulo 6

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El corazón de Elda se detuvo durante un instante. Piratas. En el puerto. ¿Qué puerto? ¿Dónde? Una gota de sudor le recorrió la sien y tragó saliva. Habían acordado que pasarían desapercibidos y sin embargo quizá se les había escapado algo. Mierda.

— Si es el puerto norte, me da igual. —Sett se cruzó de brazos—. Lo que me preocupa son los piratas del sur, los que hay cerca de aquí. Mi compañera aquí presente fue polizón de su barco y casi la matan.

Irelia y Karma se volvieron hacia Elda. La chica se encogió, asintiendo brevemente. Luego las dos mujeres se miraron y hablaron.

— No hemos visto ningún barco en ese puerto. —dijo la morena—. Solo barcos pesqueros y el usual bullicio.

— Habrán desembarcado en el norte, entonces. O seguirán por aquí intentando ocultarse, qué se yo.

Irelia se acercó al mestizo con cara de pocos amigos.

— ¿Eres consciente de que esto es un asunto político de gran embergadura? No podemos permitir que los noxianos vuelvan a invadirnos como lo hicieron en el pasado. Supondría el fin de Jonia y de todos, y eso te incluye a ti, bastardo desagradecido. Ya basta de pensar solo en ti, de vivir en esta anarquía. Formamos alianza contigo para que la gente viera el poder de los jonianos, como propaganda de nuestra fuerza. Pero si sigues así...

Sett esbozó una sonrisa tensa al tiempo que cerraba los puños. Parecía crecer en varios aspectos, se volvió más amenazante, más... salvaje.

— Cuida tus palabras, humana. —gruñó—. La economía de jonia se sustenta en parte de los combates. Aquí las personas se matan a diario solo para que déspotas como tú duerman tranquilos por la noche.

— ¿ me llamas déspota? ¿Tú entre todos? ¡Eres el bárbaro que engulle alimentos en su cómoda casa mientras mira cómo otros mueren por su gente!

Irelia golpeó la bolsa de encima de la mesa, la misma bolsa que llevaba la comida de mediodía de los dos. Elda reaccionó a toda prisa: Se lanzó hacia el lado, apartando a la mujer de cabellos negros en el proceso y aterrizando en el suelo, las manos en alto y la comida sin un rasguño. El golpe fue fuerte, se raspó las rodillas aunque no le dio importancia.

— Agradecería encarecidamente que os calmárais los dos. —siseó, recomponiéndose. Le temblaban las manos—. Si hay un problema noxiano, lo último que debemos hacer es perder los estribos por asuntos que pueden hablarse con más calma en otro momento.

Sett la miró con los ojos muy abiertos. Se debatía entre ayudarla y revelar su "relación" o quedarse en el sitio, relajar los humos ya bastante caldeados y hacerlo que mejor se le daba: negociar.

— ¿Qué quieres, Irelia? —dijo, masajeándose las sienes. Se le veía agotado, mucho mayor de lo que era. Había perdido su ego orgulloso, casi hedonista. La mujer dio un paso atrás y se cruzó de brazos.

— Información. —dijo—. Cualquier cosa extraña que hayas visto por aquí. Si los noxianos han vuelto, debemos pararles los pies.

El mestizo se levantó del sillón por el lado contrario al de su compañera.

— No sé nada de soldados enviados por Noxus, muy a mi pesar. —comentó, sentándose en el escritorio, delante de las mujeres—. No obstante, me he enfrentado a un grupo de piratas noxianos.

— ¿Dónde? –habló Karma—. ¿Cuándo?

— Hará cosa de dos semanas. La atacaron a ella por el camino por haberse metido en su barco como polizón y seguían allí para amenazarme.

— ¿Amenazarte? —insistió Irelia. Sett señaló a Elda.

— Su jefe se ha encaprichado con la mocosa. Supongo que quería abusar de ella antes de venderla al mercado negro como esclava.

Mendacious tales | Sett x OC ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora