Capítulo 27

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Un niño pequeño corría diligente hacia un objetivo muy concreto. En su manita, escondida dentro del zurrón, portaba una carta de suma importancia. Por llevarla le habían pagado una cuantiosa suma de dinero con la que su familia podría pasar el invierno sin muchas preocupaciones... o eso creía el chiquillo, haciendo tintinear la bolsita de monedas.

Se detuvo delante del gran portón, encarando a los guardias de la fosa y les sonrió.

— ¡Disculpen! –llamó a uno—. ¿Puedo pasar?

El guarda se inclinó y lo miró.

— Este no es lugar para un niño. –dijo, secamente. El crío infló los mofletes, pero no se fue.

— Tengo algo muy importante que darle al Jefe de la fosa. –sacó la carta—. ¡Me la dio un señor muy amable!

— No queremos propaganda. –contestó el otro hombre—. Largo de aquí.

— ¡Pero es muy urgente! –sacudió el sobre de un lado a otro—. ¡Se trata de los piratas de Noxus!

Los dos guardias se miraron, alarmados. Le arrancaron la carta de las manos, la abrieron y leyeron el contenido. Después, uno de ellos despachó al niño y emprendió una carrera, como alma que lleva el diablo, hacia arriba. No tocó la puerta ni esperó una invitación, simplemente entró. Sett, sentado en una butaca de espaldas a la entrada, levantó la cabeza y resopló.

— Seis meses. ¿Por qué en estos seis meses no me habéis dejado ni una vez en paz?

— Señor. –dijo el guarda, intentando recobrar el aliento—. Señor, esto es grave.

— ¿Qué pasa ahora? –se dio la vuelta, encarándolo—. ¿Otra chica que se salta las normas? ¿Un gladiador ha entrado en modo destrucción?

— No, mi señor. –le dio la carta—. Creo que le será familiar.

El sello era noxiano. Al verlo, Sett se incorporó y se tomó su tiempo para leer el mensaje. La intrincada letra dorada rezaba lo siguiente:

"Estimado Sett,

Solicitamos una audiencia en la arena de su coliseo en la que nuestro líder se disputará el control del lugar. Si acepta, ninguno de sus allegados sufrirá daño alguno, aunque nos consta que la noxiana Elda ya no cuenta entre esas personas cercanas. Es una pena. Reúnase en la arena al atardecer de hoy.

Atentamente, el líder de los Leones Carmesíes."

Sett arrugó la carta con rabia. Una cosa era que le pidieran una vista cara a cara, donde había la posibilidad de que quisieran matarlo y otra muy diferente era que mancillaran aún más el nombre de un muerto burlándose de él.

— ¿Señor? –dijo el guarda, preocupado—. Esperamos órdenes.

El semi vastaya se levantó y lo miró.

— Formad un perímetro alrededor de la fosa. Recibiremos a nuestro huésped por la puerta grande y lo dejaremos entrar solo. Yo me encargaré de él en la arena.

— Pero, ¿así sin más? ¿Y si lo hieren o lo matan?

Sett se acercó al pobre diablo que osaba cuestionarlo y sonrió mostrando los dientes.

— ¿Crees que seré tan fácil de matar?

— N—No, señor. Disculpe mi desafortunada insinuación.

El hombre hizo una señal de que se marchara, quedándose solo de nuevo. ¿Qué pretendía el pirata? ¿Ganar tiempo? Matarlo a él no podría, nunca un humano había podido herirlo antes... bueno, hasta que llegó Elda. Sett se estremeció y se dejó caer en la silla de nuevo. Dioses... cuánto dolía aún pronunciar su nombre incluso en su mente. Cada letra era como tragar arena; podías intentar bajarla pero siempre quedaba algún grano en la garganta que lo desgarraba por dentro.

Mendacious tales | Sett x OC ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora