— ¿Y dices que lo besaste? –exclamó Ezreal, tragando una gran hogaza de pan. Habían quedado en verse antes de que el chico se fuera (había demorado el viaje unos días más, encantado de la ciudad), y un restaurante callejero parecía el sitio perfecto para charlar. Elda enrojeció y lo mandó a callar.
— ¡Shh! –le pidió. Luego bajó la voz—. Fue más algo... común, de mutuo acuerdo. No sé, pasó y ya. No hemos vuelto a hablar de ello, pero todo está mucho más tenso y a la vez, relajado. Me es imposible de explicar.
— Vale, vamos a resumirlo. –dijo él, entrecerrando los ojos mientras pensaba—. Básicamente, el grandullón y tú os pusisteis cariñosos anteayer, ¿y me estás diciendo que no ocurrió nada más?
— ¿Qué quieres que ocurra? Quiero decir, su madre está un piso por debajo de nosotros. No me sentiría cómoda...
— ¡Ajá! –la señaló con una pata de pollo—. Lo has pensado al menos. ¿Qué es lo que de verdad te preocupa? ¿El hecho de ser noxiana? ¿Cuánta gente lo sabe aparte de mí?
Sí, había decido decírselo. Tenía su confianza ganada desde hacía bastante tiempo, una complicidad que no poseía con ningún otro... a excepción de con Sett, claro está.
— Únicamente Akali, la ninja de la Orden de Kinkou. Fue por el tema de Jhin que te comenté, no tuve opción.
— Hablando de eso... —dejó la copa en la mesa y cruzó los dedos sobre los labios—. Me preocupa que Jhin vaya a Piltover, más aún a Zaun. Iría yo mismo si mis planes en Noxus pudieran aplazarse...
— Tranquilo. Shen dijo que las autoridades del lugar se harían cargo antes de que llegara a la ciudad subterránea.
— Eso es lo que me tiene en vilo. –confesó—. Caitlyn y Vi son estúpidas, mas competentes en su campo. Sin embargo, Camille... —se estremeció—. Sé que hablamos de un asesino que casi acaba contigo, pero sigue siendo una persona. Camille no tiene escrúpulos, lo va a destrozar de formas que ni tú ni yo pensaríamos. Me dan escalofríos solo de pensarlo.
— No es nuestro problema ya. –la chica se encogió de hombros—. Y espero que siga así.
Ezreal la miró en silencio.
— ¿Qué harás a partir de ahora? –le preguntó—. Tu situación es peliaguda. Si yo fuera Sett intentaría comprenderte y esas cosas. Dejar de lado mi odio por la persona que quiero y bla, bla, bla...
— Mmm... —sorbió de su zumo, pensativa—. Voy a seguir lo que crea conveniente. Me aferraré a la posibilidad de que Sett me perdone algún día y lo querré pase lo que pase. Hay que aprovechar cada instante mientras dure lo que tenemos.
— ¿Y si no? ¿Y si acaba odiándote igual que a su padre?
Ahora lo tocó el turno a Elda de estremecerse.
— Entonces, intentaré convencerlo de lo contrario. Cueste lo que cueste.
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Elda se despidió de Ezreal en el puerto. Vio el barco hacerse a la mar y sintió una punzada de nostalgia, recordando a sus buenos amigos de a bordo. Soltó un hondo suspiro antes de girarse y enfilar el sendero que la llevaría a la fosa de Navori, donde cierto vastaya orgulloso seguía clasificando papeleo. Alguna vez se había preguntado de qué trataban los manuscritos que revisaba tan concentrado. ¿Serían nuevos gladiadores? ¿Defunciones que necesitaban firmarse? ¿Cartas a los familiares de los fallecidos? De ser así, merecía su respeto.
Alguien o "alguienes" entre la multitud del mercado la llamó. No fue por su nombre, sino que hicieron un sonido que únicamente ella reconocía. Siguió el gorgoteo hasta una paradita de pescado que poco tenía de vieja, más bien al contrario. La habían instalado no hacía mucho y tampoco es que los productos se vieran demasiado frescos. Pero a quienes reconoció bajo los disfraces de comerciante y cliente la dejaron sin aliento.
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Mendacious tales | Sett x OC ✓
Fantastik[Estado: FINALIZADO] Cuando Elda, una noxiana que ha pasado parte de su vida en el mar, llega a Jonia en un barco pirata con la intención de acabar con el reinado del tan aclamado Jefe de la fosa, se da cuenta de que no todo es como lo pintan. ¿Qué...